Esta es la remodelación estratégica en una casa bogotana
Fotografía: Iván Ortiz. Producción: Ana María Zuluaga. Texto: Margarita Barrero. / mayo 30 - 2014

El barrio La Magdalena, con casas conservadas de los años treinta, cincuenta y sesenta, invita a conocer el pasado de la arquitectura bogotana en el centro geográfico de la ciudad; recorrer este sector es encontrarse con la historia a través de construcciones que revelan la Bogotá que ha ido desapareciendo con los edificios.
Conozca la renovación de esta casa en Barichara, Santander.
La nostalgia de un bogotano, que creció en una de estas enormes casas hizo que en su adultez encontrara una apropiada para remodelarla y escogió la que quedaba al lado de la de sus padres: una vivienda esquinera de los años cincuenta que no era de conservación ni tenía aislamiento, cuyas habitaciones habían sido convertidas en oficinas, transformando su volumetría e incluso añadiendo un tercer piso hechizo de mala factura y una plancha en el jardín.
En ese escenario, de la mano de la arquitecta Cecilia Fernández, comenzó la tarea de lograr una casa moderna con una línea clásica. De lo que era, sin remordimiento, solo se conservaron los cimientos y algunas paredes.
Los mandamientos del dueño para empezar la transformación fueron claros: su nueva casa tenía que ser pequeña, con piscina al aire libre y un salvaje jardín, porque como él dice: “Todo el mundo trata de ganarse un centímetro de más en la casa, pero esta tiene un mensaje distinto: es más jardín y aislamiento”.
La arquitecta sabía que la solicitud era totalmente atípica así que recurrió a un volumen sencillo, que no alterara la armonía del barrio: «Es una casa de pocos espacios pero amplios y luminosos, que le permite al propietario, que posee un gran sentido estético, estar rodeado de las cosas que le gustan», afirma Cecilia Fernández. Mejor dicho: aunque es una arquitectura con detalles, no es recargada. Es un espacio para que el dueño exprese su personalidad con libertad.
Su vegetación espesa, a pesar de que la casa está en la ciudad, la aísla y le da un aire a campo. También hay matas con flores que atraen colibríes y aves de paso, todas están cerca de la piscina, de ocho metros de largo y uno cuarenta de profundidad, que es de mármol Sinú, un material que al contacto con el agua adquiere la tonalidad verdosa, similar a la piedra de Java, tan común en Indonesia.
La fachada no tiene ventanas y fue diseñada de esta manera para aislar el ruido de la calle. Es una pared lisa y blanca, aparentemente sin pretensiones, pero que encierra un hogar moderno, de espacios amplios y abiertos, con mucha luz.
«Para que encajara en el barrio, las proporciones del volumen de esta casa son parecidas a las del vecindario, y las ventanas verticales no tienen la proporción de la arquitectura moderna que usa grandes ventanales horizontales», explica la arquitecta. Una línea clásica. De lo que era, sin remordimiento, solo se conservaron los cimientos y algunas paredes. Remodelación estratégica en una casa Bogotana.