Este apartamento es, en realidad, la suma de dos. Ubicado en uno de los sectores de mayor tradición en la capital del país, se aloja en un edificio de la década de los cincuenta, momento en el que la arquitectura moderna empezaba a instalarse en Colombia, erigiendo obras que hacían alarde de los nuevos materiales y técnicas constructivas. 

Hoy, pasados setenta años, se transformaron en clásicos que representan una notable época. Este edificio, además de materializar los principios de la modernidad, refleja la composición familiar y los modos de vida de mediados del siglo pasado, por lo que se requirió una intervención que respetara el lenguaje de la fachada. 

El responsable de este trabajo fue el arquitecto Libardo Mora —director de la firma Dosm Ingeniería y Arquitectura—, quien hace unos años se encargó de la remodelación de uno de los dos apartamentos que componen la vivienda y hace poco, a petición del cliente, se ocupó de unirlos como uno solo —cada nivel de este edificio está conformado únicamente por dos inmuebles—. 

“Nosotros  comenzamos a trabajar en este proyecto unos meses antes de la pandemia, y solo paramos cuando entramos en confinamiento. Un tiempo después, cuando se levantaron las restricciones, lo retomé para remodelar el primero de los apartamentos en un plazo de cuatro meses. Más adelante, su propietario decidió comprar el inmueble vecino, con el fin de incorporarlo al suyo”, explica el arquitecto. De esta manera, el área original de 220 metros cuadrados se duplicó, lo que permitió extender la zona social y la habitación principal.

La transformación del apartamento

Entre los desafíos más importantes estuvieron la articulación entre los dos apartamentos, que, como si fueran piezas de encajar, se ensamblan a través de la chimenea y la biblioteca, así como también el remplazo y la redistribución de las redes, cuyas características distaban de los requerimientos actuales.

“Los desnudamos con el propósito de actualizar tuberías e instalaciones eléctricas, y acondicionar los espacios para nuevos usos”. Tras la segunda intervención, el programa incluyó una sala de televisión que antes no existía. 

Dentro de ese contexto es preciso señalar que el arte es protagonista en este proyecto, razón por la que aprovecharon las circulaciones originales de las viviendas para exponer una gran variedad de piezas.

“Además de la configuración y disposición de las ventanas, se conservaron los corredores, gracias a que presentan un ancho de más de dos metros, medida idónea para la exhibición de las obras”. Utilizando la espacialidad como recurso, el arquitecto logró recrear la experiencia de una galería de arte. 

Pero eso no es todo: la luz artificial desempeña un papel fundamental al permitir apreciar las obras de manera adecuada. De ahí que hayan instalado una serie de spots dirigibles, que iluminan con precisión cada una de las piezas. “La colección estuvo presente desde el inicio, pues el propietario es un apasionado del arte. Mi tarea fue conseguir que estas se ubicaran e iluminaran correctamente”.

La selección de acabados también contribuye a mejorar la experiencia espacial. Para el suelo escogieron una madera tipo SPC (Stone Plastic Composite), que tiene la cualidad de ser tolerante a la humedad, lo que permite instalarla en zonas de alto tráfico o susceptibles de mojarse, como la cocina y los baños.

“Está en la totalidad del apartamento, salvo las duchas. Era importante que no hubiera interrupciones o fragmentos de pisos, sino que un solo material recubriera toda el área, porque, con una altura libre de apenas 2,30 metros, debíamos hallar estrategias que ampliaran la percepción espacial”. 

La carpintería arquitectónica se renovó por completo —al igual que los enchapes que formaban parte del diseño original—. También fabricaron los muebles, como alacenas y armarios, en madera roble pintada de blanco. Por su parte, la propuesta de mobiliario y decoración estuvo a cargo de la arquitecta Carolina Arenas. 

Este apartamento, que ha sido testigo de la transformación de la arquitectura doméstica a lo largo de los siglos XX y XXI, construye un nuevo escenario de vivienda contemporánea, en el que tanto la experiencia espacial como la presencia de arte atraviesan la vida cotidiana. 

Cinco puntos para destacar

1. Inicialmente, eran dos apartamentos, pero tras la más reciente intervención quedó uno más amplio, de más de 400 metros cuadrados.

2. Debido a la antigüedad del edificio, hubo que remplazar y redistribuir todas las tuberías y los ductos de ambos apartamentos.

3. Dos corredores de más de dos metros de ancho sirven como espacio de exposición para las obras de arte. El arquitecto creó así una galería dentro de la vivienda.

4. La propuesta de interiorismo estuvo a cargo de la arquitecta Carolina Arenas, quien se ocupó de la selección del mobiliario y la decoración, excepto de la curaduría de arte.

5. Uno de los grandes desafíos del proyecto radicó en la conservación del lenguaje arquitectónico de la fachada, a pesar de la transformación interior que se llevó a cabo.