Un apartamento en los cerros orientales con una arquitectura dispuesta a la serenidad
María Juanita Becerra / junio 27 - 2024
“Cualquier trabajo de arquitectura que no expresa serenidad es un error”. Eso dijo el arquitecto mexicano Luis Barragán —Premio Pritzker en 1980—, al afirmar que los estados de ánimo generados por la arquitectura deben ser positivos y tranquilizantes, y no lo contrario.
Cincuenta años después, en una época completamente distinta de la del autor de esta frase —con aires de aforismo—, los arquitectos María Luisa Molina, Juan Diego Duque y Felipe Vejarano —de la firma MDV Arquitectura— han sabido crear un ambiente armónico y sereno para sus clientes, los propietarios de este apartamento ubicado en los cerros orientales de Bogotá.
En términos generales, este proyecto consistió en una remodelación total del inmueble —incluyendo no solo la organización espacial, sino los acabados—, que si bien alcanza los 360 metros cuadrados, su distribución original era un tanto desproporcionada: “La cocina era demasiado pequeña respecto a los otros espacios y en proporción al área del apartamento, sumado al hecho de que estaba aislada de la zona social, separada por muros divisorios”, explica la arquitecta.
La remodelación del apartamento
Tras la intervención, la cocina, antes cerrada y poco iluminada, interactúa constantemente con el comedor y la sala. Incluso podría decirse que es parte integral de ambos espacios. Esto responde a la lectura que hicieron los arquitectos de las dinámicas de los propietarios: “Los miembros de esta familia disfrutan haciendo reuniones sociales en las que la comida es protagonista. Por eso decidimos poner la estufa a un lado y liberar así la isla central de cualquier actividad que pudiera interferir durante los encuentros”.
Adicionalmente, reubicaron la zona de ropas e instalaron un conjunto de paneles de madera —pintada de poliuretano blanco—, cuya función es cubrir las puertas de acceso a este espacio y ocultar los electrodomésticos y el lavaplatos, pues uno de los requisitos de los propietarios para abrir la cocina al área social era que todo estuviera oculto para lograr una imagen más limpia. Gracias a esto, es amplia e iluminada; un ambiente limpio y sin excesos.
El comedor, que se sitúa contiguo a la cocina, cedió una parte a esta con el propósito de disponer de un área suficiente para la realización de las actividades que demanda este lugar. Así mismo, la zona social, que anteriormente se componía de dos salas, ahora está integrada por una sola de mayor tamaño.
Para ello elaboraron una biblioteca de grandes dimensiones, que cumple la función de articular ambos espacios como uno. Y la chimenea, que en el mundo actual ha perdido importancia, aquí se conservó, pero se la trasladó a otro lugar para aprovecharla mejor.
Los detalles de la arquitectura de la obra
La estrategia de los paneles de madera también se aplicó en el hall de acceso, donde se encuentran un clóset perchero, un pequeño depósito y el baño social. Allí, la presencia de cuatro puertas —contando la de entrada— habría afectado la calidad estética del lugar, viéndose compartimentado y saturado; de ahí que se hayan cubierto tanto los muros como las puertas, generando así una apariencia homogénea y sobria.
El color escogido para los paneles del hall es caoba oscuro y el tipo de luz utilizado es cálida, con el fin de transmitir serenidad y elegancia. Este espacio no debía ser iluminado como los demás, puesto que la intención era crear aquí una atmósfera formal y refinada.
Una de las áreas que más sobresalen del apartamento es la sala de televisión, cuya paleta de color y detalles arquitectónicos —como las molduras que sobresalen de las paredes— rememoran un estilo norteamericano.
Se diseñó para que sirva también como habitación auxiliar, por lo que puede permanecer abierta o cerrarse por completo mediante un sistema de puertas correderas, fabricadas en el mismo material de los paneles.
El mobiliario fue, en su mayoría, reutilizado, por lo que los arquitectos tuvieron que tomar varias decisiones en función de las piezas existentes. “Aquí surgió un reto: lograr armonizar los acabados con los muebles».
«El piso, por ejemplo, lo escogimos en un color relativamente oscuro para que contrastara con las tonalidades beige, crudo y blanco de los muebles, y con una textura natural, rugosa, que compagina con la de los paneles y algunas piezas del mobiliario”, agrega Molina. Haciendo eco de las palabras de Barragán, MDV Arquitectura ha concebido una vivienda que destila serenidad y estética por igual.
Cinco puntos para destacar de esta obra
1. La zona social tiene integrados el sonido y la luz. Los dispositivos se camuflan en la biblioteca para evitar la presencia de cables y aparatos electrónicos.
2. Los electrodomésticos de la cocina están ocultos, con la finalidad de darle una apariencia limpia al espacio.
3. Las manijas de la carpintería arquitectónica de la cocina están fabricadas en el mismo material de las lámparas; un detalle sutil, pero interesante.
4. Una terraza de gran tamaño abraza la zona social, al tiempo que permite admirar todo Bogotá.
5. El piso escogido recubre todo el apartamento, con independencia de que sea un área proclive a la humedad. Esto, con el fin de que el espacio se perciba más amplio y ordenado.
Me fascina. Hermoso.
Me interesa 3176552570 Jorge