Arquitectura

Arquitectura austera y sencilla en este estudio de Yoga en Subachoque, Cundinamarca

FOTOGRAFÍA: Juan Cristóbal Cobo Texto: camilo garavito / 
septiembre 20 - 2016
Arquitectura austera y sencilla en este estudio de Yoga en Subachoque, Cundinamarca
Una arquitectura sencilla pero impactante, basada en una paleta de materiales deliberadamente restringida, alberga un estudio de yoga que está cambiando la vida de los habitantes de Subachoque, Cundinamarca.

Kamadhenu es el nombre que adopta la diosa bovina, la madre de todas las vacas, en la mitología hindú. Símbolo de fertilidad, prosperidad y abundancia, esta diosa presta su nombre a la fundación Kamadhenu y a esta edificación, de la cual hace su hogar.

Ubicado en Subachoque, Cundinamarca, este sencillo edificio está enclavado en medio de un paisaje espléndido, rodeado del verde intenso y la tierra fértil de la sabana de Bogotá y de las sinuosas curvas de sus montañas. Es un espacio austero y sencillo, reposado, diseñado para difundir los principios del yoga, para albergar horas y horas de meditación y tranquilidad, propicio para encontrarse con el ser interior.

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Al edificio, diseñado y construido por Carolina Echeverri B. / Alberto Burckhardt C. Arquitectos, se accede a través de una escalera ceremonial, descendiendo desde el nivel superior hasta el patio. Vacío, limpio y árido, este último se convierte en el espacio central, el cual articula los tres módulos construidos que componen la estructura.

Abierto y en contacto permanente con el aire, su suelo acabado en piedra negra hace una clara alusión a la Tierra. En uno de sus costados resalta un pequeño volumen, un espejo de agua sobre el cual levita la imagen de Buda. En el centro del espacio aparece una chimenea para albergar el fuego. Aire (vaiú), tierra (bhumi), agua (ap) y fuego (agní); el patio central contiene en sí mismo los cuatro elementos principales que, junto al omnipresente éter (akashá), conforman los cinco grandes elementos que componen la naturaleza según el hinduismo y el budismo temprano.

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Frente al patio encontramos el volumen principal de la construcción, el cual aloja el salón de yoga: una planta completamente libre, con vidrios de piso a techo en tres de sus costados que difuminan el límite entre  interior y exterior. Es un espacio lleno de luz que se apropia del paisaje, y que al abrirse y extenderse hacia la terraza termina de fundirse con su entorno natural.

Los otros dos volúmenes albergan el área de servicios, con baños, cambiadores y la alcoba del instructor; además del área de comedor/cocina, un espacio de gran importancia para el funcionamiento del lugar, ya que la fundación no solo gira en torno al yoga y la meditación, también ofrece talleres de arte (música, pintura, teatro) y cocina.

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Las cubiertas inclinadas del salón de yoga y del comedor/cocina enfatizan la intención de integrarse y proyectarse hacia el paisaje, permitiendo que estos espacios sean bañados por una gran cantidad de luz y absorbiendo algo del calor del sol para comodidad de sus habitantes. Con el transcurso del día, la incidencia y el color de la luz cambian y los transforma por completo, ligando totalmente la experiencia a los ciclos de la naturaleza.

La paleta de materiales utilizados es deliberadamente restringida, limitándose a las texturas naturales que ofrecen el concreto, la madera y la piedra, complementados con la transparencia y liviandad de las generosas superficies de vidrio. La combinación de estos genera un ambiente cálido, sereno, bello y austero, otorgando todo el protagonismo al paisaje, la luz y la naturaleza.

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Estos materiales contrastan y se equilibran entre sí: la madera, tanto el pino chileno, que conforma la estructura en los espacios de yoga y el comedor/cocina, como la teca, utilizada en el mobiliario de cocina y espacios exteriores, otorgan calidez; el concreto, con su textura rústica, heredada de la formaleta de madera, expresa una sobria solidez; la piedra, oscura y áspera, nos conecta con la Tierra; mientras el vidrio, etéreo y transparente, permite y potencia el juego de la luz.

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El edificio, en términos generales, ha logrado los objetivos propuestos por la fundación; su ambiente tranquilo e inspirador lo ha llevado a convertirse en lugar de encuentro para los practicantes del yoga y la meditación, así como en espacio de reunión e interacción para la comunidad local. Sus actividades han contribuido al mejoramiento de la calidad de vida de los niños, las niñas, las familias y de toda la comunidad rural de Subachoque, todo a través del yoga, el arte y los proyectos productivos. Kamadhenu, la vaca, la diosa de la fertilidad, la prosperidad y la abundancia, ha empezado a entregar sus frutos en este pequeño rincón de la sabana de Bogotá.

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//revistaaxxis.com.co

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