Cuatro casas en Antioquia que resaltan la arquitectura de la región
Revista AXXIS / agosto 20 - 2024

Estos son cuatro ejemplos de casas que han sabido cómo relacionarse con el entorno desde la arquitectura de Antioquia.
1. Una casa que evoca calma
Diseñada por el estudio Trópico Arquitectura, —en asocio con la arquitecta Adriana Zelaya— en el municipio de Támesis (Antioquia), para una pareja con dos hijos, esta casa nació a partir del deseo de tener una finca de recreo, pero con la posibilidad de convertirse en un futuro lugar de residencia permanente. Uno de los requerimientos de la familia fue tener un área social, asociada a la piscina, pero separada del resto de la casa.

Esto condujo a un esquema de distribución fragmentado, en el que la construcción principal y la zona húmeda ocupan extremos opuestos en la parcela, pero además cada estancia se comporta como un volumen autónomo, articulado entre sí mediante un corredor perimetral semiexterior.

Tres cubiertas a cuatro aguas hacen eco del paisaje montañoso circundante y unifican la fragmentación volumétrica del proyecto, mientras un espejo de agua lineal conecta la piscina con la vivienda de forma escenográfica.

Una retícula de columnas de madera, apoyadas en piedras de tamaño mediano, confinan los patios entre volúmenes y definen el perímetro de la propiedad, comportándose como una segunda piel casi inmaterial, dislocada de los muros revestidos con pañetes hechos con pigmentos minerales.

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2. Un retiro de arte y cultura
A dos cuadras del parque principal del municipio de El Retiro (Antioquia), entre moradas coloniales y jardines, se erige la Casa de la Leona. En palabras de sus fundadores —la politóloga y gestora cultural María Montoya y el arquitecto Tomás Vega—, el proyecto es “un centro de arte y cultura contemporánea”.

En este recinto cultural conviven tres salas de exhibición para artes y oficios, una tienda especializada de diseño contemporáneo, un patio central donde se hacen los eventos abiertos al público, una biblioteca de libre consulta y un café bar llamado Candil.

Tomás Vega —cofundador del estudio A5 Arquitectura—, profesional que lideró al equipo que se encargó de restaurar la casa, explica que el proyecto se dividió en varias fases. “En la primera etapa intervinimos las tapias, organizamos los nichos y abrimos algunos espacios. También trabajamos las conexiones entre áreas e hicimos una cuidadosa labor de carpintería, con el fin de rehacer las puertas y ventanas con base en los patrones originales».

En esa misma etapa, nos concentramos en arreglar y unificar la red eléctrica, utilizando el primer trazado y privilegiando las necesidades de iluminación que requeríamos para los usos que iban a tener los recintos. Estaba desorganizada debido a la longevidad del edificio y sus múltiples intervenciones a lo largo de los años. Dejamos los cables a la vista, de manera trenzada, como un elemento estético del interiorismo, con aisladores cerámicos”, explica Vega.

El tercer momento de la restauración fue el diseño y la construcción del bar. “Escogimos una habitación que funcionaba como bodega y zona de ropas y la convertimos en una barra con una amplia oferta de coctelería, cosa que no es común en El Retiro. Trabajamos con madera y con texturas en las paredes para conservar el estilo del resto de la casa. Diseñamos una iluminación simple, coherente con el estilo de la vivienda y con cómo funciona la galería nueva”.

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3. Una espacialidad para adentrarse en el bosque
A partir del tradicional techo a dos aguas, los arquitectos responsables de esta casa en El Retiro (Antioquia) plantearon un hogar donde tres naves adosadas entre sí se abren a su entorno tropical.

Casa OT ocupa una parcela sin vista, rodeada de árboles, en la zona rural del municipio de El Retiro. Diseñada por el estudio DARP —liderado por los arquitectos Jaime Cabal y Jorge Buitrago— y construida por la empresa Superhabitat, crea un espacio íntimo que permite a sus habitantes adentrarse en el bosque.

El esquema funcional de este proyecto nació a partir del deseo del cliente por el techo a dos aguas, figura arquetípica de la arquitectura doméstica. Para los arquitectos, esto implicó una exploración técnica que condujo a la repetición de una sola sección, con ligeras variaciones, para generar una secuencia de tres naves adosadas entre sí.

Cada uno de los dos volúmenes laterales alberga la zona social y las habitaciones privadas, mientras en el central se define el ingreso a la casa como un umbral enfrentado a un patio central —donde un árbol solitario parece nacer de un espejo de agua—, con un estudio en el extremo opuesto al acceso. La presencia del patio cualifica el salón y el comedor, así como el corredor de las alcobas, y orienta la mirada hacia los reflejos que se captan en el estanque.

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4. Una casa que se integra de tres formas a al paisaje
Los parámetros de esta vivienda, diseñada por la arquitecta Clara Arango y el arquitecto Orlando García, fueron muy claros desde el comienzo. Los propietarios querían una vivienda de dos habitaciones —en torno a 120 metros cuadrados—, ubicada en el punto más alto de la montaña, con una terraza en la cubierta, y cuya construcción minimizara la necesidad de movimientos de tierra.

En el desarrollo del proyecto, planteado por Arango y García, se racionalizó la forma de la naturaleza existente, generando un monolito triangular, un basamento y un techo de concreto; un mirador que domina el horizonte, un refugio integrado a la montaña.

El disfrute del espacio se plantea a través de tres vivencias distintas, de tres tipos de interacciones con el paisaje. En el nivel superior, la punta de la montaña, se establece una relación abierta y libre, desde la experiencia de una cubierta habitable, cuyos límites se funden con el infinito.

En el nivel intermedio, una zona transparente se proyecta de manera direccionada hacia las vistas lejanas, enmarcando la vista a partir de su disposición geométrica. En el nivel inferior, un pedestal sólido se incorpora íntimamente a la topografía, conectando con los jardines y el entorno natural en una forma más cercana.

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