Edificio de la U. del Quindío tiene una arquitectura en consonancia con el entorno
María Juanita Becerra / marzo 14 - 2024

La nueva sede de la Facultad de Ciencias Agroindustriales de la Universidad del Quindío remplaza una antigua construcción que se había adaptado como sede de la escuela, pero cuyas condiciones físicas no eran las más idóneas para el desarrollo de las actividades pedagógicas y productivas.

En efecto, uno de los lineamientos de la obra —llevada a cabo mediante una convocatoria privada— era que el edificio debía albergar espacios tanto de carácter académico como productivo, puesto que la facultad trabaja de la mano con varias empresas del sector agroindustrial en proyectos específicos. Así, se pone de relieve la importancia del vínculo entre los campos académico y laboral.

Con esto en mente, los autores del proyecto, los arquitectos Julián Larrotta, Carlos Andrés Montaño, Juan Carlos Mejía y Juan Sebastián Quintana, diseñaron un edificio capaz de acoger múltiples actividades, y no solo aulas de clase. De hecho, realmente son tres cuerpos que se articulan entre sí y en conjunto, por medio de una plaza pública llamada Plaza del Sol.

“Este espacio es el gran protagonista, porque conecta sus principales componentes y promueve el intercambio y la comunicación entre los miembros de la comunidad universitaria”, señalan. Esta plaza se revistió de una baldosa antideslizante color humo, especial para exteriores de la compañía Alfa.

La distribución espacial del edificio
El primer edificio está destinado a las plantas piloto, nombre que la facultad les da a los laboratorios donde se llevan a la práctica proyectos asociados a la industria agropecuaria. Este se compone de dos volúmenes —cada uno de dos niveles—, unidos por el punto fijo —escaleras—. Su acceso, dispuesto a una altura inferior a la de la plataforma pública —Plaza del Sol—, aprovecha el desnivel resultante de la topografía en pendiente.

El segundo edificio consta de un bloque de cinco pisos, en el que se encuentran la decanatura, los salones, los laboratorios de análisis de alimentos y un área lúdica en la terraza: la cafetería. Su orientación permite que la plaza reciba sombra en horas de la tarde y durante la mayor parte del año.

Su fachada, construida con láminas de Panelex perforado color turquesa —de la compañía Lamitech, distribuidas por DecoEstruktura e instalada y diseñada por el arquitecto Mauricio Camargo —, es resistente a los rayos UV, retardante al fuego, antigraffiti y, algo importante en la actualidad, bajo emisor de carbón.

Esta fachada, que cubre una superficie de 400 metros cuadrados, fue ejecutada por Escenarios Arquitectónicos, a cargo del arquitecto Mauricio Camargo Herrera y la especialista en proyectos Greis de la Rosa.

El dúo desarrolló una propuesta moderna con el propósito de que a través suyo el edificio se convierta en un hito arquitectónico, pero también pensando que fuera de fácil mantenimiento y limpieza. Adicionalmente, incorporaron 1.023 metros cuadrados de cortasoles de diferentes tamaños, en un color que se mimetiza con la textura tanto del volumen como de la plaza contigua.

El tercero y último abarca el auditorio o aula máxima, que está enterrado para que su cubierta sea un balcón o mirador desde el cual admirar el paisaje circundante, puesto que se trata de una zona de protección ecológica.

En este punto, cabe destacar lo siguiente: “Las gradas, que descienden desde la Plaza del Sol hasta el auditorio, sirven como un pequeño teatro al aire libre, donde los estudiantes pueden realizar actividades como cuentería, obras de teatro o simplemente parchar un rato”, comentan.

Mobiliario y más detalles de la obra
En relación con el mobiliario, la empresa Moderline participó en el diseño y fabricación de los muebles para buena parte del proyecto, incluyendo los laboratorios de fisicoquímica y microbiología, las aulas de clase, las oficinas administrativas y las terrazas de descanso.

Para ello analizaron la interacción de los usuarios con el espacio y el mobiliario; así como la imagen corporativa, la forma del edificio y la fusión de estos elementos. El resultado: una correcta integración del mobiliario a las edificaciones.

En términos urbanísticos, el proyecto demuestra un noble compromiso con el campus universitario. Prueba de esto es que, en vez de dar la espalda al edificio de Ciencias Económicas —existente—, lo integra al planteamiento general y crea un acceso directo y abierto desde la Plaza del Sol. Así mismo, la conexión visual y espacial con la zona de protección ambiental evidencia el respeto de esta arquitectura con el entorno natural.

Desde un comienzo, se “buscó que la arquitectura estuviera en consonancia con el lugar. Por eso se articula con las preexistencias naturales y artificiales, al tiempo que crea espacios de encuentro y aprendizaje colectivo; con esto se favorecen la inclusión y la conciencia medioambiental, un objetivo compartido con la institución”.

Cinco puntos para destacar de esta obra
1. El corazón del proyecto es una plaza de carácter público, que prioriza el bienestar de la comunidad.
2. El empalme entre las actividades pedagógicas y productivas se materializa no solo en el programa institucional, sino también en la arquitectura, la cual responde a este objetivo.
3. El sistema de cerramiento del segundo edificio permite controlar la incidencia del sol y garantizar buenos niveles de confort térmico en el interior.
4. Existe un eje de conexión entre el edificio de Ciencias Económicas y la zona de protección ecológica, que enfatiza la Plaza del Sol a través de su espacialidad.
5. La plataforma es, en un sentido amplio, un mirador desde el cual se puede admirar la naturaleza que abraza al proyecto.
El título no hace alarde del proyecto, no tiene ninguna relación con el entorno verde,seguramente su huella de carbono es muy alta y tiene demasiados materiales poco ecológicos . Demasiado concreto en áreas exteriores