Arquitectura en época de pandemia: un centro cultural bajo tierra en España
Rodrigo Toledo / abril 20 - 2020
Guillermo Vázquez Consuegra esreconocido como uno de los arquitectos españoles más influyentes de las últimas
décadas. Con una gran cantidad de proyectos construidos en España y otros países de Europa, su obra se enfoca
principalmente en edificios de uso público.
Su diseño para el Centro Cultural Caixaforum, en Sevilla, no solo aborda la esfera del espacio colectivo, también recicla una estructura preexistente para darle nueva vida. El banco español La Caixa ha construido infraestructuras culturales en varias ciudades de ese país, que, por lo general, intervienen edificaciones antiguas en desuso. Algunos
de estos centros han sido diseñados por reconocidos arquitectos, como los suizos Herzog & De Meuron, en Madrid, y la catalana Carme Pinós, en Zaragoza.
En este caso, el proyecto debía reutilizar una estructura de concreto parcialmente enterrada y destinada a parqueaderos. El nuevo edificio tenía, por un lado, que adaptarse a ella, y por otro, generar un gesto arquitectónico visible. El resultado es una obra que dispone sus estancias principales bajo tierra y que además construye una
marquesina con una geometría singular al nivel de la calle.
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Un auditorio, dos salas de exposiciones y talleres para actividades culturales están ubicados abajo para aprovechar las áreas disponibles del parqueadero. Allí también quedan una cafetería y la administración del centro. Arriba, la marquesina se define como un volumen armado en paneles de espuma de aluminio con recortes curvilíneos.
Mientras su forma resulta de la presencia de los árboles cercanos, su materialidad porosa hace que se comporte como un lucernario que baña al vestíbulo subterráneo con la luz del sol, ltrada por este gran colador.
Aquí proponen dos arquitecturas: una interior, excavada y ceñida a una retícula ortogonal de columnas, y otra aérea, abierta y ligera, recortada para admitir a la vegetación y, al mismo tiempo, generar un acceso a la escala de lo urbano. Estos dos ámbitos se comunican a través de la luz titilante que pasa de uno a otro. Sus recintos, corredores
y escaleras conducen a los visitantes de manera gradual desde la cotidianidad de la calle hacia un mundo oculto bajo la ciudad, en el que lo viejo y lo nuevo conviven como un espacio para la cultura y las artes. ■