Arquitectura pública: la nueva obra de Rem Koolhaas es un teatro en Taiwán
Rodrigo Toledo / junio 21 - 2022
En la cultura de la antigua Grecia el teatro desempeñaba un papel fundamental y
era un espacio para la vida colectiva de los ciudadanos. Su arquitectura elemental –una tribuna orientada hacia un escenario– ha cambiado poco a través de los siglos, pues resulta la disposición espacial más eficiente para conducir la mirada de muchos espectadores a un solo punto.
Este proyecto de la firma OMA, dirigida por el arquitecto holandés Rem Koolhaas –ganador del Premio Pritzker en 2000–, cuestiona las posibilidades que tiene el teatro como tipología arquitectónica y, aunque repite el esquema funcional básico, combina los elementos de tal manera que favorezca la flexibilidad de su uso y su relación con la ciudad.
Recientemente inaugurado en Taipéi, Taiwán, este Centro de Artes Escénicas está compuesto por tres volúmenes diferentes que se conectan a un cubo central. El primero de estos, llamado la caja azul, es un auditorio con capacidad para 800 personas; el segundo es un gran teatro inclinado con 1500 sillas, y el tercero es una esfera que contiene una última sala, también para 800 espectadores. El cuerpo que recibe a estos tres alberga las áreas técnicas y de soporte para el funcionamiento de los escenarios.
Esta unión de geometrías diversas produce un edificio singular que se destaca en su entorno urbano. Los volúmenes sobresalientes se revisten de láminas metálicas mientras las fachadas del cubo central se construyen con paneles de vidrio corrugado. Al mismo tiempo, esta estrategia permite que las salas se integren. La caja azul y el gran teatro se pueden unificar para formar lo que los arquitectos llaman un “superteatro”, un auditorio con las dimensiones de una fábrica, ideal para eventos de magnitudes inéditas hasta el momento en la ciudad. En la esfera, por otro lado, el área se puede subdividir de diferentes maneras según la necesidad.
El volumen central lo levantan con el fin de crear una plaza. Desde ahí aparece una circulación que atraviesa los tres auditorios y en la que, gracias a sus fachadas acristaladas, los transeúntes pueden ver hacia adentro. Lo que usualmente se oculta al exterior es revelado en esta obra. Esto trasciende la condición pública del teatro y lo hace accesible a todo el que camine por el edificio y la plaza.
“El teatro tiene una tradición muy larga. Hemos visto recintos contemporáneos cada vez más estandarizados, con principios de funcionamiento interno conservadores. Aquí en Taipéi pudimos combinar tres auditorios de una manera particular. Estamos interesados en ver cómo esta arquitectura tendrá un impacto en términos de ampliar lo que podemos hacer en el teatro”, concluye Koolhaas. ■
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Es una gran arquitectura y creo que lo que más capta la atención son las formas que salen del edificio dándole volumen por lo que hace que sea atractivo