En esta casa en Cartagena, el lujo se integra sutilmente a la vida cotidiana
Mónica Barreneche / enero 22 - 2025
La calle de la Carbonera, en Cartagena —cuyo título viene del almacenamiento de carbón—, es tanto la ubicación como el origen del nombre del más reciente proyecto de la diseñadora de interiores Lorena Pulecio y el arquitecto Vladimir Caballero.
Después del éxito de un proyecto anterior en Getsemaní —un barrio obrero, alejado del casco histórico—, Lorena quiso reinterpretar el estilo que había logrado junto con Vladimir, pero esta vez decidió llevarlo hacia un enfoque más lujoso y minimalista.
“Es como entrar en una versión evolucionada de la casa anterior, que era cálida y con tonos terrosos; aquí exploramos texturas y colores más fríos”, comenta la diseñadora. Sin embargo, la vivienda conserva una atmósfera acogedora; es más, ayuda a relajar la vista, un efecto que se agradece debido a que el centro histórico de Cartagena es vibrante y lleno de color.
El nuevo diseño de la casa
De la vivienda original, solo conservaron el estilo de la fachada; los restantes 588 metros cuadrados los hicieron de cero, respetando los parámetros patrimoniales. La Casa de la Carbonera se despliega en cuatro plantas y, con su estilo townhouse, ofrece múltiples espacios habitables, como el salón principal, la cocina abierta, el comedor, un estudio de trabajo, el foyer, una sala auxiliar (foto), la piscina, terrazas, jacuzzi, baños y cinco habitaciones preparadas para alojar a más de una docena de invitados.
Los tonos fríos predominan en la sala auxiliar, donde los textiles y las maderas —en mobiliario y objetos decorativos— se inclinan por los colores tierra para dar ese toque de calidez a la propuesta. Las texturas están presentes en cada rincón de este lugar, van desde las vigas de las cubiertas hasta los curiosos espaldares de las poltronas, tejidos con una fibra natural para amarrar maderos.
Así, con este proyecto arquitectónico en la ciudad vieja de Cartagena se demuestra que el lujo no depende del exceso ni de la opulencia, sino que puede integrarse sutilmente en la vida cotidiana.