Por su forma en H, la vida en esta casa en Antioquia transcurre entre patios
Rodrigo Toledo, arquitecto y profesor asistente de la Universidad Pontificia Bolivariana / mayo 27 - 2024

La cordillera de los Andes define la geografía y el clima del oriente antioqueño. Los municipios de esta región cercana a Medellín se caracterizan por un ambiente tropical de montaña, con temperaturas entre los 10 y 25 grados centígrados, en promedio.

Gran parte de la extensión de esta región es boscosa, mientras que su topografía es escarpada y atravesada por ríos y quebradas. Estas condiciones hacen que la arquitectura residencial de la zona responda a días cálidos y fríos, a momentos de sol y de lluvia, y la forma en que se adapta a su entorno suele ser con espacios intermedios entre el interior y el exterior, como terrazas, patios y balcones.


No se trata de aquella arquitectura tropical estereotípica de techos de paja y sin fachadas; se trata de otra expresión de la habitabilidad del trópico.

Por otro lado, el relieve montañoso facilita la condición de mirador en este tipo de residencias. La vista es, por lo general, uno de los factores determinantes para el emplazamiento de la construcción en el terreno, pero tal condición no siempre se cumple.

En esta casa de 455 metros cuadrados, construida en el municipio de Rionegro y diseñada en conjunto por los arquitectos Ana Villa y Juan Correa, se recogen estos valores arquitectónicos, pese a que se ubica en un lote sin vista.

La arquitectura de la casa

Esta particularidad condujo a sus diseñadores a poner a prueba el modelo de la casa de patio para crear un paisaje cercano; un primer plano de vegetación para una arquitectura abierta que no solamente lo observa, sino que lo construye para mezclarse con él. Así, definieron hacer la planta del proyecto en forma de H, donde tres cuerpos construidos se relacionan entre sí y con el entorno inmediato a través de dos patios.

El primero de estos patios configura el acceso a la casa como un jardín parcialmente cubierto, mientras el segundo es ocupado por una terraza bajo pérgola que extiende la zona social hacia afuera.

En ellos, el arquitecto paisajista Santiago Urreta dispuso plantas de tallas baja y media para acompañar y animar el recorrido que atraviesa esta obra y garantizar así la privacidad de los ambientes íntimos. Los vacíos que deja la huella de esta arquitectura, construida con muros, pisos y techos, son conquistados por tierra y hojas verdes que sirven de filtro visual y paisaje inmediato.

El diseño de la obra
La distribución de los espacios obedece a la forma de la planta. Las dos barras paralelas se destinan una a los servicios y la otra a las alcobas, al tiempo que la central, que las conecta perpendicularmente, alberga la zona social. Este esquema promueve la relación directa entre los dos patios y las estancias ubicadas en las esquinas de los cuerpos paralelos.

Esto permite que la cocina, solicitada por el cliente como punto de encuentro para reuniones familiares y sociales, se vincule con el comedor interior, pero también se asocia con la terraza social gracias a una barra que rompe la fachada de la casa. De la misma manera, la alcoba principal y el estudio —ubicados en extremos opuestos— se asoman sobre los jardines. La vida doméstica sale y entra en forma intermitente.

La materialidad del proyecto está determinada por el ladrillo a la vista. Las piezas de gran formato color tierra definen los muros de fachada. La estructura de soporte consiste en dos sistemas combinados.

En primera instancia, una serie de columnas de concreto, ocultas entre las paredes de ladrillo, las situaron en las zonas de servicio y alcobas. Adicionalmente, la cubierta del área social está soportada por un pórtico en acero. La ejecución de la obra estuvo a cargo de la empresa Nivelum y el diseño estructural fue responsabilidad del ingeniero Gilberto Olier.

Existe una diferencia entre la simplicidad y la síntesis. Ana Villa y Juan Correa proponen en este proyecto una arquitectura que se muestra simple a primera vista, pero que al acercarnos revela sus múltiples intenciones, sintetizadas en una forma elemental.

Deliberadamente, se aleja de las modas temporales para operar desde los valores inamovibles del trópico andino. Surge desde un entendimiento profundo de su contexto geográfico y cultural, pero también a partir de una lectura rigurosa de su entorno inmediato, para crear un paisaje donde no existía e invitar a sus habitantes a vivir entre patios.

Cinco puntos para destacar de esta obra
1. La ausencia de una vista lejana en el lote contribuyó al diseño de la casa en función de dos patios.
2. La planta de la casa, en forma de H, promueve las relaciones entre las estancias y los jardines.
3. El ladrillo a la vista, color tierra, homogeneiza la materialidad del proyecto.
4. Los dos patios, enfrentados, introducen la vegetación hacia el espacio interior.
5. Los arquitectos se alejan de las modas para trabajar con los valores del contexto de la obra.