Conozca esta sorprendente casa familiar en medio de las montañas colombianas
Fotografía: Iván Ortiz Producción: Diana Tovar Texto: Eugenia Gaviria / junio 6 - 2015

Este proyecto comenzó con el estudio realizado a cuatro familias -en el cual participaron todos sus integantes- para determinar las aspiraciones individuales y lo que creían estos socios debía tener la casa de descanso que iban a compartir. Con este completo y complejo mapa de trabajo, el arquitecto Mauricio López, de la oficina Rafael López Uribe, determinó junto a los propietarios la organización del proceso de diseño y de contrucción.
Un muro de piedra -material sacado del lote durante la obra- y una imponente puerta de madera reciben al visitante, que acontinuación se topa con un hall del cual se desprenden dos de las circulaciones de la casa: si la persona camina recto se encuentra el primer volumen- el cual tiene vista al cañón- donde están cuatro habitaciones principales-todas iguales-, organizadas en dos pisos y conectadas por una escalera central; si antes de llegar al primer bloque voltea a la izquierda hallará un estar de alcobas y a cada lado del mismo dos dormitorios, un lado para las niñas y el otro para los niños.
Al tercer y último volumen se accede girando a la derecha desde el hall, este alberga la zona social, el salón, el comedor, la cocina y, detrás de esta última el área de servicio.
El agua es protagonista en la terraza con BBQ, pues genera frescura y en su reflejo las motañas se mimetizan con la arquitectura, siempre armoniosa con el paisaje exuberante que la acoge. La piscina infinta, que juega con el verde de la naturaleza, cuenta con una playa panda y un segundo nivel más profundo, y de ella se desprende el jacuzzi, todo enchapado en pizarra negra, que cambia de color dependiendo de la hora del día y sus reflejos.
En otras áreas de esta casa campestre el agua es un punto de contemplación: espejos de este elemento rematan algunas zonas y, además, todo el sistema de agua está conectado a la piscina para que recircule y siempre esté limpia.
Las texturas y las diferentes alturas acompañan el recorrido de esta casa de campo, donde cada volumen está conectado por circulaciones abiertas, algunas con cubierta dura y otras con grandes pérgolas metálicas que cuelgan y generan distintas sensaciones, todas diseño del arquitecto Mauricio López. Igualmente los cambios de material y los jardines de Ramiro Olarte engalanan el trayecto, siempre diverso.
Toda la casa, cuyas paredes tienen pañete y pintura, está compuesta por una decoración sobria y sencilla, pensada para una vivienda abierta, sin muros y que colinda o con el agua o con los jardines, pero siempre con la naturaleza a sus pies.
Así mismo, la luz es todo un tema para el arquitecto, que ayudado por Alba Irene Castro no plantea una iluminación de los espacios, sino distintos juegos de luz y sombra a través de ranuras sobre los muros a distintas alturas. Sus pisos son de mármol Sinú Veta y para las puertas, realizadas por el carpintero Miguel Moya, emplearon palitos de madera y anjeo interior.
Entrar a esta casa campestre es una experiencia sensorial que se alimenta de las texturas, los colores y la naturaleza; su recorrido lleva al visitante a descubrir una propuesta que busca la comodidad en concordancia con el pasisaje circundante que abraza su arquitectura.
Bellisima casa, el contraste contra las montañas es espectacular