La memoria de una casa ubicada en el bosque seco tropical de Cartagena
María Juanita Becerra / septiembre 20 - 2024
“La gente, las personas que habitan los edificios, siguen siendo, en el fondo, los grandes olvidados de la arquitectura residencial. Sin embargo, una casa es una vivienda, más la gente que la habita y los objetos que guarda”. Esto sostiene el profesor Xavier Monteys sobre la vivienda y el problema que se genera al separarla de sus habitantes en el contexto de la arquitectura. ¿Qué es una casa sin sus ocupantes? ¿Un espacio vacío físicamente y, a la vez, carente de sentido?
Lo mismo se preguntaron los hermanos Juan Antonio y María Rebeca Piñeres, arquitecto y diseñadora de interiores, respectivamente, quienes se encargaron de reconstruir una casa familiar que su padre, también arquitecto, había levantado en Turbaco (Bolívar), en la década de los sesenta.
“La vivienda original fue depositaria de memorias, de recuerdos. Momentos de la infancia que nos constituyen y son de inmenso valor para nosotros”, comenta Juan Antonio. Esto explica la decisión de recuperarla y hacer realidad el sueño, varios años aplazado, de darle una segunda vida y permitirles a los hijos y los nietos de la familia disfrutarla como habría querido su padre.
La casa original, a pesar de ser tan importante para la familia, terminó abandonada durante largos años debido a la violencia que azotaba esa región del país, por lo que sus condiciones al momento del proyecto impedían reformarla.
La única opción era reconstruirla manteniendo aspectos esenciales, como el lugar de emplazamiento, la orientación y el uso de materiales locales. “Tuvimos que elevarla 60 centímetros por encima del nivel del suelo, a causa de los efectos del cambio climático en el terreno, para evitar la entrada de animales a la casa”, agrega Juan Antonio.
Pero lo más relevante, además de la voluntad de reivindicar la memoria familiar por medio de la arquitectura de la casa, es su ubicación, ya que es vecina del Jardín Botánico de Cartagena Guillermo Piñeres; esto se debe al hecho de que los terrenos que ocupa en la actualidad el equipamiento los cedió la familia Piñeres a esta ciudad.
La historia de la vivienda
“Antiguamente, estos terrenos pertenecieron a mi familia paterna, pero pasado el tiempo, nuestros abuelos tomaron la decisión de ceder una parte; algo que celebro, porque hoy Cartagena goza de nueve hectáreas de tierra dedicadas a la preservación de la naturaleza. Y nosotros conservamos la parte donde se encontraba la casa anterior, que es la misma donde se aloja la nueva”.
La región donde están tanto la casa como el Jardín Botánico de Cartagena presenta un conjunto de características biológicas que la clasifican dentro de la categoría de bosque seco tropical, que corresponde a un ecosistema distribuido entre los 0 y 1.000 metros de altitud, con temperaturas superiores a los 24 grados centígrados y dos periodos de sequía al año.
Lo anterior hace que en esta zona haya una gran diversidad de fauna y flora, con capacidad de adaptarse de múltiples maneras al medio ambiente. De ahí que este lugar haya resultado propicio para la construcción del Jardín Botánico, y sea un escenario de ensueño para una vivienda de descanso. “Esto es un paraíso natural. Hay numerosos tipos de flores exóticas, algunas de las cuales cultivamos nosotros. Y los monos aulladores que escuchamos desde aquí son una verdadera belleza”, dice María Rebeca.
El nuevo diseño de la casa
Dadas las condiciones del lugar, era clave que la nueva edificación no solo respetara las preexistencias naturales, como la profusa vegetación y el arroyo que fluye junto a una de las fachadas, sino que se fundiera con él por medio de su materialidad.
En este sentido, emplearon materiales locales, como piedra extraída de una cantera localizada a un par de kilómetros del terreno, y palos de corozo que se utilizan en la arquitectura vernácula de la zona, así como materiales modernos: vidrio en las fachadas y metal en la estructura.
En cuanto a la distribución, el área social —cocina, comedor y sala— es abierta y está orientada hacia el arroyo, además de que se puede admirar la espesura del bosque que rodea la casa a través de generosas puertaventanas de 2,70 metros de altura. Las habitaciones son paralelas al área social, mirando hacia el lado opuesto. Son tres para todos los miembros de la familia, que ahora disfrutan pasar los días de descanso en la “caja de vidrio”, como le han empezado a llamar algunos.
El diseño interior, desde los acabados hasta el mobiliario, lo concibieron en función de la naturaleza que abraza la casa. Enchapes verdes, madera, fibras naturales y objetos adornados con motivos animales y florales son la base.
“Los muebles los fabricó a la medida un primo que trabaja en carpintería usando madera teca. Los sofás, por ejemplo, son más profundos, con el fin de que sirvan como cama auxiliar, y el comedor estilo art déco se restauró, complementando la imagen rústica y atemporal del interior. En el exterior, el mobiliario está tapizado con una tela de rayas que da continuidad al enchape, a rayas también, de la piscina”, explica María Rebeca.
Este proyecto arquitectónico, que revivió una vieja pero buena arquitectura, se diluye en la naturaleza indómita del bosque seco tropical, para seguir construyendo memorias y recuerdos como en el pasado.
Cinco puntos para destacar de esta obra
1. El lote original de la vivienda abarcaba las hectáreas que ocupa actualmente el Jardín Botánico de Cartagena. La familia cedió una parte del predio a la ciudad y conservó el lote que ocupa la casa, llamado Matute.
2. En el lote existía una casa, que estuvo abandonada durante muchos años debido a la violencia que azotó a la región.
3. Para la construcción se utilizaron materiales tanto locales como modernos.
4. El mobiliario se fabricó a la medida para satisfacer necesidades específicas de la familia.
5. La zona donde está el proyecto se denomina ecosistema bosque seco tropical, que se caracteriza por la presencia de fauna y flora en abundancia, incluyendo flores como ave del paraíso y monos aulladores.
Pude disfrutar de la belleza exuberante del sitio. Es como si los árboles milenarios y el arroyo vivo, estuvieran dentro de la casa. Se logrò la fusión del entorno con la edificación. Eso es la naturaleza en pleno
Muy hermosa la casa y la decoración, he estado en el jardín botánico pero no la he visto.
Ese fabuloso proyecto inspiración tiene recuerdo felices , arte y herencia de buen gusto