Esta casa en Medellín se posa entre su geografía por medio de terrazas y jardines
Rodrigo Toledo, arquitecto y profesor asistente de la Universidad Pontificia Bolivariana / julio 28 - 2023
La relación íntima que existe entre arquitectura y geografía se gestó hace milenios. En la antigua Grecia, los teatros se construían persiguiendo la pendiente de las colinas para lograr el escalonamiento de la tribuna.
Así mismo, los templos, concebidos como la casa de los dioses, coronaban las cumbres de las montañas, hasta donde los ciudadanos peregrinaban para rendirles culto. Podría pensarse que la arquitectura no es más que una extensión de la geografía, el mundo habitable que construimos sobre el salvaje y agreste, para domesticarlo.
Gran parte de la arquitectura que se hace en Colombia está condicionada directamente por la geografía. Los Andes son un determinante fundamental para la manera en la que construimos, desde el movimiento de tierra para crear pequeñas planicies hasta las arquitecturas escalonadas que aparecen sobre ellas.
El objetivo del proyecto
Esta casa, de 670 metros cuadrados, ubicada en el perímetro urbano de Medellín, se diseñó en función de la topografía montañosa del lote que ocupa, para así distribuir los espacios privados y sociales en una secuencia de niveles.
Inicialmente, el proyecto estuvo a cargo del arquitecto antioqueño Simón Laverde, que propuso el esquema de organización espacial. Posteriormente, la firma local Del Valle Studio, dirigida por el diseñador industrial David del Valle, se encargó de formalizar la arquitectura de la casa, así como del diseño interior.
El cliente pedía un ambiente doméstico recogido, pero al mismo tiempo quería espacios amplios y cómodos para disfrutar de encuentros sociales. Esta contradicción llevó a los diseñadores a proponer una espacialidad de alturas generosas con materiales cálidos visualmente, como la madera.
Por otro lado, el uso de Alucobond —paneles de aluminio con un núcleo de agregado mineral— como enchape de fachada, instalado para garantizar una cámara de aire entre este material y la estructura de la casa, generó un aislante térmico que, junto con la disposición de ventanas altas horizontales para captar la luz del sol, produce una temperatura confortable en el interior. El recogimiento aquí no depende del tamaño de los espacios, sino de una estrategia bioclimática que permite amplitud en clima frío.
Distribución espacial de la casa
El ingreso está definido por una serie de transparencias que conducen la mirada hacia el paisaje distante. La puerta principal de vidrio, enfrentada a un patio interior delimitado parcialmente por vidrieras, traza un recorrido que remata en un mirador semiexterior, amenizado por un estanque para bañarse. Esta circulación de acceso separa el volumen en dos alas, donde una contiene el área de servicios y la zona social, mientras la otra alberga las alcobas.
Por su parte, el salón y el comedor se abren directamente hacia un jardín, mientras los dormitorios se desvinculan de zonas exteriores para garantizar su privacidad. Las fachadas del área social y la alcoba principal están hechas en vidrio a tope —no tienen perfiles— para gozar de una vista de la ciudad sin obstrucciones.
Sobre los corredores, las esquinas de los muros revestidos en listones de madera se redondearon para desdibujar sus aristas. Esta jugada sutil produce un efecto de continuidad visual en las superficies de la casa y suaviza la geometría de los espacios que estas paredes delimitan. Todas las estancias sociales están conectadas entre sí y disfrutan de una relación directa con el patio. Un sistema de puertas correderas permite cerrar la cocina cuando sea necesario.
Ubicada en el lado de las alcobas, una escalera conduce al segundo nivel, donde una sala de estar y una habitación para huéspedes, equipadas con una cocina privada, se complementan con una terraza ajardinada que es, a su vez, la cubierta del cuarto principal.
Este espacio a cielo abierto, que permite tener privacidad sin necesidad de encerrarse, se comporta como una segunda zona social. Así, la arquitectura de esta casa gestiona el nivel de intimidad de sus ambientes con esquemas de organización que no solamente funcionan en planta, sino también en sección.
Este fue el trabajo de David del Valle: comprender que la materialidad y la geometría de los muros debían remitir a lo doméstico, perforar el espacio con un patio que permite que el mundo exterior penetre en la casa y entender que el aprovechamiento de los techos como zonas habitables ofrece múltiples posibilidades para una vida doméstica que se integra y se separa en función de una relación visual con el paisaje.
Esta casa, diseñada gracias al esfuerzo conjunto de Simón Laverde y Del Valle Studio, y construida por la empresa Manyobra, aparece como una arquitectura que se posa sobre la montaña pero que además la termina de conformar, esta vez domesticada, entre los espacios arquitectónico y geográfico, entre miradores, jardines y terrazas.
Cinco puntos a destacar de esta obra
1. El encargo requería una casa con un ambiente recogido, pero al mismo tiempo solicitaba espacios amplios, lo que condujo a una estrategia bioclimática para las fachadas, con el propósito de garantizar una temperatura confortable.
2. El patio central divide el proyecto en dos alas para separar la zona social de las habitaciones.
3. Tanto el salón como la alcoba principal gozan de una vista privilegiada sobre Medellín.
4. Las esquinas curvas en los muros suavizan visualmente los corredores de la casa.
5. El aprovechamiento de la cubierta como un espacio habitable permite tener distintos ambientes para la socialización, con independencia entre sí.
Una arquitectura donde tanto los requerimientos del cliente como todo aquello que se tuvo en cuenta como la consonancia con la topografía para desarrollar una espacilidad donde nada se deja a la improvisación
Una arquitectura donde tanto los requerimientos del cliente como todo aquello que se tuvo en cuenta se refleja en la consonancia con la topografía para desarrollar una espacilidad donde nada se deja a la improvisación