Una casa en Antioquia renovada para ser un retiro de arte y cultura
Mateo Arias Ortiz, editor digital de AXXIS / julio 25 - 2024
A dos cuadras del parque principal del municipio de El Retiro (Antioquia), entre moradas coloniales y jardines, se erige la Casa de la Leona. En palabras de sus fundadores —la politóloga y gestora cultural María Montoya y el arquitecto Tomás Vega—, el proyecto es “un centro de arte y cultura contemporánea”.
En este recinto cultural conviven tres salas de exhibición para artes y oficios, una tienda especializada de diseño contemporáneo, un patio central donde se hacen los eventos abiertos al público, una biblioteca de libre consulta y un café bar llamado Candil.
Si bien la iniciativa existe desde 2021, la casa que la alberga data de mucho tiempo atrás. De hecho, fue una de las primeras edificaciones del pueblo, fundado en 1790. Según cuenta María Montoya, “es probablemente la última vivienda de El Retiro que conserva su fuente original en medio del patio”.
La razón por la que muchos otros inmuebles ya no tienen algunos elementos originales es que en el municipio no es común que las construcciones estén protegidas por el estatus del patrimonio arquitectónico, razón por la cual la conciencia por el cuidado de los valores históricos tiene que venir de los propietarios y de los arquitectos.
“La casa la encontramos por azar. La idea de hacer un centro cultural nació primero, y luego nos pusimos a buscar dónde desarrollarlo, pero nos interesaba sobremanera que fuera en una zona rural. Nos enamoramos del inmueble, aunque estábamos conscientes de todo el trabajo de restauración que esto implicaría. Fue un proceso largo, en el que parecía que la misma casa iba hablando y pidiendo lo que necesitaba”, puntualiza Montoya.
Ahí comenzó la delicada labor de Tomás Vega —quien también es cofundador del estudio medellinense A5 Arquitectura—, profesional que lideró al equipo que se encargó de restaurar la casa.
La renovación de la casa
Vega explica que el proyecto se dividió en varias fases. “En la primera etapa intervinimos las tapias, organizamos los nichos y abrimos algunos espacios. También trabajamos las conexiones entre áreas e hicimos una cuidadosa labor de carpintería, con el fin de rehacer las puertas y ventanas con base en los patrones originales».
En esa misma etapa, nos concentramos en arreglar y unificar la red eléctrica, utilizando el primer trazado y privilegiando las necesidades de iluminación que requeríamos para los usos que iban a tener los recintos. Estaba desorganizada debido a la longevidad del edificio y sus múltiples intervenciones a lo largo de los años. Dejamos los cables a la vista, de manera trenzada, como un elemento estético del interiorismo, con aisladores cerámicos”, explica Vega.
A esa altura de la obra abrieron las puertas al público, mientras paralelamente continuaban con el desarrollo de la segunda fase del proyecto. Lo siguiente fue el paisajismo del jardín y el diseño de la pérgola, que está en la parte de atrás del lote.
“Es un añadido en el que pusimos el café, con la intención de que la gente no solo recorriera fugazmente la casa, viendo las exposiciones, como si fuera un lugar de paso, sino que se quedara a disfrutar y tuviera una permanencia más larga en el sitio”, comenta Vega.
El tercer momento de la restauración fue el diseño y la construcción del bar. “Escogimos una habitación que funcionaba como bodega y zona de ropas y la convertimos en una barra con una amplia oferta de coctelería, cosa que no es común en El Retiro. Trabajamos con madera y con texturas en las paredes para conservar el estilo del resto de la casa. Diseñamos una iluminación simple, coherente con el estilo de la vivienda y con cómo funciona la galería nueva”.
Durante todo el proceso, intervinieron otros dos arquitectos, aparte de Vega. Juan Pablo Martínez se encargó del paisajismo del patio central —donde está la fuente— y del solar, en tanto que Manuela Bonilla apoyó el diseño del bar. Por su parte, María Montoya ejerció como directora creativa del interiorismo y la decoración del lugar.