Álvaro Sulbarán Arrieta recuerda cómo, cuando era niño, llegaba montado en su burro, se recostaba sobre él mientras su familia compraba o vendía en la tienda de la esquina, y observaba la iglesia de Nuestra Señora de San Miguel Arcángel en Colosó (Sucre), hasta que comenzaba a quedarse dormido.

Hoy, don Álvaro es miembro de Onné Colosó, una organización ligada al cabildo indígena de la vereda La Esmeralda, que trabaja para promover el turismo en este municipio de los Montes de María. Parado frente a esa misma iglesia que marcó su infancia, Álvaro es una verdadera enciclopedia viviente de las historias de su tierra.

Entre sus relatos más vívidos está el de los tiempos de Kid Pambelé. Durante las legendarias peleas del primer campeón mundial de boxeo que tuvo Colombia, el alcalde colocó un televisor en blanco y negro junto a la iglesia para que todo el pueblo se congregara a ver el espectáculo. “Llegaba gente de todas las veredas y se sentaban sobre los burros para poder ver el televisor. Estaba aquí, en esta placa”, comenta Álvaro, vestido con un chaleco de la organización, un sombrero vueltiao, un bastón y un poncho al hombro.

El camino a Colosó, saliendo desde Sincelejo por la vía hacia Tolú y tomando el desvío en Toluviejo, a la altura del puente Pechilín, está adornado por casas vernáculas que anuncian la llegada al pueblo.

Frente al templo, el docente Manuel Dolores Hernández Prieto, bisnieto de Ignacio “Nacho” Hernández, narra otra historia que conecta a su familia con la iglesia. De paso por su tierra natal tras el fallecimiento de su padre, Manuel explica que su bisabuelo fue uno de los constructores del templo.

“Mi bisabuelo encontró un palo de madera muy dura en el río. Primero lo convirtió en un bastón, pero luego descubrió que esa madera servía para hacer puertas, ventanas y casas. Así, junto con otros habitantes de Colosó, usó esa misma madera para construir la iglesia, que hoy sigue en pie”, cuenta con orgullo.

La arquitectura de Colosó

La iglesia de Nuestra Señora de San Miguel Arcángel conserva su esencia arquitectónica, pese a que ha sufrido varios incendios. “Este pueblo es reconocido por su patrimonio arquitectónico vernáculo, un legado consolidado hacia finales del siglo XIX gracias al mestizaje”, explica Álvaro.

La historia de Colosó incluye dos fundaciones: la primera, realizada por el cacique Onné Colosó, descendiente de los finzenúes, y la segunda, el 29 de septiembre de 1771, que lideró el capitán Diego Pérez por designación del gobernador de Cartagena.

Durante la violencia que azotó la región, Colosó quedó casi congelado en el tiempo. En 1995, el 85 % de los habitantes rurales fue desplazado forzosamente, dejando desolados corregimientos como Chinulito y El Cerro, y veredas como Adelita, La Ceiba, Brazo Seco y Bajo Don Juan. Sin embargo, en la actualidad se respira un aire distinto. La gente camina sonriente, tranquila, las casas están pintadas de colores vivos, se ve a niños jugando en los parques y en los manantiales de agua pura que rodean al pueblo. 

Varios letreros que se observan en una que otra pared son de organizaciones defensoras de animales, pues una de las especies que se pueden ver en los alrededores es el mono tití cabeciblanco, una especie en peligro de extinción debido a la tala de sus bosques y de ser víctima de tráfico de fauna. 

Don Álvaro guía el recorrido; primero está la Biblioteca Municipal Casa Arango, pintada de un rosado intenso. Su interior protege del calor intenso, gracias a que hay un aire fresco, con un leve olor a madera y a libros. El segundo piso tiene un balcón pequeño con vista al pueblo, decorado por unos retratos de personas que han marcado la historia de la región. Otro paso imperdible es alguna de las casas de tabaco, a donde llegan los burros cargados de las hojas que los campesinos recolectaron en el campo y donde se ponen a secar los racimos. Las casas y los burros dan la sensación de que el tiempo no ha pasado en Colosó. 

Las casas están construidas sobre pilotes de madera empotrados en el terreno, conectados a un plano base elevado y aislado del suelo, ideal para el entorno montañoso. Las paredes, hechas de láminas de madera sostenidas por una estructura de parales y travesaños, brindan estabilidad, mientras que los techos de zinc descansan sobre retículas de rastreles. Una particularidad es que los baños suelen estar separados de la vivienda principal.

Colosó, rodeado por la naturaleza de los Montes de María y adornado con el vibrante colorido de sus casas de madera, está en la lista de espera para ser reconocido como pueblo patrimonio de Colombia. Su riqueza arquitectónica y su conexión con la tradición lo convierten en un lugar imperdible por conocer en el Caribe colombiano.