Una reflexión sobre la construcción sostenible, un compromiso de todos
Camilo Garavito / julio 31 - 2024
Temperaturas extremas, sequías que derivan en racionamientos de agua, incendios e inundaciones cada vez más frecuentes… El planeta nos envía señales inequívocas y urgentes para que ajustemos nuestros hábitos hacia una forma de vida más acorde con los ritmos y ciclos de la naturaleza, que use mejor los recursos que nos ofrece y permita una relación más sana y sostenible con nuestro entorno.
En este escenario, recae una gran responsabilidad sobre la industria de la construcción. “El entorno construido tiene un impacto muy significativo sobre la gente y nuestras comunidades; por ejemplo, el desarrollo y la operación de edificaciones son responsables de más del 40 % de las emisiones de carbono en el mundo”, explica Peter Templeton, presidente y CEO del U.S. Green Building Council (USGBC), entidad fundada en el año 1993, en Washington, con el objetivo de transformar edificios y comunidades para promover el bienestar humano y ambiental.
Emisiones de carbono, consumo excesivo de recursos, generación de residuos, usos no racionalizados del agua, polución del aire y contaminación acústica y lumínica son los principales impactos que tiene la industria de la construcción sobre el ambiente.
Una vez identificados, se abre la puerta para implementar estrategias adecuadas para enfrentarlos, minimizando el impacto sobre el entorno, en busca no solo de construir una relación más saludable con el planeta, sino también de crear lugares que ofrezcan mayor bienestar a las personas.
“Cuando haces un proyecto sostenible realmente estás generando bienestar, así como buenas condiciones de calidad del aire, de confort y de salud dentro de los espacios. Ese es el otro gran motivo que incentiva al desarrollo de este tipo de obras”, comenta Angélica Ospina, directora ejecutiva del Consejo Colombiano de Construcción Sostenible (CCCS).
Estrategias sostenibles
Y surgen, entonces, dos preguntas inevitables: ¿qué es un proyecto o una construcción sostenible? ¿Cómo saber si esa vivienda nueva o el edificio que están levantando cumple con los criterios para considerarse como un desarrollo sostenible? “Para nosotros, un proyecto sostenible es aquel que ofrece eficiencia en el consumo de recursos, circularidad en el uso de los materiales, una adecuada interacción con el entorno y bienestar para las personas, y que ademáayuda a construir equidad social”, manifiesta Ospina.
Templeton coincide con ella. Él define los edificios sostenibles como “aquellos que mejoran sus niveles de desempeño y minimizan los impactos que pueden tener en la salud y el bienestar de las personas, el ambiente y el clima”.
Esto se traduce en una serie de mediciones científicas implementadas en el diseño y desarrollo de cada proyecto, que se han venido estableciendo desde hace décadas y que, para facilitar su entendimiento y comunicación, han dado paso a una variedad de certificaciones de sostenibilidad en el mundo.
El USGBC expide la más conocida de todas: la certificación LEED. Dependiendo del tipo de proyecto y de los objetivos en su desarrollo también se pueden implementar otras, como EDGE, WELL, BREEAM, Green Star, Green Globes, Passivhaus, etc.
En Colombia está disponible la certificación CASA Colombia, establecida por el CCCS, enfocada primordialmente en edificios residenciales. Todas ellas, utilizando diferentes metodologías, sirven de referencia para medir qué tan sostenible puede llegar a ser una construcción específica.
Luego surge la siguiente pregunta: en términos económicos, ¿qué tan costoso es hacer un edificio que incorpore estos criterios de sostenibilidad? Y a pesar de que se tiene una idea preconcebida, en la que los proyectos sostenibles pueden ser más caros porque deben incorporar ciertas tecnologías y elementos constructivos de mejor calidad, la realidad apunta a lo contrario.
“Lo que se necesita es hacer un mejor proceso en la etapa de diseño, para incorporar las decisiones correctas en el momento adecuado. En las mediciones que hemos hecho, el costo de construcción de un proyecto LEED puede ser, en promedio, un 1,4 % más costoso que uno tradicional. Si cruzas esto con los beneficios tributarios que ofrece la legislación colombiana y los incentivos que proveen los bancos para este tipo de proyectos, encuentras que construir un edificio sostenible no es, necesariamente, más caro que uno tradicional”, afirma Ospina.
La clave está en implementar las estrategias correctas desde el inicio del proceso de diseño: emplear las herramientas disponibles en el mercado, como los softwares de diseño en 3D que permiten llevar a cabo modelaciones energéticas prácticamente desde la concepción del proyecto, o incorporar soluciones pasivas, como una correcta orientación para optimizar las ganancias térmicas, potenciar la ventilación natural y recoger y utilizar las aguas lluvias.
Luego, a partir de la racionalización y eficiencia en el uso de los recursos, como el agua, la iluminación, la calefacción o el aire acondicionado, sus gastos operativos se reducen significativamente.
Con el tiempo, la inversión inicial deja cada vez más frutos, no solo económicos para quien decidió financiar o comprar este tipo de proyecto, sino también en calidad de vida, en bienestar para quienes habitan el edificio, en comunidades más saludables y en una mejor relación entre nosotros y el planeta.