Una casa finca en la Sabana de Bogotá construida con materiales austeros y de fácil mantenimiento
Fotografía: Iván Ortiz Producción: Diana Tovar Texto: Camilo Garavito / agosto 15 - 2017
Guardando celosamente la privacidad e intimidad de sus habitantes, esta vivienda se cierra completamente hacia el frente. Desde la vía solo se observa una estructura sólida, un juego de volúmenes y muros con diferentes texturas en un mismo tono, y una discreta pérgola que vuela sobre la pequeña abertura que marca la entrada principal.
Es una estética limpia y sencilla, pensada para incorporarse silenciosamente al entorno verde que ofrece el condominio en que está ubicada. Una casa–finca construida con materiales austeros y de fácil mantenimiento que ensalza los colores de la naturaleza circundante.
Cruzando aquel pequeño umbral descubrimos que detrás de esa volumetría cerrada e introvertida hay un amplio y luminoso mundo: el patio de acceso, que con su árbol central, sus verdes intensos y su juego de agua se muestra generosamente. Es un espacio de transición, algo intermedio entre el adentro y el afuera, que nos invita a recorrer el lugar.
“Es el corazón de la casa”, comenta, el arquitecto responsable de este diseño. A través del patio la vivienda se apropia del privilegiado entorno que la rodea y los ambientes se bañan de luz.
La zona social es el primer espacio interior que aparece: amplio, ininterrumpido y claramente horizontal. Se cierra hacia los laterales, al igual que el resto de la casa, para aislarse de los vecinos, mientras al frente y atrás los continuos ventanales le ofrecen una doble relación con el exterior, con vistas al patio de acceso, por un lado, y al campo de golf, por el otro, sumergiendo a los habitantes en el mar de verdes que ofrece la sabana de Bogotá.
Esta relación con el exterior se reafirma a partir de las dos terrazas: una que alberga el BBQ y el comedor exterior y otra que recibe una acogedora sala y su enorme chimenea. Son ambientes de caracteres diferenciados pensados para ser utilizados en distintos momentos del día. “La familia va migrando de un espacio a otro según pasan las horas. Por ejemplo, comen en el BBQ y luego van a la sala junto a la chimenea para tomar el café”, comenta el arquitecto Álvaro José Arias.
Completan el primer piso tres habitaciones ubicadas estratégicamente para tener de frente el sol de la mañana, recibiendo su calor, dispuestas en un ala autónoma que les otorga cierta independencia de la zona social. La escalera se posa sutilmente y se convierte en protagonista del espacio. Su diseño, metálico y con barandas de vidrio, la hace fina y ligera, con el objetivo de no interrumpir la fluidez. Lleva a un segundo piso que alberga la habitación principal y el estudio, un lugar de trabajo-oficina remoto, indispensable en la dinámica familiar. Las cubiertas verdes que resguardan las terrazas y envuelven estos dos ambientes se ajardinaron de manera tal que borran los límites de la casa y permiten que, incluso desde la planta superior, el interior se funda de manera casi imperceptible con el exterior.
Por medio de su materialidad austera, sencilla y duradera, y a través de la íntima relación que entabla con el entorno natural, la arquitectura de la casa produce un ambiente tranquilo y fresco, el cual se refuerza a través de su estética interior. Desarrollado en colaboración por las diseñadoras Juliana Hurtado y Denise Webb, el interiorismo genera el contexto apropiado para compartir y disfrutar en familia.
“Es tal como querían los dueños”, comentan las autoras, que realizaron extensas entrevistas con los futuros propietarios para hacer su propuesta. “Los espacios deben ser reflejo de quienes los habitan”, afirman.
El proyecto interior buscó otorgarle unidad y coherencia a toda la casa a través del color. La base para todos los espacios es el taupé, un tono cálido, tranquilo y neutro que complementa suavemente la materialidad de lo construido. Aquí y allá se ubican acentos, de manera sutil, en distintos tipos de verde (agua, pino, petróleo, salvia y hoja seca).
También se utilizan las texturas para crear contraste, por lo cual encontramos tejidos como el lino, el terciopelo y el algodón complementados con otras fibras naturales como el fique y la crin de caballo.
En cuanto al mobiliario y la decoración, las diseñadoras plantearon una mezcla de elementos clásicos y modernos que les dan a los espacios un aire fresco, joven y activo. La conjugación de todos estos componentes, mobiliario, colores, telas y decoración, y su disposición en los diferentes ambientes de la casa reafirman la intención arquitectónica del lugar: una vivienda sencilla y versátil, de carácter tranquilo y relajado, en permanente contacto con la naturaleza. Tal como lo determina la manera de vivir de sus habitantes.