LA CASA CA de Jacobsen Arquitetura
fotografía: LEONARDO FINOTTI texto: GUSTAVO HIRIART / abril 18 - 2015

Quinta da Baroneza, ubicada a una hora de viaje de la ciudad de São Paulo, es una urbanización de campo donde predomina el paisaje natural. La topografía levemente ondulada permite amplios lotes con vistas lejanas, separados por un campo de golf y algunos lagos. En un terreno alto, el estudio liderado por Paulo y Bernardo Jacobsen sitúa la Casa CA, con el objetivo de conservar las características de la topografía original y aprovechar el panorama campestre que ofrece el sitio.
De casi 900 metros cuadrados, la vivienda está estructurada linealmente en zigzag; en el centro se halla ubicado el hall de entrada y tras un plano blanco que no llega a tocar el techo, la sala de estar y el comedor en un único espacio; al oriente se abre un ala de servicios, mientras que al occidente se localiza el sector de los dormitorios. Como el lote tiene un fuerte declive para este lado, la planta baja queda suspendida, se suelta del suelo y se convierte en volumen autónomo.
En vez de modificar el terreno, esta situación es aprovechada para incluir un nuevo nivel y un espacio de parqueo al aire libre. El voladizo del prisma de las habitaciones dramatiza el despegue generando mayor interés en este lado de la casa, en desmedro del área de servicios.
La línea quebrada en planta, que achica perceptivamente la construcción, permite situar los dormitorios según el asoleamiento elegido e independizar el centro, que se orienta en relación con el panorama. Esta articulación también habilita un tratamiento formal y espacial diferente, donde el área de relación gana en altura y transparencia. El techo inclinado que cubre el área de estar capta las vistas del paisaje ondulante y proyecta el interior hacia la terraza y la piscina.
La separación programática en tres sectores se articula a través de dos espacios de uso más libre, que absorben los ángulos agudos: del lado del servicio se encuentra una zona de barbacoa al aire libre, mientras que en la más íntima se dispuso un gimnasio.
El espacio exterior, que bordea el área social, tiene la doble condición de estar sobre el suelo y, gracias a la pendiente, ser una terraza que domina el paisaje. Por otro lado, y en el mismo nivel, desde los dormitorios la vista se percibe de forma distante sin contacto directo con el terreno.
Salvo en el cuerpo central y el ala de huéspedes, donde el vidrio se muestra sin protección, la casa está toda forrada con láminas metálicas de parasoles verticales de color marrón, móviles en algunos sectores. Los “brises” (como son llamados en Brasil, por la palabra en francés brisesoleil) presentan variaciones en sus ángulos, cual código de barras, lo que confiere liviandad al volumen. Según los arquitectos esta irregularidad “recuerda un tejido o algún material maleable”, y busca ablandar la expresión del proyecto.
Esta protección pasiva, junto con los aleros, asegura un confort térmico, bastante necesario en una zona particularmente calurosa. Además, incluyeron sistemas de reúso de agua, recolección de aguas pluviales, calentadores solares e iluminación led.
El proyecto interior, hecho por el propio estudio y Eza Viegas, incluye, además del equipamiento fijo creado por la firma, muebles de consagrados diseñadores brasileños como Sergio Rodrigues o Carlos Motta, así como clásicos del diseño moderno.