La casa de descanso de sus sueños está ubicada en Mesa de Yeguas
Camilo Garavito / diciembre 28 - 2020
La casa se terminó hace unos dos años, pero gracias a una relación muy cercana con los clientes he podido trabajarla continuamente y definir hasta el último detalle, incluso la elección de las servilletas”. Así comienza la descripción de su meticuloso diseño el arquitecto Lorenzo Botero.
Gracias a la confianza depositada en su criterio por parte de los propietarios, el bogotano pudo cuidar y definir todos los pormenores del proyecto, con el resultado de una propuesta limpia y consistente.
La vivienda se posa sobre un lote triangular esquinero. Con vías de acceso en dos de sus aristas, les da la espalda para guardar su privacidad y abrir los ambientes hacia el lago. “La casa se extiende sobre un mismo eje, paralelo al recorrido del sol, con lo cual protege los espacios del calor mientras permite la exposición continua de la piscina. Con esta solución, todas las áreas miran hacia el frente, y de esta manera tanto las habitaciones como la zona social pueden disfrutar de la mejor vista”.
El diseño, que saca provecho de la inclinación del lote –con los espacios de servicio en la parte más baja–, estructura los ambientes principales en la zona más alta. En el centro de esta propuesta se ubica un muro acabado en piedra. “Es puramente compositivo y sirve como pivote, que independiza el área social y las habitaciones”.
Este muro, muy bajo en la parte posterior de la casa –la más alta de la montaña–, a medida que la pendiente cae, crece y hace notar cada vez más su presencia. Enchapado en piedra bola –entera y fraccionada– para maximizar el impacto de su textura al ser bañado por la luz, expresa dilataciones equidistantes de acero oxidado; las tres inferiores coinciden con los distintos niveles de la estructura.
“El ritual de entrada es importante. Se accede a través de un puente sobre un espejo de agua y uno no sabe con qué se va a encontrar hasta que llega al primer patio”, comenta Botero. Finalmente, aparece la espalda de la zona social, con su salón- comedor-cocina abierto e ininterrumpido, y a través de ella se obtiene el primer contacto con la piscina y la vista lejana sobre el lago. Se percibe también aquel muro/pivote que esconde tras de sí el área más privada de la casa, a la que se ingresa al subir un nivel, penetrar en la vegetación y cruzar el umbral que permite arribar a las alcobas.
La materialidad de la casa es deliberadamente restringida. Los pisos, construidos en piedra española con tonos y vetas suaves y homogéneas, se extienden tranquilamente por toda la vivienda sin calentarse bajo el sol. La piedra bola, protagonista de la espina dorsal, cubre también algunos muros bajos que estructuran las circulaciones.
El pañete y la pintura, blanco en los interiores y verde ciprés en los exteriores, se adhiere a la normativa impuesta en el conjunto y se inserta tranquilamente entre los fuertes y exóticos verdes de la naturaleza circundante. Complementan este telón de fondo acentos negros ubicados en la piscina, en la cocina
y en los mesones de los baños, además del color y la textura de la madera de teca en puertas, mobiliario y, como un detalle especial, en los ventiladores.
En medio de esta austeridad material, salta a la vista la mesa de centro en el
salón. Una lámina de acero de 5/8 pulgadas, plegada en una fábrica dedicada a construir silos de metal, que fue traída y ubicada en el punto mismo donde hoy reposa. Su peso de alrededor de una tonelada no permite mucho movimiento. Los muebles que la rodean, de líneas limpias y colores suaves, resaltan su presencia.
En el otro extremo de la zona social atrae la oscuridad de los mesones y el
muro posterior de la cocina. Construidos en mármol verde Ubatuba, su acabado anticado, que elimina los destellos acostumbrados del material, lo hace ver oscuro, sobrio, casi negro. “Nada en la casa brilla”, comenta el arquitecto. Siguiendo esta intención del diseño definió, además,
el satinado de todas las griferías en cocina y baños.
Responde a esta línea el porcelanato especificado para la piscina. Con pequeños visos rojizos o verdes, el oscuro material se funde con el agua para reflejar el verde de la naturaleza que le rodea. Su geometría lineal lleva la vista hacia un enorme samán, ubicado en su eje visual y alineado con el muro/pivote que estructura la vivienda. El árbol se convierte así en la pieza central del diseño, que resalta su presencia de manera dramática. “Es el corazón de la casa”, afirma Botero.
Al otro lado del muro y del samán aparecen las habitaciones, segregadas
e íntimas. Su carácter resguardado e independiente, sus balcones y su vista privilegiada permiten que sean vividas de manera autónoma y ofrecen alternativas de tranquilidad a sus ocupantes.
A partir de espacios amplios y muy pocos materiales, el diseño de esta casa genera ambientes cómodos y agradables. La meticulosidad de su arquitectura se expresa en la definición de las áreas. Se ve también en las juntas de la piedra, todas hechas a 45 grados para evitar la presencia de sus cantos.
Su pulcritud brilla en la casi inexistencia de interruptores, que se minimizaron con la instalación de un sistema de domótica y en la definición de la vegetación en los jardines de especies con distintos tonos de verde y sin flores, que crecen o decrecen en tamaño para guiar la vista. Esta es una obra con excepcional atención al detalle, que por medio de geometrías limpias y un lenguaje austero se funde con la naturaleza exótica de su entorno.
Excelente, me gustaría ver planos de planta y cortes
Linda me gustaria verle la cocina
Con publicar planos podremos disfrutar mucho más los proyectos. Gracias