La clave para construir ciudades colombianas saludables es reinventar el espacio público
Rodrigo Toledo, arquitecto y profesor asistente de la Universidad Pontificia Bolivariana / diciembre 3 - 2020
La actual pandemia global nos ha hecho reflexionar sobre el futuro del entorno habitable, desde las viviendas y lugares de trabajo hasta la ciudad misma. Pareciera que las medidas de aislamiento y distanciamiento social fueran a modificar las condiciones físicas y espaciales de los ambientes donde transcurren nuestras vidas. Hoy vemos comedores de apartamentos convertidos en oficinas para el teletrabajo.
Por otro lado, los protocolos de desinfección implementados para ingresar a locales comerciales y edificios sugieren la posibilidad de que los accesos se transformen en áreas de limpieza, equipados con lavatorios. Afuera, en el ámbito urbano, vemos señales gráficas que indican la distancia que se debe conservar entre personas con el fin de evitar el contagio. La separación es hoy la norma. Pero, ¿qué les espera al espacio público, a los parques, plazas y calles?
Desde los tiempos de la Grecia antigua hasta hoy, el espacio público ha sido el escenario esencial para el encuentro ciudadano. Un lugar para la confluencia de todos desde lo nos hace similares y diversos al mismo tiempo.
Este admite todo menos la separación y, por lo tanto, imaginar su futuro en función de lo último implica una contradicción fundamental que desdibuja su propósito: unirnos. Sobre este tema hablamos con el arquitecto antioqueño Sebastián Monsalve, quien junto a Juan David Hoyos diseñó Parques del Río Medellín, el proyecto de espacio público más importante de esta ciudad en las últimas décadas. «No podemos convertirnos en diseñadores y planificadores del miedo”, dice Monsalve sobre algunas iniciativas que buscan reconfigurar las áreas urbanas para que se propicie el aislamiento en ellas. Esto es aún más pertinente si se tiene en cuenta que el contacto cercano y el intercambio desempeñan un papel central en la cultura latinoamericana.
Según Monsalve, estos tiempos difíciles han puesto en evidencia la necesidad que tienen las ciudades colombianas de implementar más áreas para el encuentro y la urgencia de generar una cultura en torno a esto. «El espacio público es la pieza clave del rompecabezas, que permite reducir los problemas de salud en la población. Si, por ejemplo, incentiváramos la movilidad peatonal, reduciríamos el uso del vehículoparticular, lo que disminuiría de manera significativa la contaminación. Por otro lado, el estímulo a la movilidad peatonal y en bicicleta quitaría presión sobre el transporte masivo para prevenir que las personas se aglomeren en buses y metros”.
El cambio que se requiere no es, entonces, físico sino cultural y político. Ciudades como Lima, en Perú, gozan de una red de parques barriales que facilitan el acceso de las personas a espacios públicos de calidad, cerca de sus viviendas. Estos lugares promueven los vínculos entre vecinos y estimulan las actividades al aire libre en torno a la vegetación.
Ante la coyuntura que vivimos y con respecto a su impacto en el espacio público, Monsalve llama la atención sobre la oportunidad de saldar la deuda que tenemos con el diseño de nuestras ciudades desde estos ambientes, como activadores de la economía y las dinámicas sociales.
El arquitecto propone también crear sistemas de parques de escala intermedia en los barrios para facilitar la implementación de propuestas urbanas como «la ciudad de los 15 minutos y plantea que estos, junto con las plazas, deben incentivar la actividad física en entornos ecosistémicos adecuados. «No se trata de diseñar urbes para el distanciamiento, sino de construir la ciudad saludable y para esto el espacio público es fundamental”. ✱
Lea aquí por qué la pandemia nos llevó a usar la arquitectura para construir un mundo seguro y saludable.