La pandemia nos hizo descubrir que necesitábamos de jardines y zonas verdes cerca o dentro de la casa
Cortesía v2com - fotografía: unseen views by Charis Solomou / septiembre 1 - 2020
Devolver la naturaleza a la ciudad, aunque no es una idea nueva, es un imperativo cada vez mayor, especialmente para ciudades como Nicosia, Chipre, que no ha logrado hacer de los espacios públicos verdes y comunales una prioridad en su planificación urbana.
Durante el cierre redescubrimos el valor esencial de nuestras casas, dándonos cuenta una vez más de la necesidad de más áreas exteriores, balcones y azoteas para ejercitar y practicar nuestros hobbies.
La necesidad de salir libremente a disfrutar de los espacios al aire libre y conectarse con la naturaleza y los vecinos se ha hecho más deseable que nunca durante la pandemia. Pero una vez más el tema del virus vino sólo para enfatizar lo que ya se conoce a través de sistemáticamente olvidado e ignorado, el impulso de acelerar el proceso de incorporar la naturaleza en nuestras ciudades de manera creativa.
Una casa que devuelva la naturaleza a la ciudad, promoviendo espacios compartidos y el diálogo social entre sus residentes es lo que inspiró a diseñar la «casa jardín». El diseño enfatiza el potencial de los jardines urbanos privados y los microclimas que crean para mejorar las condiciones de vida dentro de las ciudades y frenar el calentamiento global.
Sin esconderse detrás de vallas y totalmente acristalada por un lado, la propuesta pretende formar una continuación física de la zona verde pública adyacente. La casa busca establecer una relación unificada entre el vecindario, el jardín privado y el parque público. Los elementos urbanos como el edificio, la calle y el espacio público no se tratan como actividades absolutas en aislamiento sino como una única configuración homogénea, ya que la casa pasa a formar parte del parque y el parque se incluye en la casa.
La integración de las zonas verdes en la casa incorpora la plantación de jardines en el 60% de la planta baja, el uso de terrazas verdes en el primer piso, la provisión de paisajes favorables a las abejas y 40 tipos de flores silvestres autóctonas. Todas las áreas interiores fluyen en los espacios exteriores y se organizan alrededor de un patio central verde colocado entre dos volúmenes cúbicos blancos. La creación de un espacio para la naturaleza en la ciudad no sólo aporta belleza a la trama urbana sino que fomenta el retorno de las especies de aves y abejas locales manteniendo así la biodiversidad urbana; además, promueve la salud y el bienestar humanos.