La transformación de un apartamento clásico Bogotano en un hogar único y con identidad
Rodrigo Toledo / mayo 5 - 2022
En la mayoría de los casos, el diseño de los apartamentos que ofrece el mercado inmobiliario en Colombia responde a las dinámicas comerciales de las ventas masivas de vivienda. Así, dichos inmuebles suelen tener una arquitectura neutra, de muros blancos y cielos lisos, con las luminarias mínimas necesarias para que los espacios funcionen.
Al margen de la calidad de los acabados –usualmente asociada al estrato en el que se vende la propiedad– esta estandarización del ámbito residencial es un recurso que utilizan las constructoras para abarcar un sector amplio. En otras palabras, estas viviendas deben ser genéricas para que le sirvan a todo el mundo. No pueden tener una identidad específica, pues se reduciría el nicho de mercado.
Lo que entonces pareciera ser la homogeneización de la vida doméstica puede ser también la oportunidad de entender esta arquitectura neutra como un lienzo sobre el cual crear una segunda, que responde ya no a lo genérico ni comercial, sino a lo particular y personalizado. Más allá de las modas y estilos, este es el verdadero poder de reformar: construir sobre lo construido para hacer propio un espacio. Cuando al taller bogotano Colette Studio, fundado y dirigido por el diseñador de
interiores Daniel Lafaurie y el arquitecto Ernesto Lafaurie, se le encargó el diseño interior de este apartamento, ubicado en el sector de La Cabrera, en la capital, optaron por definir dos principios.
En primer lugar, propusieron una identidad a partir de materiales relacionados con las arquitecturas propias de climas fríos en los países nórdicos. Este enfoque les permitió implementar elementos de madera y aplicar una paleta de colores oscuros. Por otro lado, concretaron su interés por distanciarse de la neutralidad del estado original del apartamento y destacar su volumetría interior, de tal manera que algunos de los muros, antes blancos, se revistieron con enchapes para darles un protagonismo mayor sobre otros y otorgarles un sentido de jerarquía en el espacio.
Así, aparece una pared completamente enchapada en madera que atraviesa la zona social de la vivienda. La puerta del ascensor, que da acceso al hall, la cubrieron con el mismo material para mimetizarla, mientras en el salón, este enchape adquiere espesor para albergar las estanterías detrás de puertas ocultas y los nichos enmarcados en mármol gris, que permiten realzar elementos decorativos. A todo esto se suman una chimenea y un bar –este último rompe la geometría con un arco–. Ese muro/ mueble de madera se comporta como una microarquitectura que unifica una serie de funciones en un solo objeto y que, gracias a su materialidad y expresión, aporta calidez al lugar.
Entre la sala y el comedor dispusieron un biombo que integra una consola en la parte inferior y que continúa hasta el cielorraso con una secuencia de tubulares de acero, dispuestos en forma vertical. Esto genera una separación sutil que independiza las dos estancias sin que se pierda el contacto visual entre ellas. Además, da un respaldo para el sofá en esquina del salón. Por otra parte, diseñaron una de las tres habitaciones como una oficina en casa que facilita el teletrabajo; en ella hicieron una estantería que mantiene los tonos oscuros del resto de apartamento y que hace las veces de fondo para videollamadas.
Las sillas y sofás del salón, el biombo y los muebles del comedor fueron diseñados por Errante, un taller que los socios Colette Studio fundaron con el fin de generar mobiliario a la medida para tener alternativas diferentes de las que ofrece el mercado local. Como complemento usaron piezas de Folies, The Blue House y Belina Viló, entre otros. Asimismo, reubicaron las luminarias originales para que funcionen con la nueva propuesta. En este proyecto el diseño interior trasciende los lugares comunes para perseguir un propósito mayor. No se conforma con embellecer el espacio, se atreve a buscar una identidad propia, una personalidad construida con los materiales y los objetos, desde las particularidades de sus habitantes. Aquí la acción de reformar transforma este ámbito doméstico para que deje de ser genérico y se acerque más a lo singular. ■
Cinco puntos para destacar
- El uso de la madera, complementada con una paleta de colores oscuros, produce una atmósfera de recogimiento, propia de los climas fríos.
- El proyecto arquitectónico destaca la volumetría interior del apartamento.
- La implementación de un muro de madera permite agrupar diversos usos que animan la zona social.
- Los arquitectos diseñaron gran parte del mobiliario.
- El diseño interior permite encontrar una identidad propia en un apartamento genérico.
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