La renovación de Quinta Camacho en Bogotá: un giro en la ciudad
María Juanita Becerra / noviembre 8 - 2022

La arquitectura viaja a través del tiempo. Sobrevive más de una vida, porque su obsolescencia funcional llega primero que su deterioro físico. La permanencia de su estructura –capaz de resistir el paso de los años y el devenir de la sociedad– permite asignarle nuevos usos mediante su readecuación.
Sin embargo, en el último siglo, el vendaval de la modernidad arrasó buena parte de las edificaciones antiguas que poblaban las ciudades colombianas. Esto con el argumento de que estas eran sinónimo de atraso cultural.
Durante las últimas décadas del siglo XX y comienzos del XXI, la misma modernidad que había puesto sobre la palestra los signos recurrentes del pasado –especialmente del periodo colonial–, se reemplazó por un nuevo repertorio de formas, derivado de las transformaciones económicas y sociales.
(Le recomendamos leer este artículo: El libro Diario de viaje a Quinta Camacho. La crónica de un barrio que invita a redescubrir este sector de Bogotá)
Los edificios y casas que moldearon el paisaje de las ciudades experimentaron cambios de uso y, con frecuencia, en su arquitectura, que alteraron de manera irremediable su fisonomía –incluidos aspectos materiales de gran valor estético–.
Muestra de ello son los inmuebles ubicados sobre el eje de la avenida Caracas, en Bogotá. Sus fachadas se modificaron en función de las dinámicas comerciales, sin considerar las cualidades arquitectónicas presentes en la mayoría de ellos.
De regreso a lo antiguo en Quinta Camacho
Hoy, cuando en las grandes ciudades se concentran esfuerzos por detener su expansión hacia la periferia, la arquitectura antigua cobra una importancia sin precedentes. Esta, al adaptarse dócilmente a casi cualquier uso, activa y asegura procesos de redensificación que limitan el crecimiento urbano –en algunos casos descontrolado.
Con esto en mente, el arquitecto y restaurador Alejandro Henríquez ha llevado a cabo cinco proyectos de readecuación funcional en el barrio Quinta Camacho, en Bogotá. Este barrio es catalogado como uno de los sectores de interés cultural de la capital del país.

Los resultados de sus trabajos fueron recientemente expuestos en una charla impartida en la Sociedad Colombiana de Arquitectos –SCA– por el mismo arquitecto:
“Esta fue la cuarta conferencia de un ciclo dedicado al barrio de Quinta Camacho. Más que abordar la historia y la traza urbana del barrio, me concentré en la casuística de los BIC –Bienes de Interés Cultural– rehabilitados, con el ánimo de activar nuevas intervenciones afines a la vocación del barrio y respetuosas de la arquitectura original”, afirma.
La charla, estructurada de lo general a lo particular, señala tres factores esenciales a la hora de intervenir este tipo de edificaciones.
Tres claves para intervenir
En primer lugar hay que tener en cuenta la actualización de los elementos de soporte de acuerdo con las normas vigentes de construcción sismorresistente, que suelen ser bastante exigentes debido a los cambios de uso que pretenden dotarlas de una nueva función.
El segundo punto abarca las solicitudes de permiso que se radican ante el Instituto Distrital de Patrimonio y Cultura (IDPC) –donde se ocupan de realizar un estudio de valoración arquitectónica sobre la base de una eventual intervención– y, finalmente, ante la curaduría urbana.
Por último –y quizá el más complejo de todos–, es encontrar clientes a los que les interese conservar el patrimonio arquitectónico mediante el uso cultural, institucional, comercial o residencial.
Personas que aprecien la arquitectura como la expresión de valores tangibles e intangibles de la sociedad. Y a la vez sean conscientes de la necesidad de recuperar contenedores que, pese a sus cualidades materiales, vaciaron su contenido. Esto ayuda a que la ciudad se consolide, y no continúe su crecimiento irracional y desmedido.
De lo anterior se desprende el quinto proyecto de Henríquez. Es una casa construida hace más de setenta años, que se rehabilitó para ser el hogar de una familia conformada por tres personas.
Dentro de la ciudad, aunque no lo parezca
Aunque no es obra de un arquitecto reconocido, su composición formal y material es ciertamente de calidad. Cuenta con antejardín y patio habitados por plantas nativas. Tiene amplios espacios, y algo más significativo: es una de las pocas casas inglesas –cuya tipología estuvo en boga a partir de 1930 en Bogotá– que perdura en la actualidad.
“Adentro cuesta creer que estás en esta ciudad, se respira un aire tranquilo. Incluso es posible ver hacia los cerros. Y, por si fuera poco, estás en el corazón de la capital. Está junto a una enorme variedad de servicios que minimizan los desplazamientos y, en definitiva, ¡hacen la vida más fácil!”.

En un contexto en el que se acostumbra desplazarse durante horas en un vehículo privado o en el transporte público, urge preguntarse si la expansión urbana es la salida al crecimiento poblacional, y si esta no ha alcanzado cotas excesivas.
No estamos lejos de recuperar el patrimonio, bien sea para usos emblemáticos o para albergar mejores viviendas. Cierto es que, con menos recursos y energías podemos concederles una segunda o tercera vida a las arquitecturas del pasado.
interesante ver el desaaarrollo de las plantas arquitectonicas
El desaparecido BCH en la década de los 80’s promovió en la ciudad el desarrollo de un programa muy interesante denominado si no me equivoco reciclaje o sub división de vivienda. Promovía la renovación de este tipo de edificaciones para subdividirlas y darles una nueva vida. Se hicieron muchos ejemplos. Sin embargo como siempre la normativa urbana no se presto para estimular un verdadero proceso de renovación urbana. Y este programa murió con el banco.
EXCELENTE TRABAJO EL DE ALEJANDRO
Afortunado Alejandro, al contar con clientes interesados en mil barrio hermoso de quinta Camacho, y su coservacion.
Loable labor .