Un apartamento en el barrio La Cabrera en Bogotá que le rinde homenaje a la calidez y la sobriedad
Maria Juanita Becerra / mayo 25 - 2021
Ubicada en el barrio La Cabrera, norte de Bogotá, esta vivienda rinde homenaje a la calidez de los materiales y a la iluminación. La arquitectura del edificio estuvo a cargo de la firma inglesa Bogle Architects, y el diseño interior de las colombianas Octubre Arquitectura –Guillermo Arias– y Muebles&Co –Alejandro Sarasti–. El constructor, Nicolás Manrique, describe el proyecto para entender los conceptos clave: “El elemento alrededor del cual giró el diseño de los apartamentos fue la luz. En este sentido tomamos varias decisiones, como incluir ventanas piso-techo, que no solo permiten el paso del sol, sino que se conectan con terrazas ajardinadas”.
A este apartamento se ingresa por un vestíbulo que divide el área social de la privada. El ala izquierda la conforman tres habitaciones con baño y una sala de televisión; la derecha está compuesta por sala, comedor, cocina y patio de ropas. Se trata de una distribución tan funcional como versátil, en cuyo recorrido se diferencian unas zonas activas o “públicas” de otras más íntimas.
Conservaron solo los muros necesarios para limitar cada una de las estancias y aprovechar el área disponible. Para ello escogieron puertas correderas en lugar de batientes. “Esta idea proviene de la arquitectura japonesa, en la que los espacios se integran o separan mediante planos verticales móviles. La cocina, por ejemplo, se abre al comedor por medio de una serie de paneles de madera deslizantes, que permiten que uno y otro se complementen de acuerdo con las necesidades de cada momento”, agrega Manrique.
El minimalismo, uno de los conceptos que define la arquitectura nipona, se expresa en los materiales desnudos o a la vista; los decorados y las molduras rococó se consideran superfluos. En Octava, las columnas de texturas cementosas y los muros blancos contrastan con las vidrieras de los ventanales, y las formas simples se combinan con una materialidad honesta para crear una atmósfera minimalista, pero a la vez cálida. “Una de las grandes ventajas que ofrece el proyecto es la posibilidad de escoger los acabados de la mano con la constructora y el arquitecto interiorista.
Los guiamos en la selección del piso y los enchapes de las zonas húmedas, con la finalidad de que el apartamento refleje la personalidad de quien lo habita”. El mobiliario dialoga tanto con el espacio como con los materiales. Las formas clásicas y los colores neutros hacen que el ambiente sea apacible y ponga valor a la importancia de que la vivienda sea un refugio cálido y personal. “Restauramos varios muebles, como las poltronas de la sala estilo art déco, a las que les renovamos el tapizado y la madera. También elaboramos varias piezas que se articulan de manera fluida con los modelos existentes”, comenta Alejandro Sarasti. Entre tanto, los objetos decorativos y las obras de arte fueron escogidos por los propietarios.
El hilo conductor de esta vivienda no es otro que la mimesis del pasado y el presente: piezas de mobiliario clásicas combinadas con una materialidad contemporánea –concreto a la vista, paneles de madera y mármol, entre otros–, que destilan vanguardia, pero al mismo tiempo se anclan a los modelos clásicos atemporales. ■