Una casa a las afueras de Medellín que diseñada para disfrutar de la vista y la neblina del amanecer
Camilo Garavito / julio 29 - 2021
“La casa está pensada como una secuencia cinematográfica que expresa el paso del tiempo, con espacios para la mañana, mediodía, tarde, anochecer y noche. La cocina es la primera que recibe el sol en la mañana, luego da la vuelta y entra en los ambientes en las horas adecuadas, y así sus habitantes se mueven con él durante el transcurso del día”. De esta manera describe el concepto detrás de la Casa Nilaya el arquitecto Ricardo Vásquez, quien en colaboración con el arquitecto Emerson Marín y el equipo de Estudio Transversal estuvo a cargo de la concepción de este proyecto.
Emplazada en la parte alta de una montaña, sobre un pequeño claro abierto en la vegetación nativa, su posición permitió tener “una manguita” al frente de la casa, una pequeña extensión de césped, limpio y abierto, que cumplía con el imaginario de sus habitantes. En este proyecto la cara exterior de la construcción no desvela lo que ocurre en su interior y deja con la duda a quien la observa si son uno o dos pisos, o si su diseño se adhiere a una época o estilo arquitectónico particular. Esta vivienda, “difícil de ubicar en el tiempo, es nostálgica pero también te lleva un poco a la estética de las naves espaciales”, comenta Vásquez.
Su privilegiada ubicación geográfica, en las afueras de Medellín, le permite disfrutar la neblina del amanecer y la vista larga, franca y directa sobre el poniente, enmarcada por la única ventana que abre la visual desde el patio interior, cuya estética y materialidad en piedra es un claro homenaje a la casa Hooper, del reconocido Marcel Breuer. La disposición cerrada del patio, que lo protege de las variaciones del clima y del viento de la parte alta de la montaña, lo convierte en un espacio interior-exterior agradable para estar, para reunirse con la familia y los amigos, y para ver una película en el telón que se despliega sobre una de sus paredes a modo de pantalla cinematográfica.
“A pesar de ser una casa muy generosa, los espacios no se sienten tan grandes, ya que su dueña quería tener un ambiente para cada actividad”. Esta diversidad de usos y de lugares que giran todos alrededor del patio permitió reducir la percepción de escala, hacer que este hogar se sienta más íntimo y acogedor, y a la vez crear múltiples tipos de relaciones entre las zonas interiores y el entorno.
La habitación principal está ubicada en el primer piso, al igual que la zona de servicios y las áreas más públicas: ingreso, salón, comedor, cocina, biblioteca y ambientes de trabajo que tienen acceso desde el exterior. En el segundo plantean el lugar para invitados y dos alcobas muy similares pero no idénticas, ocupadas por los dos hijos de la familia. “El cuarto de los propietarios quedó en la planta baja por razones prácticas, pensando sobre todo en la vejez y en la dificultad que traen los años para subir escaleras”. Esto, sumado a la eventual partida de los hijos, abre la posibilidad de que en el futuro la vivienda funcione en un solo nivel de forma adecuada, sin generar la triste sensación del nido vacío.
El diseño de acceso vehicular evita el acostumbrado paso a través de la zona de servicios. Esto debido a una preocupación constante en la obra del arquitecto: la de proveer a sus dueños la mejor experiencia al circular e ingresar a la casa de manera cotidiana.
Uno de los lugares donde la familia pasa la mayor parte del tiempo es la biblioteca, en donde disfrutan de la chimenea, juegan parqués o ven películas. “Su ventana circular aparece por solicitud del cliente, que quería un espacio exclusivo para leer”. Este profundo nicho suministra este sitio, a la vez que enmarca la vista más linda sobre el paisaje lejano. En la biblioteca, una puerta secreta, embebida en el mobiliario, da acceso directo a la habitación principal, pasando por un patio privado que articula ambos espacios. De esta manera, el ambiente adquiere una función dual, como lugar común y a la vez como parte del ámbito reservado para sus propietarios, ajeno a las funciones públicas de la casa.
Para aislar la vivienda y generar una temperatura interior homogénea y confortable optaron por desligar la estructura del suelo, usar muros exteriores dobles y construir la cubierta a partir de paneles aislantes e incluir en esta una cámara de aire que la protege del exterior.
Su arquitecto recuerda que “los dueños querían una casa que pareciera una casa”. Por esto aparecen las cubiertas inclinadas y los lugares generosos en altura. Sin embargo, lejos de seguir un prototipo clásico, el diseño ofreció algo más complejo. “La planta es cuadrada, la fachada es casi triangular, pero en sección varía constantemente para dar distintas sensaciones espaciales”. En esta casa las celosías de madera en la fachada ocultan las ventanas y crean una textura homogénea, que fortalece esta imagen abstracta desligada de un hogar tradicional. Y dentro de este contenedor, algo clásico y a la vez futurista, una sucesión de ambientes compone los espacios para vivir, que responden al sol y al entorno natural, conscientes siempre del paso del tiempo. ■
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