Arquitectura

Viaje arquitectónico a Japón

Texto: Mikel González / 
junio 12 - 2014
Viaje arquitectónico a Japón
Las ciudades y su cultura se conocen a través de la arquitectura y el diseño. Partiendo de ese principio, la revista AXXIS y Viajes Hermes se aliaron para promover recorridos enfocados en descubrir maravillas de estos aspectos en compañía de expertos conocedores. El primero de los destinos es Japón, uno de los lugares más interesantes por su cultura milenaria y su estética depurada. Este es un abreboca.

El arquitecto japonés Yoshio Taniguchi, artífice de la última ampliación del Moma de Nueva York, dijo a los dueños del museo: “Si me dan mucho dinero les daré gran arquitectura, pero si me entregan muchísimo más dinero la haré desaparecer”. Y en esta frase se hace evidente el carácter minimalista e íntimo, que a lo largo de las últimas décadas del siglo XX y en lo que ha transcurrido del XXI caracteriza la producción de la mayor parte de los arquitectos y diseñadores nipones.  Del expresionismo posterior a la Segunda Guerra Mundial, alejado del tradicionalismo y más occidental, se llegó a un discurso propio, sutil en sus planteamientos, que tiene que ver con la nitidez de sus productos arquitectónicos: volúmenes puros, supresión del decorado y reducción de la arquitectura a una combinación de planos.
Hoy, los viajeros peregrinan a Japón en busca de las estructuras diseñadas por gigantes de la arquitectura de allí, muchos galardonados con el Pritzker como Tadao Ando, que sorprende tanto con la minúscula Iglesia de la Luz (Kobe) como con los increíbles volúmenes del Chichu Art Museum (Naoshima); también hacen parte de este inventario Kisho Kurokawa con su torre de cápsulas Nakagin y la ondulación del National Art Center (ambos en Tokio); Sanaa (Katsuyo Sejima & Ryue Nishizawa) con los edificios Dior en Tokio, el Museo del Siglo XXI en Kanazawa o el Teshima Art Museum (Mar Interior de Seto); Shigeru Ban, con su arquitectura de papel y cartón, y Kenzo Tange, con los volúmenes expresionistas de su recinto olímpico en Tokio. Entre las construcciones imponentes vale la pena apreciar la Mediateca de Sendai (Toyo Ito), que resistió el terremoto de Fukushima y el edificio para las perlas Mikimoto (Tokio).
Y es que el diseño japonés también ha trascendido fronteras, desde la universalización de los básicos de Muji, hasta las apuestas de artistas como Takashi Murakami Yayoi Kusama, que acercan al público piezas firmadas por grandes creadores en formatos, materiales y precios muy asequibles.
Aunque quizás la principal obra de arte sea Yu-un, una casa del coleccionista Takeo Obayashi en Tokio, que sirve para los huéspedes y de galería de arte. Diseñada por Tadao Ando, con sus habituales geometrías simples, reducción lingüística y monocromatismo, desde el inicio del proyecto se concibió como una obra multidisciplinaria. Por eso se recurrió a la colaboración del diseñador Tokujin Yoshioka, del iluminador Shozo Toyohisa y el artista danés-islandés Olafur Eliasson. Este trabajo logró un admirable diseño que combina sobriedad y ornamento ya que la volumetría general de la casa es sencilla. Tan sobrio como el Gran Santuario de Ise o la mítica villa imperial Katsura.

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El sello nipón
A diferencia de las urbes americanas, Japón no ofrece callejones ortogonales y tampoco tiene cascos históricos como los de las medievales ciudades europeas. Todo, desde el idioma sonoro y escrito hasta la gente con sus modales y formas de vestir, es distinto. Y sin embargo, ese distanciamiento provocado por las metrópolis modernas se reduce frente a su arquitectura y sus jardines históricos como el de Kioto, en el que el viajero se desliza siglos atrás hasta alcanzar un mundo de calma y equilibrio. Además, se mantiene intacta la abstracción del jardín seco de Ryoan-ji, la delirante exuberancia del Kinkaku-ji y su pabellón dorado, los delicados musgos del templo Saiho-ji, el potente volumen de arena acariciado por la luz plateada de la luna en el jardín zen del templo Ginkaku-ji e incluso los infinitos jardines del templo Daitoku-ji.
Volviendo a Taniguchi, cuando la ciudad de Toyota le encargó el diseño de su nuevo Museo Municipal, el arquitecto no solo imaginó uno de los edificios más espectaculares de Japón, sino que integró
en el parque de esculturas dos casas de té, que demuestran cómo los creadores japoneses contemporáneos dominan lenguajes antiquísimos para dotarlos de una rabiosa modernidad. Así que en la país del «Sol naciente» todo puede comenzar en la Galería de Tesoros del Horyu-ji, erigida por Taniguchi en el complejo del Museo Nacional de Tokio para custodiar la fabulosa colección de imágenes sagradas que llegaron al país en el siglo VIII, y terminar en el templo budista Horyu-ji, a las afueras de Nara, pues más de trece siglos separan estas estructuras de madera de la vaporosa arquitectura de Taniguchi. Más información: viajeshermes.com

Las ciudades y su cultura se conocen a través de la arquitectura y el diseño.

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