Wall house, fortaleza en oriente medio
fotografía: nelson garrido Textos: RAMÓN ANDRÉS NIVIA / julio 5 - 2016

Wall House. El nombre de esta casa de 2.500 metros cuadrados abarca todo su concepto arquitectónico, un refugio familiar tras un amplio y trabajado muro. Ubicada en Kuwait, la obra de la firma AGI Architects –con centro de operaciones en el país árabe y en Madrid, España– es una especie de fortaleza donde todas las relaciones familiares y sociales ocurren en absoluta privacidad.
La arquitectura debe ser consciente de su entorno y de quienes la habitan; Wall House no es la excepción. Aquí dieron las pautas Kuwait, un país que a mediados de los años cincuenta y debido al petróleo se vuelca hacia un urbanismo de corte norteamericano –con estructuras que miran al exterior y de generosos jardines–, y una familia conservadora en sus tradiciones religiosas. “En esa época intentan hacer viviendas americanas, pero el resultado no funciona debido a los condicionantes sociales y religiosos de Oriente Medio. Las casas con muchas ventanas terminan con los cristales pintados o con las persianas abajo para mantener la privacidad”, explica el arquitecto español y uno de los fundadores de AGI Architects, Joaquín Pérez-Goicoechea.
Por ello, con Wall House los arquitectos optaron por una fachada cerrada que proporciona la privacidad que los propietarios requerían, una familia con tres hijas que gusta de la tranquilidad y de reunirse a cenar con amigos. “Buscaban que desde afuera no se pudiera ver el funcionamiento de la casa, que las hijas tuvieran sus propios patios interiores sin ser vistas. Por ejemplo, ellas usan un velo si hay personas ajenas dentro de la vivienda”, comenta el arquitecto.
Es así como en esta fachada, hecha en piedra arenisca de tono habano traída del norte de España y en piedra gris italiana, la única parte que podría considerarse abierta es la celosía de acero inoxidable ubicada a un costado de la entrada. Esta propuesta surgió para solucionar el chaflán que presentaba el lote de forma rectangular: “Nuestra idea era crear un elemento que fuera una secuencia de pliegues, que diese un movimiento a todo ese espacio y que rompiera el chaflán, que no lo hiciera tan visible”. Así mismo, para mantener la privacidad, las aberturas de este objeto están calculadas para que las personas observen el exterior sin ser vistas, a este fin se suma un jardín tanto exterior como interior.
Al ingresar, el gran muro gris de la fachada penetra la estructura para dividir en dos la vivienda, pues a diferencia de lo que podría considerarse una distribución tradicional, aquí el primer piso no es exclusivamente social. A la derecha está la zona privada, que alberga la habitación del padre y la de la madre, cada una con un jardín –que permite la luz y la ventilación natural– y un salón; a la izquierda se encuentra la única área social de la casa, con comedor, sala principal y otra considerada exterior debido a que no necesita estar climatizada por dar contra la celosía de acero.
Una escultórica escalera, con un segundo lobby, es la encargada de toda la distribución de la casa. Ya sea por aquella o por el ascensor se accede al nivel superior, donde está el tesoro más preciado por el propietario: sus tres hijas. Al igual que en la planta inferior, cada una tiene su propia alcoba, un espacio generoso con vestidor y cuarto de baño.
Como complemento, los arquitectos crearon más arriba una entreplanta para ubicar un amplio salón, allí, un muro compuesto por paneles movibles de madera oculta servicios como una cocina, un televisor y el acceso para el personal; asimismo, este lugar comunica con una terraza. “Las habitaciones de las niñas son autosuficientes, tienen la privacidad que desean, además de ambientes interiores y exteriores para interactuar sin ser vistas por extraños”.
En el sótano termina la distribución de las áreas. Allí están ubicados la cocina industrial de 30 metros cuadrados –en Kuwait es común tener dos de estas, una para el personal y otra menos robusta para la familia–, espacios de almacenaje, zonas para el descanso de los hombres del servicio –para las mujeres queda en la entreplanta del nivel superior– y un gran garaje por donde en la mayoría de las ocasiones ingresan los propietarios a la vivienda, por ello la imponencia de la escalera que conecta este nivel con la planta baja.
Y a pesar de tener una fachada sólida y robusta, que a primera vista da la sensación de ser una casa aislada, oscura y encerrada, una secuencia de patios internos estructura los diversos ambientes para crear una circulación que permite ventilación e iluminación natural, junto a visuales y espacios al aire libre, sin perder un ápice de la privacidad que tanto valoran sus propietarios.