De vidrio y metal es el increíble apartamento neoyorquino del cantante John Legend
FOTOS: FLOTO + WARNER. TEXTO: GABRIEL HERNÁNDEZ / mayo 21 - 2014
A principios del siglo XXI, recién graduado de la Universidad de Pensilvania, John Roger Stephens –luego conocido como John Legend– compartía con dos amigos un pequeño alojamiento en el East Village de Manhattan mientras buscaba abrirse camino como músico en Nueva York.
Unos diez años más tarde, cuando ya era ampliamente conocido en el mundo del Rythm & Blues, el Hip Hop y el Soul, Legend regresó al barrio a un apartamento ubicado en una pequeña torre residencial en el vecindario de Bowery.
Winka Dubbeldam, arquitecta holandesa radicada en Nueva York y directora de su firma Archi-Tectonics, fue la encargada de adecuar el espacio para el músico y su pareja, la modelo Chrissy Teigen.
Con el sonido, la luz y el espacio como materia prima, la arquitecta y el músico emprendieron un trabajo conjunto, combinando criterios de diseño, ideas y deseos para llegar a una propuesta en la que, con excepción de la habitación, no existen “áreas oficiales”. Así mismo, todas las actividades se combinan en la amplitud de un espacio común en el que el mobiliario determina el carácter de cada ambiente.
El ascensor llega directamente al vestíbulo del apartamento, y de allí se entra a la sala y el comedor. Una cocina lineal con una mesa larga frente a la ventana forman un pasadizo entre el comedor y el estudio donde Legend puede sentarse a practicar en su piano.
El espectáculo de la zona social aparta el interés de una puerta junto al ascensor, que conduce a la habitación con vestier y baño principal, dispuestos en un entorno igualmente luminoso y totalmente privado.
“John es una persona creativa, con una fuerte inclinación hacia el diseño. A la vez es muy aterrizado y nos ayudó a buscar los muebles y accesorios, como la lámpara colgante del comedor”. Winka se refiere a la lámpara Atlantis 100 del diseñador Barlas Baylar: una serie de cadenillas niqueladas que cuelgan de un bastidor y dan la impresión de ser una red de pesca saliendo del agua.
La vista, protagonista inigualable
La generosidad de la doble altura permitió descolgar los cielos rasos a distintos niveles, mientras que los ventanales de piso a techo se aprovecharon al máximo para disfrutar la vista de la ciudad y la luz natural. De hecho, uno de los principales retos en este diseño consistió en manejar la claridad que inunda los espacios. Para lograrlo, se usaron persianas electrónicas que reaccionan a la intensidad de la luz, y se escogió una gama de grises para los muros, matizados con tonos titanio para las columnas metálicas inclinadas que hacen parte de la estructura del edificio.
En la cabecera de la cama, en la alcoba y en el muro del televisor –ubicado en la sala– se instalaron papeles de colgadura que resaltaran las tonalidades grises y la presencia del vidrio y del metal.
“El espacio tiene un aspecto muy Hi-Tech. Dejamos que la luz ocupara el ambiente y después añadimos muros y algunos detalles fuertes como el papel de colgadura, las pantallas y las variaciones en los cielos rasos buscando un efecto de contraste entre lo fuerte y lo sutil”, señala Winka Dubbeldam al recordar los criterios para la creación de este espacio.