Hogar rectangular
Fotografías: Iván Ortíz. Texto: Amira Abultaif. Producción: Ana María Zuluaga. / junio 11 - 2014
Lo que para muchos era un espacio residual y no muy atractivo para la construcción –en tiempos en los que se mide con rigurosidad el costo-beneficio por metro cuadrado–, para Alejandro Delgado fue una ganancia doble: una oportunidad para aprovechar un área bien ubicada a pesar de sus limitaciones, y un reto que puso a prueba su ingenio para desarrollar un edificio residencial con apartamentos de 130 metros cuadrados en promedio y con todas las comodidades modernas.
Quiso salirse del modelo y darle cabida a su hogar –y al de otras cinco familias– en un lote estrecho e inclinado, estrictamente rectangular –de 18,5 metros de largo por 7 metros de ancho–, sobre la ladera de los cerros orientales de Bogotá.
“El lote era muy pequeño y con exigencias de aislamiento en dos costados –oriente y occidente–, con una fachada hacia el sur y una construcción adosada al norte. Decidimos no fragmentar el espacio y construir un apartamento por piso para no tener que hacer sótano de parqueaderos ni perder metros en zonas de circulación”, explica Delgado, quien ejerce como arquitecto, constructor, inversionista y residente. Por ello no hay portería –los accesos se controlan con cámaras y paneles de telemando– y el ascensor llega directamente a cada vivienda.
Aunque Delgado desarrolló detalles generales de la arquitectura interior –como la ubicación y el diseño de la cocina, el baño social y la zona de lavandería–, cada propietario tuvo la libertad de individualizar el resto de las áreas. El común denominador enmarca un escenario de paredes blancas, una cubierta de concreto a la vista y un piso largo e ininterrumpido, de extremo sur a norte, recubierto con listones delgados de sapán con tintilla oscura y juntas biseladas, queriendo evocar un aspecto más tradicional.
A ese look un poco urbano o industrial, Delgado y su esposa, la diseñadora gráfica Catalina Ruiz, quisieron añadirle a su apartamento –el penthouse– una estética añeja sin dejar de ser moderna, lo que dio como resultado un estilo ecléctico. “Quisimos salirnos del lenguaje tan minimalista y purista que se había trabajado tanto en años anteriores”, explica él. “Nos gusta mucho reinterpretar piezas que circulan por herencia en el ámbito familiar, que hallamos en mercados de pulgas, que caen en desuso o que diseñamos para el espacio, y eso genera una mezcla particular que, en definitiva, conforma nuestro sello personal”, agrega.
De ahí que su hogar esté colmado de muebles y accesorios de distinta procedencia, época y tendencia, que han sido refaccionados o dispuestos en un contexto donde confluyen distintos lenguajes estéticos. La paleta cromática es predominantemente oscura –con tonos cafés, grises y negro–, entre otras razones para matizar la abundante luz natural que irriga el espacio a través de ventanas amplias.
Además de aprovechar al máximo la iluminación del edificio por sus tres costados libres, la concepción de la casa tuvo tres principios adicionales: tener diferentes circuitos de recorrido, separar parcial o totalmente el área social de la privada y no perder los 3,50 metros de altura, dejando al descubierto las vigas y viguetas estructurales. “Me gusta recorrer caminos difíciles y reinterpretar lo ya establecido, eso por simple disciplina y como reflexión sobre los espacios y los elementos que lo conforman”, concluye Delgado.