La remodelación de una casa bogotana cargada de literatura y arte
fotografía: iván ortiz producción: diana tovar texto: mariana arango / noviembre 13 - 2015

La vivienda, que ya había pasado por un rediseño parcial, combinaba una madera clásica en muebles y pisos con una cocina moderna, abierta y con un gran mesón de granito en el medio. Para lograr una identidad propia, el arquitecto bogotano Felipe Hernández, de la firma Área 3, se hizo cargo de la ejecución de la obra arquitectónica, mientras que los diseñadores y socios Natalia Márquez y Pablo Bustamante se concentraron en su interior.
“Sus propietarios tenían claro que querían un apartamento acogedor, en el que se pudiera jugar con el tema de la luz para poder destacar cada obra de arte y tener suficiente espacio para sus libros, que son parte fundamental de sus vidas”, comenta Bustamante.
Para cumplir con estas expectativas, propusieron abrir y cerrar espacios, colocar luces indirectas y cambiar la tubería y algunos armarios. Además, reemplazaron los pisos para proporcionar un aspecto natural al entorno y así poder jugar con los tonos oscuros de la madera de la biblioteca –que se extiende y entra hasta el baño auxiliar para albergar una generosa serie de volúmenes que se multiplican con el reflejo del espejo, creando un efecto de prolongación– y tecnificaron el sistema de sonido.
En el área social se logró un ambiente acogedor e íntimo gracias a los atributos de la madera –también presente en las persianas– y a las texturas de las grandes alfombras persas que están sobre el piso. En este espacio sobresalen las obras de arte, entre las que hay cuadros de reconocidos artistas como Luis Caballero, Antonio Barrera y esculturas de Fernando Botero, así como fotografías y libros de política, historia, ciencia, arte, diccionarios y enciclopedias, todo esto junto a algunos toques contemporáneos de decoración. “Hay muy poco metal, vidrio y ángulos rectos, lo que permite que esta casa se vea y se sienta amable, tranquila”, comenta el diseñador Pablo Bustamante.
Asimismo, el hecho de reutilizar muebles y herencias para darles un nuevo sentido y uso, llena de calor humano e historia este apartamento. Por ejemplo, la mesa de centro de la sala es la célebre Barcelona Day Bed, diseño del reconocido arquitecto y diseñador industrial alemán Mies van der Rohe, donde reposan libros de la obra renacentista de Leonardo da Vinci, de fotografía latinoamericana y de editoriales como Taschen.
En el comedor, una mesa adquirida en un anticuario en Bogotá está acompañada de diez sillas que la propietaria tenía y que Natalia y Pablo volvieron a tapizar con una tela color coral que contrasta con el mueble pintado de gris empotrado en una de las paredes.
En la zona privada, a la que se llega por un corredor donde cuelgan cuadros de la artista bumanguesa Beatriz González y del santandereano Jorge Riveros, están las tres habitaciones de los niños, el family room y la alcoba principal, que antes de la remodelación era demasiado grande, por lo que la pareja solicitó la dividieran y acondicionaran con un estudio. Para conseguirlo, hicieron una biblioteca que sirvió para separar los dos espacios.
Esto les daba una excelente opción para seguir coleccionando libros, una pasión compartida por sus residentes. Allí, la familia se reúne para hacer las tareas de los niños, hablar, ver televisión, incentivar la lectura y compartir tiempo juntos.
Además, cada cuarto revela la personalidad de quien lo habita. El de los propietarios está decorado con telas y tendidos de Michel Editores en tonos neutros y algunos estampados, creando una atmósfera serena y cotidiana. Las otras habitaciones se encuentran ambientadas con cuadros de camisetas firmadas por jugadores de fútbol, juguetes y dibujos de los tres niños de la casa, que no superan los 12 años.
“Fue un trabajo en equipo donde todos participamos, pues a los propietarios les encanta el tema del diseño y les fascina su casa, lo que ayudó a que la remodelación fuera más fácil y agradable porque logramos asesorarlos, pero sin dejar por fuera ningún detalle importante para ellos”, asegura Natalia Márquez.
Sin duda, la tarea más grande de los interioristas fue lograr ubicar cientos de libros, que terminan siendo los protagonistas de este hogar. El resultado es un apartamento más funcional donde cada pieza tiene su sitio, cada cuadro su reflector y cada miembro puso su sello. La literatura como protagonista de la casa