Una casa impredecible rodeada por el verde intenso de la sabana de Bogotá
Camilo Garavito / febrero 26 - 2021
Lina Leal es diseñadora de interiores y artista. Su obra, que gira en torno a la introspección, a la interpretación de los sentimientos humanos, busca formas de abordarlos, expresarlos y transmitirlos. Su proceso creativo se desarrolla de manera empírica, apoyado en los saberes y oficios de escritores, ebanistas, fotógrafos y artesanos que acompañan la ejecución de sus piezas y contribuyen a su materialización.
Esta casa, rodeada por el verde intenso de la sabana de Bogotá, es heredera de esa indagación artística, de su interés por la experimentación. La construcción propone un juego de volumetrías y escenarios, un abanico de visuales y de interacciones con el espacio y sus alrededores que genera sensaciones, reacciones y emociones diversas.
Al recostarla contra la ladera de la montaña, la casa está protegida de los fuertes vientos del lugar. Una volumetría quebrada, compuesta por una sucesión de elementos, algunos más altos, otros más bajos, con cubiertas planas e inclinadas a una, dos y cuatro aguas, se estructura alrededor de un patio central y da una primera idea de la riqueza y diversidad espacial que se encuentra en su interior. Pañetes rústicos a la vista, superficies pintadas de blanco, ladrillos de adobe, tejas de barro… los materiales del exterior hablan el mismo lenguaje, el de romper con lo convencional.
Las escaleras exteriores, hechas con piedras recuperadas de depósitos de construcción –a donde habían ido a parar al desmontarse las antiguas cercas de las haciendas de la zona–, junto con las bancas, creadas a partir de elementos macizos de madera que solían ser durmientes en alguna línea de ferrocarril en desuso, aparecen aquí y allá para complementar los jardines y llenar de vida y carácter los ambientes al aire libre.
Esa no soy yo “Hay una señora que se viste con cartera roja, zapatos rojos y moño rojo. ¿La has visto? Bueno, pues esa no soy yo”. Así describe Lina Leal su carácter y el espíritu que le imprimió a esta casa. “Clásica y moderna. Es una mezcla que no se define con ningún estilo. Difícil ponerle un nombre. Simplemente, es impredecible”. Inmersa en medio de la diversidad de la fachada, y para confirmar aquel carácter impredecible de la vivienda, surge la puerta principal.
Diseñada por la artista a partir de elementos sólidos de madera y con un lenguaje completamente atípico, se inserta dentro de esta amalgama de geometrías y materiales de manera casi natural. Abre paso al hall de entrada, cuyo piso de cerámica recuerda la arquitectura tradicional de las haciendas de la sabana. Este corredor alberga una serie de obras de su autoría, que se complementan con la vegetación visible a través del enorme ventanal y que llenan de vida y color el área.
La zona social es amplia y generosa en altura. Sus ventanales permiten que ingrese la luz y realce la diversidad de colores y texturas de los muebles, objetos y materiales que interactúan en el lugar. El piso de adoquín de cerámica del hall da paso a unos tablones de madera natural, en donde posa una multiplicidad de alfombras, mesas, sillones y sofás de estilos y estéticas distintas que dialogan los unos con los otros, cada uno a su manera. Sobre ellos, casi en frente de la enorme chimenea de ladrillo, flota una esfera de estropajo, una lámpara diseñada y elaborada por la artista.
El cielorraso, que se parte en dos niveles, otorga mayor aire a las áreas de estar; su segmento inferior muestra una infinidad de tallos de bambú que se extienden por todas las circulaciones de la casa, mientras que en el punto más alto se cubre con un tejido de cuerda natural, también pensado y elaborado por Leal.
El piso del comedor continúa conjugando estilos y materiales de forma sorprendente. El mosaico instalado juega con diferentes tonos de gris y superficies lisas o con tramas, que le otorgan un aire alegre y dinámico al ambiente. Los canastos, a manera de lámpara flotante sobre la mesa, se relacionan con el suelo y con los listones de madera del techo, para dar una sensación acogedora y cargada de texturas.
La terraza exterior, que mantiene este mismo lenguaje, se vale de forjas de metal para los muebles e interactúa íntimamente con la vegetación circundante. Las habitaciones están en la otra ala de la casa, a la cual se accede a través de un túnel/puente de vidrio, que recoge el verde de la naturaleza y lo incorpora al espacio. Aparece una puerta en medio de la circulación, una obra en el lugar menos esperado que sorprende a quien transita.
Este juego se repite en la disposición de los muebles en la sala de estar, en la ubicación de los espejos, arte, mobiliario y elementos decorativos en las alcobas. En este hogar, materiales inesperados, estilos disímiles y aparentemente contradictorios tienen oportunidad de dialogar en un mismo sitio. Una sorpresa tras otra al circular y al habitar, una vivencia dinámica y cambiante, una casa impredecible. ■
Lea aquí: un refugio inmerso en el verde de la Sabana de Bogotá.
Es un gran trabajo, hago trabajos artesanales, pero ese techo en bambú, divino, y el tejido precioso felicitaciones.