Diseño

Arquitectura para salvar el planeta

Por: camilo Garavito. / 
julio 26 - 2016
Arquitectura para salvar el planeta
Las sociedades están apuntando, cada vez con más vehemencia, hacia un diseño y una arquitectura sostenibles, pero, realmente, ¿en qué consiste esta tendencia?

Cada día que pasa, a lo largo y ancho de todo el planeta crece la preocupación sobre el impacto que tiene nuestro estilo de vida en el entorno natural. La contaminación del agua y del aire, la deforestación, la extinción y disminución de especies animales y vegetales de todo tipo y el calentamiento global son algunos indicadores de cómo, debido a la enorme y descontrolada cultura del consumo que guía hoy a la especie humana, estamos sobreexplotando los recursos naturales y generando fuertes desbalances en el medioambiente.

Cada vez más conscientes de esta situación, la cual compromete incluso la posibilidad de sobrevivir en este planeta, se viene generando una cultura de la sostenibilidad y el cuidado de los recursos naturales que poco a poco se va arraigando en las sociedades; como siempre, primero en las más desarrolladas y luego, con algún retraso, en aquellas que no estamos en la vanguardia.

La industria del diseño, la arquitectura y la construcción no es ajena a esta tendencia. Desde hace algunas décadas se ha venido consolidando la práctica del diseño sostenible como el camino indispensable que se ha de seguir para intentar garantizar nuestra continuidad sobre este planeta. Los avances tecnológicos y científicos que hemos alcanzado han puesto a nuestra disposición herramientas que permiten diseñar ciudades, espacios y edificios previendo y luego midiendo su desempeño ambiental una vez construidos, evaluando el verdadero impacto que tienen sobre nuestro medioambiente y recursos naturales.

Viviendas de Interés Social en Carabanchel, Madrid, España Arquitecto: Alejandro Zaera.

No se trata de un ejercicio sencillo; por el contrario, es bastante complejo, pues implica la participación de múltiples disciplinas y el análisis a partir de miradas diversas, económicas, sociológicas, arquitectónicas, ecológicas, biológicas…, cuyas conclusiones muchas veces pueden ser contrarias a lo que dictaría la intuición o el sentido común. ¿Cómo es posible, por ejemplo, que vivir en una casa en el suburbio, rodeados de verde, campos de golf, lagos, pájaros y árboles, pueda ser menos sostenible que hacerlo en un apartamento en el centro de una ciudad densa y dinámica? A priori, la presencia de la naturaleza en nuestro entorno y el canto de los pájaros parecerían indicar que llevamos un estilo de vida de bajo impacto sobre el medioambiente.

Sin embargo, al analizar los grandes desplazamientos que se requieren para llegar al lugar de trabajo o al supermercado, las necesidades de vías e infraestructuras y los consumos de combustible que se generan y compararlos con los de aquella familia que vive en un apartamento céntrico, que camina o va en bicicleta a su trabajo o lugar de estudio y que tiene todo lo que necesita a corta distancia, nos damos cuenta de que la vida de suburbio es completamente insostenible en comparación con la vida citadina. Por eso, los diseñadores urbanos, planeadores de ciudades y arquitectos se inclinan cada vez más por potenciar los usos mixtos en las ciudades densas y compactas, basadas en sistemas de transporte masivo, bicicleta y distancias caminables, y se alejan cada vez más de la ciudad segregada, de las autopistas, los suburbios y los desplazamientos en automóvil.

Proyecto:Masdar City Abu Dabi, Emiratos Árabes Arquitecto: Foster & Partners.

Pero no solo a nivel urbano encontramos oportunidades para fomentar un estilo de vida más sostenible. Hablando ya de los edificios en sí, otro de los elementos fundamentales para tener en cuenta es la eficiencia en los consumos, especialmente de energía y agua. Es más, los ahorros producidos en estos campos en estructuras nuevas o remodeladas son los elementos principales que evalúan las entidades internacionales, tales como LEED, BREEAM y HQE, al emitir sus certificaciones de sostenibilidad. Controlar estos aspectos implica plantear estrategias integrales desde el momento en que se diseña el proyecto hasta la construcción y la entrada en funcionamiento del mismo.

Cualquier edificio debe responder a las exigencias climáticas de su entorno, manteniéndose fresco en lugares cálidos y caliente en los fríos. Debe ofrecer confort a sus habitantes a través de estrategias pasivas de control de temperatura, evitando el enorme consumo de energía que requieren los aires acondicionados. Es fundamental manejar la entrada directa del sol (permitirla o evitarla según el clima) y aislarse del exterior a partir de muros dobles o muros gruesos, tal como lo hacen las antiguas construcciones árabes o coloniales españolas con sus profundos muros en tierra o en barro.

Las cubiertas con vegetación o verdes son otro elemento importante al buscar la eficiencia energética de un edificio, ya que no solo lo aíslan y ayudan a controlar la temperatura tanto interior como exterior, sino que también permiten recoger fácilmente las aguas lluvias, que luego pueden ser utilizadas para riego o para apoyar el funcionamiento de aparatos sanitarios, los cuales idealmente deben ofrecer un bajo consumo de agua.

Casa Ocampo en Barichara, Colombia. Arquitecto: Camilo Holguín.

Y si bien es ideal aislar la estructura del exterior buscando una temperatura confortable, al mismo tiempo se debe potenciar la entrada de luz y ventilación natural, no solo con el fin de consumir menos energía en el funcionamiento diario (ahorrando en luz artificial y aire acondicionado), sino también porque los espacios naturalmente iluminados y ventilados han probado ser más saludables para sus habitantes. La simultánea combinación de todas estas estrategias –a veces contradictorias– de control de temperatura, iluminación, ventilación, recolección y ahorro de agua, su planeación a la hora del diseño y su control durante la vida útil del edificio garantizará un adecuado uso de los recursos y un impacto menor en el entorno natural. Si a estas las complementamos con iniciativas activas de producción energética, como el uso de calentadores solares y paneles fotovoltaicos, estaremos dando un gran paso adelante en nuestro objetivo de maximizar la eficiencia de nuestras viviendas y minimizar el impacto ambiental.

Viviendas de Interés Social en Carabanchel, Madrid, España Arquitecto: Alejandro Zaera.

No menos importancia tiene el revisar el origen y la composición de los materiales con que construimos nuestros edificios. Como dice Cristina Gamboa, directora del Consejo Colombiano de Construcción Sostenible (CCCS), “es indispensable usar materiales lo más locales posible, de fuentes renovables y bajo impacto ambiental, cuyos componentes no ofrezcan riesgos a la salud humana”. Una tarea de evaluación minuciosa que debe ser llevada a cabo no solo por arquitectos y constructores a la hora de especificar sus proyectos, sino también por legisladores y productores que deben garantizar que se ofrezca este tipo de información de manera clara, y por los consumidores que deben exigir este tipo de prácticas a la hora de adquirir un bien nuevo o remodelar uno existente.

Alcanzar la sostenibilidad en el diseño y en la construcción no es un ejercicio fácil, que se logra simplemente al añadir vegetación y elementos de control solar a los edificios. Tampoco exige necesariamente materiales sofisticados y grandes inversiones. Es un ejercicio integral que empieza con el diseño, que se lleva a cabo en la construcción y durante la vida del edificio, que busca una mirada multidisciplinar y que requiere, en el fondo, revisar nuestros comportamientos y nuestro estilo de vida con miras a mantener una relación más amable con el planeta.

Viviendas de Interés Social en Carabanchel, Madrid, España Arquitecto: Alejandro Zaera.

//revistaaxxis.com.co

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