La transformación del barrio Egipto, en Bogotá, a través de este taller de artesanías
Simón Granja / julio 1 - 2024

Con el cerro de Guadalupe como corona y subiendo desde el barrio La Candelaria hacia los cerros orientales, se encuentra el barrio Egipto, en Bogotá. Su puerta es la iglesia Nuestra Señora de Egipto, la misma que le da el nombre a este sector dividido por fronteras invisibles.

La primera es la que marca la avenida Circunvalar entre Egipto Bajo, vecino de La Candelaria y que cuenta con hoteles, restaurantes, cafés y museos, y Egipto Alto, en el que “no hay nada”, como señalan sus propios habitantes, porque han creído históricamente ese discurso: que no son nada. Las siguientes divisiones están marcadas por la presencia de cuatro pandillas: la Novena, la Décima, la 21 y la Parejo.
Bang, bang, bang, retumbaban en las montañas los disparos de las pandillas.

En medio de este lugar, de ese ruido, de ese contexto que carga con su pasado de ser uno de los barrios más inseguros de Bogotá, se encuentra la Fundación Buena Semilla, una especie de oasis dedicado a trabajar con los expandilleros del sector, con sus madres y familias, con los niños y niñas, y en general, con toda la comunidad para construir paz. Un proyecto que ha ayudado a cambiar el sonido del lugar.

Si se mira el barrio desde el aire, se ven los techos de lata y plástico, y las paredes de tablas que caracterizan a un sector pobre y marginalizado; se ve como un territorio árido de oportunidades.

Pero en medio de este brilla una estructura moderna, pintada de blanco, compuesta por contenedores sostenidos por guaduas, con paredes hechas a partir de láminas de polialuminio —que son las etiquetas de las medicinas recicladas, comprimidas para formar este material resistente al sonido y a la intemperie—, una terraza amplia con una de las mejores vistas de toda la ciudad y una huerta orgánica urbana. Estamos en la Fundación Buena Semilla.

Es allí donde surge un abrevadero de esperanza, porque el 50 % de la población —tanto femenina como masculina— del barrio Egipto está en condición de desempleo, y el 80 % de la masculina, ubicada en la parte alta de Egipto, está en proceso de reintegración a la sociedad, puesto que pertenecían a pandillas locales, eran expresidiarios o están en prisión domiciliaria.

La idea de construir este oasis fue de Édinson Elías Mendoza Malagón, quien, con un grupo de jóvenes cristianos, empezó a subir al barrio con pan y chocolate en su época de mayor conflicto, en 1996. En el año 2000, comenzaron a atender en un comedor a los niños del barrio que presentaban altos índices de desnutrición —unos 50, según recuerda—, y ya en el 2003 se creó la Fundación Buena Semilla con todos los documentos de ley.
El inicio de la fundación Buena Semilla
El arquitecto Andrés Franco, amigo de Édinson Elías, se encargó de diseñar este espacio. Sin embargo, fueron las manos de toda la comunidad las que subieron y bajaron los materiales, martillaron y pintaron, para al final lograr esta construcción. A partir de ese punto, y como sucede con los oasis, la vida fue creciendo a su alrededor. Las paredes se pintaron de colores; cada vez menos de sangre, humo y mugre.

La Fundación tiene dos entradas: una lleva al taller de madera, que se llama Tallando Vidas, donde expandilleros hacen rompecabezas y otras figuras en madera; al salón de música, donde jóvenes aprenden a componer y a tocar instrumentos, y al huerto urbano.

“Esto era un basurero, había muchas ratas”, dice José, uno de los beneficiados de este proyecto, al guiarnos por la construcción y el huerto. “A que no había probado la lechuga limón, ¡pille!”, y arranca una hoja de esta planta. Efectivamente, sabe a limón. Todos los presentes la degustan, mientras José muestra orgulloso ese espacio.

“Yo estoy en prisión domiciliaria. Pasé quince años en la cárcel y mi condena termina en el 2028. Sé que no voy a volver a delinquir porque ya probé el infierno y no quiero volver allá. Prefiero estar acá, donde todo se ve lindo. Mire, ese es el domo donde tenemos los tomates cherry, pero los niños se los comieron todos. Abajo están las abejas; camine y les muestro”, dice José un poco acelerado, pero entusiasmado.

José es uno más de los tantos expandilleros que le apuestan ahora a un estilo de vida diferente. Son conscientes de los errores que cometieron en el pasado, y no los olvidan, porque además los tienen marcados en la piel en forma de cicatrices, producto de puñaladas y disparos, pero saben que si quieren un futuro, la apuesta es por la lechuga limón, los tomates cherry, las abejas, el taller de madera, el telar y la música.
Tejido ancestral
La otra puerta, la segunda, conduce al taller de Tejiendo Corazones, donde un grupo de mujeres se dedica a recuperar técnicas de tejido ancestral y a elaborar ruanas, tapetes, mochilas, pulseras y otros objetos de destacada calidad.

“Yo me sentía culpable de lo que le había pasado a mi hijo. Llegaron y me hablaron sobre este lugar, y me empecé a sentir consolada, me mostraron que había nuevos caminos, que no estamos arrinconadas como mugre. Nos mostraron que podíamos dar más. Así comenzamos a tejer”, cuenta María del Carmen, una señora de 63 años a quien le asesinaron a su hijo en una pelea de pandillas en este barrio. Y es que si hay algo en común entre las personas que habitan en este sector, aparte de la pobreza, es que alguien cercano ha sido víctima de esta guerra absurda.

Bang, bang, bang. Ya no son disparos, ahora se escucha a hombres tallando madera, jóvenes cantando, muchachos sembrando lechugas, mujeres tejiendo, niños corriendo y jugando. Ya no suenan balas en el barrio Egipto.
Algun dato de contacto del diseñador Arq. Andres Franco ?
Podrian compartir algun dato de contacto del diseñador Arq. Andres Franco ? Gracias de antemano…
Soy Diseñadora y maestra textil, me encantaría hacerles algunos talleres para ayudar a este hermoso proyecto .
Ustedes dictan talleres
Que lindo proyecto, gracias porque en el país existen organizaciones con compromiso de impactar positivamente a la sociedad, necesitamos más como ellas 🙂
Felicitaciones! Un gran ejemplo de que sí se puede, entre todos podemos! Tambien a la revista por hacerlo visible.
Muchas, Bendiciones por lo que hacen es un cambio de actitud y de vida
si puedo ayudar con gusto lo hago mi profesión la Ingeniería Catastral y también soy perito
tengo experiencia en procesos de pertenencia y normalización de la propiedad por si les
puedo colaborar.