Brasil ha producido figuras de gran renombre en diseño y arquitectura como Paulo Mendes Da Rocha y Oscar Niemeyer. Sin duda, los hermanos Campana se encuentran también en ese club de creadores latinoamericanos que ha atraído por más de dos décadas a grandes firmas del mobiliario europeo entre las que se destacan Edra, Cappellini, Magis y Alessi. Su trabajo goza de profunda admiración y respeto en el mundo entero: un proyecto es una reinterpretación de inscrito con tinta indeleble en las páginas de la historia del diseño universal. Su trabajo en el desarrollo de muebles y objetos es provocador y genera un puente entre la emoción y la funcionalidad. Para ellos existe una línea muy tenue entre el diseñador las raíces culturales de su país y una búsqueda de lenguaje universal. Fernando y Humberto utilizan materiales como cuerdas, cartones, tejidos de diversa índole, retales de madera y tubos de pvc, entre un centenar de materiales reciclados, para y el artista y en su trayectoria profesional han creado piezas icónicas, en la frontera entre el arte, el diseño industrial y la artesanía. De manera que el diseño brasileño, en manos de estos talentosos hermanos es un campo permanente de experimentación que fabricar muebles y objetos de carácter impredecible.
Un laboratorio de ideas
Uno de los primeros aspectos que llama la atención de los Campana es su formación autodidacta, de formidable sensibilidad en diseño. Humberto, el mayor, es abogado de profesión; Fernando es arquitecto. Humberto realizó talleres de joyería, escultura, hierro y barro cocido en los años setenta y sus primeros trabajos fueron en el campo de la artesanía con colecciones limitadas de canastos y espejos. En su “studio” de diseño trabajan doce personas de variadas profesiones y oficios: arquitectos, costureras y artesanos, que llevan más de quince años en el desarrollo de productos. Esto le confiere un ambiente provinciano al estilo de la clásica escuela alemana de la Bauhaus en la que existía un diálogo fértil entre artesanos, artistas y arquitectos. Su “studio” se encuentra en São Paulo y su sede es una vieja bodega estilo loft que funciona como un laboratorio de experimentación con un universo de materiales a su disposición. El resultado son piezas en ediciones limitadas que llevan su propia firma. En el marco del Salón Internacional del Mueble de Milán en 2009, la firma Edra expresó lo siguiente de Humberto y Fernando: “su trabajo incorpora la idea de transformación y reinvención. le da realce a lo pobre con materiales communes del día a día, dotándolos no sólo de creatividad en diseño sino incorporando características de la cultura brasileña como el manejo del color, las texturas, el caos urbano y el triunfo de las simples soluciones”.
En el ámbito de la moda, los Campana firmaron la «Colección Campana», marca Brasil, con la joyería H. Stern en 2001 e incursionaron en el diseño de zapatos con la marca Melissa, en el de bolsos con Grendene y en el de camisetas tipo Polo para Lacoste, en 2009. En interiorismo es destacable el trabajo realizado con las tiendas españolas de zapatos Camper, en ciudades como Barcelona, Berlín, Londres y Nueva York. El vestuario y la escenografía han constituido también parte de sus intereses creativos con proyectos como el diseño del espectáculo Metamorfosis del Ballet Nacional de Marsella en 2007 y la escenografía del musical Pedro y el lobo en el Museo Guggenheim de Nueva York, en 2008. Actualmente su trabajo forma parte de la colección permanente del Museo de Arte Moderno de São Paulo, del MoMA de Nueva York, del Centro Georges Pompidou en París, y del Museo de Diseño de la firma Vitra. Entre los reconocimientos recibidos se destaca el de “Diseñadores del año” en el Miami Design, en 2008.
Un destino compartido
Los Campana empezaron a trabajar juntos en 1.983. Su primera exposición fue en 1989, una colección de sillas de hierro llamada “Incómodos”, realizada en una galería de arte de São Paulo. Para Humberto y Fernando el punto de inflexión de su carrera fue la exposición Project 66, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1998, con la curaduría de Paola Antonelli. En este evento, que los catapultó a la fama internacional, compartieron el escenario con “el poeta de la luz”, Ingo Maurer.
En ese mismo año crearon uno de sus diseños icónicos, la silla Vermelha, que les permitió el inicio de una estrecha relación comercial con la firma de mobiliario Edra. Humberto y fernando han construido un camino propio alejado de las tendencias universales y le han apostado a expresar sus raíces culturales y la identidad que los cobija como brasileros.
Entre sus diseños predilectos se encuentra las sillas «Favela» y “Red», que son una evocación directa de su idiosincrasia y del contraste cultural que se vive en ciudades como São Paulo o Río de Janeiro, donde la población acomodada convive con la marginal en un mismo contexto. Centrándose en aspectos más íntimos de la apuesta que hacen como creadores, podría decirse que existe un buen complemento de personalidades. Humberto tiene fama de ser más intuitivo y más racional que Fernando, quien se caracteriza por pensar en grande y sin restricciones. En síntesis, sus proyectos buscan encontrar la belleza presente en el caos urbano del pueblo brasileño, en el valor de la escasez de materiales sin una gracia aparente, un aporte de sus productos en un mercado altamente competitivo y globalizado. Los hermanos Campana, un dúo provocador