En Colombia, el paisaje está lleno de historias que han dejado huellas en sus muros, plazas y caminos. Pero también en sus silencios. Hoy, desde los territorios más diversos, la arquitectura y el patrimonio se convierten en lenguajes de reconciliación: espacios que reconstruyen vínculos, rescatan memorias y proyectan futuros posibles. 1. Casas que recuerdan la huella de la United Fruit en el Caribe colombiano blob:https://revistaaxxis.com.co/d1c823a6-eb02-4a41-b882-80586951f2ac En la Zona Bananera de la costa caribe se alza un conjunto de casas de estilo americano, que hacen recordar la época en la que la compañía estadounidense United Fruit Company regentaba esas tierras. La arquitectura del lugar conserva esas historias que inspiraron a Gabo. Crédito de la foto: Camilo Medina Noy.
Para llegar a este lugar hay que cruzar la frontera entre un pueblo tradicional costeño, con motos por doquier, tiendas y alegría, y un conjunto residencial de estilo estadounidense en el que solo se escuchan el tren y los plátanos. Los andenes son distintos, igual que el mismo asfaltado de la calle… Se alcanza a vislumbrar lo que alguna vez fue una cancha de tenis, y aun cuando es evidente el intento de reproducir ese ambiente gringo, los árboles tropicales triunfan, al igual que su vegetación. Crédito de la foto: Camilo Medina Noy. En la entrada del sitio nos recibe Jorge Leal Molina, representante legal del Museo Prado de Sevilla . Tiene 67 años, y aunque su acento, su sangre y su cultura son costeños, parece que se sintiera más estadounidense, pues se crio en este conjunto, construido por la United Fruit Company para los empleados de cargos gerenciales de ese entonces. Crédito de la foto: Camilo Medina Noy.
El corregimiento es más conocido como Villa de los Gringos porque eran los empleados de altos cargos los que vivían allí. Para entrar, era necesario tener un carnet o una cédula, y se dice que allí se celebraban las mejores fiestas y parrandas de la época. Crédito de la foto: Camilo Medina Noy. Mientras se recorre por la casa, se percibe cómo se conserva aún cada cosa, desde la base de la cama hasta los mismos clósets. Y como buena vivienda vieja, tiene sus historias de fantasmas. “Acá hay cinco espíritus, bien contados, pero a mí me dan más miedo los vivos”, explica mientras enseña una foto antigua de cuando era niño, disfrazado para un Halloween junto con sus compañeritos. Lea la nota completa AQUÍ . 2. La arquitectura del Centro cultural Casa Betsabé Espinal La Casa Betsabé Espinal —antes llamada Casa Zea—, en el centro de Medellín, es considerada monumento nacional.
Construida en el siglo XVIII, hoy cuenta una nueva historia de paz, reconciliación y futuro. Crédito de la foto: Leo Queen y Juan David Belalcázar, cortesía @minculturas. A mediados del siglo pasado —en 1954, exactamente—, durante el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla, declararon este edificio monumento nacional, el primero de Medellín. Perteneciente a MinCultura —Ministerio de las Culturas, los Artes y los Saberes de Colombia—, la Casa Zea estuvo administrada por la Alcaldía de Medellín durante años y ocupada por oficinas. Crédito de la foto: Leo Queen y Juan David Belalcázar, cortesía @minculturas. “La propuesta de convertir la Casa Zea en una casa cultural nació cuando estábamos buscando una sede física para la Biblioteca Popular Betsabé Espinal, una iniciativa cultural nacida en 2021 y nombrada así en honor de una joven líder trabajadora de la década de los cuarenta». Crédito de la foto: Leo Queen y Juan David Belalcázar, cortesía @minculturas. Con el tiempo, nos dimos cuenta del potencial que tenía el espacio para convertirse en un centro cultural que contribuyera a transformar este sector de la ciudad, que está deprimido y tiene varios problemas sociales”, cuenta Mauricio Builes, coordinador de la Casa Betsabé. Lea la nota completa AQUÍ . 3.
Un templo que resguarda la memoria al sur de Valledupar Valencia de Jesús es un pueblo colonial de no más de 20 manzanas, situado al sur de Valledupar (Cesar). Su iglesia, un tesoro arquitectónico, ha visto pasar más de tres siglos de historia, incluidos escabrosos episodios de violencia. Hoy cuenta un capítulo distinto. Crédito de la foto: Camilo Medina Noy. El corazón de esta conmemoración es el templo colonial de Valencia de Jesús, una joya arquitectónica construida a finales del siglo XVII por los colonizadores españoles. Elevado a monumento nacional de Colombia hace más de veinte años y restaurado hace poco por la Gobernación del Cesar —en 2022—, este edificio blanco, sobrio y majestuoso conserva sus técnicas constructivas originales. “Su buen estado no solo se debe a su reciente intervención, sino al devoto cuidado que le ha brindado durante siglos la Hermandad de Jesús Nazareno”, comenta Morales. Crédito de la foto: Camilo Medina Noy. Su color blanco contrasta con el azul del cielo y sus columnas a la vista le dan una apariencia robusta. En su interior, fresco y silencioso, la madera de las bancas, las columnas, las vigas y el cielorraso, en combinación con el piso en barro, crea un ambiente marrón. Crédito de la foto: Camilo Medina Noy. El altar mayor, que ocupa el lugar central, está enmarcado por un arco toral decorado, que determina el ingreso al presbiterio, espacio reservado para la liturgia. Al fondo, se erige un imponente retablo barroco en madera tallada y dorada, dividido en varios cuerpos, que acoge varias imágenes religiosas, entre las que se destaca la de Jesús Nazareno. Lea la nota completa AQUÍ . 4.
El Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de Bogotá Hace 20 años, el Concejo de Bogotá destinó el globo B del cementerio Central para que allí se hiciera el parque de la Reconciliación. En ese momento, se sembró la primera semilla para que brotara el monolito del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. Crédito de la foto: Camilo Medina Noy. Hace 20 años, el Concejo de Bogotá destinó el globo B del cementerio Central para que allí se hiciera el parque de la Reconciliación. En ese momento, se sembró la primera semilla para que brotara el monolito del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. Crédito de la foto: Camilo Medina Noy. Así lo señala su arquitecto, Juan Pablo Ortiz , quien destaca la importancia de que el monolito esté “enterrado” y se erija con materiales inspirados en la técnica de la “tierra pisada”, que se usó en Colombia en la época colonial. Esta conexión con la tierra recuerda “a millones de personas desterradas por la violencia sistemática que ha padecido Colombia en las últimas siete décadas; centenares de miles de ellas han llegado a Bogotá”, explica Ortiz. Crédito de la foto: Camilo Medina Noy. A Iván Grimaldo, profesional del Centro de Documentación del CMPR, le parece emocionante que el diseño del lugar no solo evoque la tierra —e insiste en la importancia de que esté precisamente en un cementerio, donde antes había cuerpos enterrados—, sino también los otros tres elementos de la naturaleza. Lo hídrico está presente en los espejos de agua perpendiculares al monolito —que, temporalmente, están vaciados—. Lea la nota completa AQUÍ . 5.
Cabañas entre el agua y los árboles en Caquetá Llegar a Posada Amazonía es cruzar un portal hacia un mundo distinto, que parece casi extinto. Rodeado de verde, de vida, de agua. A solo 25 minutos de Florencia, capital del departamento del Caquetá, en una entrada inesperada de la carretera, hay un puente colgante sobre una quebrada. Crédito de la foto: Camilo Medina Noy. Esa cabaña , en particular, tiene una ventana que enmarca los árboles y la quebrada cercana, una terraza con vista a toda la posada y un baño al aire libre que permite disfrutar de la naturaleza mientras uno se da una ducha. Crédito de la foto: Camilo Medina Noy. Las zonas sociales están inspiradas en las malocas indígenas, concebidas como espacios para compartir, dialogar y reflexionar. La mayoría de los materiales empleados en la construcción los ha provisto la misma tierra. La quebrada les da madera: caminan por la orilla y encuentran árboles arrastrados por el agua. Esa madera, ya fosilizada, se trabaja y se aprovecha. Crédito de la foto: Camilo Medina Noy. Más allá de hospedarse en este lugar y aprovechar su comodidad, lo fascinante es disfrutar de un recorrido al lado de la quebrada, detenerse a mirar cómo el viento mueve las hojas de estos árboles centenarios, entender el mundo minúsculo del reino fungi, o simplemente enriquecer el oído escuchando el canto de las numerosas aves que habitan esta tierra. Lea la nota completa AQUÍ .
