Sabine Karsenti, propietaria de la casa, con la colaboración de la fundación Ecología y su diseñador Gervais Fortin, tenía como objetivo principal reducir al mínimo la huella ecológica mediante el uso de materiales sanos que produzcan poca polución. El equipo demostró que se puede construir una obra que cumpla con los requerimientos para preservar la naturaleza y que coincida con el estilo arquitectónico contemporáneo.
Toda la materia prima se seleccionó de los proveedores de la provincia de Quebec que tienen conciencia y responsabilidad ambiental. El espacio moderno y acogedor es el conjunto de la combinación de vigas expuestas, grandes ventanas y un patio interior.
Más allá de la elección de los materiales visibles, la fundación Ecología creó con formas, proporciones y energía de baja potencia un lugar saludable para sus habitantes. Es la primera casa en Quebec que integra una ciencia que controla los campos electromagnéticos para tomar la energía de la tierra e impulsar agua doméstica.
La fachada en piedra, de una cantera local, impone su presencia en el paisaje de la calle. El techo en fibra de vidrio con una azotea verde instalada por encima ayuda a mantener el calor en este entorno urbano mientras que las ventanas con doble capa de cristal cumplen la función de minimizar la pérdida de este durante los inviernos canadienses. Esto se debe a que tiene una película reflexiva y gas kriptón.
Un artesano local creó las paredes de cáñamo y cal que le dan un aspecto aterciopelado sin usar yeso ni pintura, los paneles de la cocina están hechos de materiales reciclados y los electrodomésticos economizan el consumo de electricidad. Todos los grifos tienen adaptadores para reducir el flujo de agua y el baño, fabricado con resina vegetal, también respeta los valores ecológicos.
El mobiliario interior fue hecho con materiales resistentes al uso diario. Los pisos blancos con matices cenizos dan la sensación de habitaciones amplias y luminosas en esta vivienda de 250 metros cuadrados.