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SABOR POPULAR

Fotografía: Andrés Valbuena. Texto: Margarita Barrero. / 
junio 11 - 2014
SABOR POPULAR
Este pórtico es una singular propuesta de diseño que surgió de la mezcla de los conceptos de asoleación, la apropiación exacta de la técnica y la adecuada implementación tanto de la bioclimática como del sistema de tratamiento de agua.

El artista ruso Wassily Kandinsky se manifestó a través de los colores en sus pinturas y demostró que con cada pincelada de color se podía generar un estado de ánimo. Ese planteamiento es el que el arquitecto Simón Hosie ha perseguido en su trabajo. Y tanto lo ha estudiado en el arte que finalmente se arriesgó a implementarlo en la arquitectura.
Con este pórtico de concreto, que tiene una cubierta a cuatro aguas de estructura de madera y metal, Hosie quiso reivindicar el colorido de Colombia: “Busqué imprimirle a la arquitectura alegría y, de hecho, algo de humor”, afirma.
Sin duda, el color enmarca esta propuesta arquitectónica ubicada en clima cálido, pues las habitaciones se lograron con módulos volados, que se identifican claramente desde el exterior gracias a sus tonos diversos. Sin embargo, salvo este detalle que retrata la personalidad de Hosie, en la construcción priman la sobriedad y el minimalismo.
En esencia, esta vivienda de descanso hace parte de una finca de trabajo, así que la vegetación copiosa y la vista al llano y al río cercano hicieron parte fundamental de esta creación; no solo por las virtudes de la naturaleza, sino por los riesgos que su construcción implicó ya que su cercanía a la afluente hídrica garantizaba potenciales inundaciones, por lo tanto, el arquitecto utilizó materiales para alcanzar la máxima resistencia,  como por ejemplo concreto, “este la hace muy sólida para que sea  perdurable. También  tuvimos que levantarla de la tierra unos centímetros para evitar una inundación”, asegura Hosie.
Los dueños se veían en una casa segura con respecto al terreno agreste y a los animales de la zona. Fresca, sobria y sencilla en sus acabados, pero técnicamente impecable. Simón resolvió esas necesidades en 350 metros cuadrados, encima de un pastizal y con árboles gigantes que le dan sombra. Levantó la casa con la menor cimentación posible, pues de hacerlo en toda su magnitud y en el sistema aporticado el costo habría sido superior. Así que pensando en la economía de los habitantes de la misma, resolvió la zona social, totalmente abierta en el primer piso, con una sala comedor y un punto fijo: la escalera, que permite llegar a la segunda planta donde están las cuatro habitaciones conectadas a través de un corredor abierto. A la cocina le puso un mesón, que sirve de barra, y una puerta corrediza grande que se puede abrir o cerrar para independizar este espacio. Además creó algunas terrazas voladas y una zona exterior con piscina.
Para que la vivienda fuera bioclimática y muy fresca fue fundamental el aire cruzado que se logró gracias a la distribución arquitectónica de la planta baja. Además,  la última placa es una cubierta Hunter Douglas, que mezcla estructura de metal y de madera, para recibir el calor y permitir que fluya por una salida de ventilación superior. Sus aleros, distribuidos hacia los costados, cubren al primero y segundo piso, no solo para brindar sombra sino para evitar que llegue la humedad en caso de que llueva.
Siguiendo con la línea de cuidado ambiental y aprovechamiento de los recursos naturales, la madera presente en los detalles es teca y salió de los árboles sembrados en esa misma finca desde hace 50 años. Del trabajo juicioso del carpintero se concibieron puertas correderas, pasos falsos  y bancas exteriores ubicadas en el corredor del segundo piso, que queda a 4 metros de altura y que se puede apreciar desde el exterior de la casa.
Allí, en la segunda planta, está la alcoba principal, que tiene vista al atardecer, y las otras habitaciones, todas con camas en mampostería, un sistema de construcción que caracteriza  la ambientación del lugar. Los pisos son de porcelanato beige. Dos ejemplos de la sobriedad de sus acabados, ya que incluso los muros son apenas en pañete y pintura.
El proyecto tampoco usa ningún sistema mecánico; de hecho, utiliza una fórmula segura para aprovechar el agua de lluvia pues se recoge en la cubierta y cae en los colectores, construidos en concreto con piedra; de allí va a unos tanques en los que se almacena, para luego ser utilizada en los sanitarios.
Y toda esta estratégica articulación, que tiene en cuenta el sol, el agua y el color, no solo respeta el entorno natural sino que lo aprovecha. Esto vale la pena ya que los habitantes de la casa disfrutan de 360 grados de vista magnífica y sin sentir asfixiante calor.

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