Casa Punto, en el corazón de Valencia, España, es una obra que mueve emociones. Concebida por Sigfrido Serra Studio, esta vivienda propone un modo de habitar que se reconoce más en las sensaciones. Es una obra que se deja descubrir a través de lo esencial. Tiene una arquitectura interior que se funde con la intimidad de lo cotidiano para crear un paisaje doméstico pensado para la calma.

El proyecto nace de la construcción de volúmenes orgánicos que se despliegan en los espacios con continuidad. Los encuentros entre muros y techos se redondean con precisión artesanal, las columnas se diluyen en la geometría y la luz natural se desliza sin interrupciones. Esta fluidez genera una experiencia donde el espacio acompaña el movimiento del cuerpo y la mirada.

El pavimento en madera dispuesta en espiga —enmarcado por un perímetro liso que recorre toda la vivienda— actúa como una base rítmica desde donde todo ocurre. Es un suelo cálido, con memoria, capaz de envejecer con belleza.

Sobre él se despliega una paleta de tonos cremas, marrones y beige que evoca los paisajes mediterráneos: secos, cálidos, infinitos. Los materiales, nobles y honestos, están seleccionados por su tacto y su capacidad de emocionar.

Además, linos, algodones, maderas y cerámicas construyen una atmósfera serena donde incluso el silencio funciona como un material más. Entre los neutros irrumpen acentos de terracota, verde y ocre que introducen una lectura inesperada: una conexión sutil con lo latinoamericano y con la vitalidad colombiana.
Detalles del diseño de la casa
La cocina, en un tono terracota intenso, actúa como el epicentro energético del hogar. Es un ambiente que combina frentes acanalados y mármol veteado. Allí se concentra la vida diaria: los aromas, la conversación, la luz del mediodía. Todo está pensado para que la experiencia sea táctil, envolvente, cotidiana y extraordinaria.

Por otro lado, el mobiliario continúa esa búsqueda de equilibrio entre sobriedad y expresión. Cada objeto encuentra su lugar exacto sin saturar, en Casa Punto nada es excesivo, pero todo tiene intención. Es una vivienda viva, en evolución, que se enriquece con el paso del tiempo y con la forma particular en que la luz toca cada superficie.

La luz, de hecho, es la gran protagonista silenciosa. Tamizada por cortinas livianas de lino, cambia a lo largo del día, transformando la percepción del espacio y del ánimo. Por ejemplo, puede ser suavemente dorada al amanecer, nítida al mediodía y cálida al atardecer. La luz se convierte en un elemento emocional que da forma al carácter íntimo del proyecto.

Esta es una vivienda donde la arquitectura se transforma en experiencia. En su esencia, Casa Punto es un lugar de encuentro entre lo mediterráneo y lo latinoamericano. Una obra que invita a permanecer.
