¿Su casa también pasó por esta transición? El interiorismo que marcó el final de los años noventa

Al cierre del siglo XX, la mezcla de estilos se vuelve más contenida y consciente, dando paso a interiores donde el minimalismo, la composición y los materiales puros construyen identidad sin renunciar al carácter.

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Al finalizar los años noventa, se empieza a percibir un eclecticismo más depurado, donde aún se ve la mezcla de corrientes y épocas, pero con un mayor acercamiento al minimalismo, a los espacios más limpios —donde predominan la composición y la armonía—, y los materiales puros se evidencian un poco más, creando ambientes más desnudos pero con carácter e identidad.

El diseño interior al finalizar la época de los noventa

Durante este periodo hay una clara transición del uso de colores intensos y revestimientos más cargados al blanco y las paredes desnudas. El color y la forma, la materia y la lúdica, protagonizan. Un encuentro que sorprende por su atrevimiento, pero que al mismo tiempo invita a elaborar toda una reflexión a partir del objeto, de aquel que compone los espacios para que se conviertan en proyección de nosotros mismos.

diseño interior finales años noventa

Se reinventa la madera de maneras atrevidas y combinaciones no convencionales, y el plástico comienza a ganar terreno, hasta el punto de que se perfila como uno de los materiales de mayor uso para los años venideros, reconocido como el material del siglo XXI.

Apartamento en Bogotá. Miguel Soto. En la sala de este espacio se mezclan elementos como el kilim, con sofás de corte contemporáneo y, al fondo, un papel de colgadura con una geometría mas ortogonal.
Bar SIAM, en la Candelaria. Guillermo Arias. Lavamanos del baño de mujeres. Mediante el diseño de espacios y objetos se involucraron los colores. Los materiales utilizados son básicos, pero le imprimen carácter a casa uno de los ambientes.

Este es buscado por su capacidad de adaptarse a diferentes formas, por su funcionalidad y porque finalmente —se afirmaba en ese entonces— puede ser un motivo para reciclar, teniendo en cuenta que no se degrada pero sí se puede transformar.

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