La pandemia no solo cambió nuestra forma de concebir la vida sino también de trabajar. En el 2020, y en el pico más alto por Covid, más de 209.000 personas en Colombia trabajaban desde casa según un informe entregado por el Ministerio de Trabajo. Todos cambiaron la sala o la habitación por una nueva oficina, el living room pasó a ser la sala de juntas y la productividad también se transformó. 

Hoy, pese a esto y a las políticas de salud pública, el mercado fue avanzando y logrando la reapertura de espacios laborales y nuevos encuentros para el desarrollo de negocios que fueran más acordes a las necesidades de cada trabajador.

Es por eso que Nicolás Manrique Construcción,  presentó su nuevo proyecto Torre Once 93, una oportunidad de inversión para las grandes corporaciones que buscan un lugar estratégico para impulsar su negocio en la zona de mayor desarrollo empresarial en bogotá, brindándole a sus colaboradores espacios de excelente ventilación, iluminación y espléndidas vistas o para quienes buscan invertir en un lugar que ofrece una renta asegurada más un plus de valorización.

“Podemos ver un cambio de tendencia en las necesidades de los empresarios, en donde se empieza a valorar más una oficina con ubicación privilegiada, donde la amplitud de los espacios, los grandes ventanales y las zonas comunes al aire libre se vuelven prioritarios, digamos de fue un cambio de confort sobre eficiencia espacial.” Asegura Nicolás Manrique, director de proyectos de la firma. 

Desarrollado sobre el eje de la carrera 11 a la altura de la calle 93, este proyecto de 16 pisos más cubierta, se plantea como una renovación del edificio Siete 77, punto de referencia de oficinas premium –construido hace una década por Nicolás Manrique Construcción– que se mantiene vigente por su arquitectura y modernismo, siendo hogar de importantes marcas como Maserati y Ferrari. 

El diseño interior se destaca por su elegancia y amplitud y estuvo a cargo de Guillermo Arias y su estudio de diseño Octubre Arquitectura, firma que ha forjado un reconocimiento nacional e internacional durante los últimos 20 años debido a su pasión por lo artesanal y su exquisito gusto que permea simultáneamente lo atemporal y lo moderno.

Su gran diferencial, la estructura bioclimática y su fachada, estuvo a cargo de la firma mexicana GVA, que con más de 53 años de trayectoria en el mercado latinoamericano se caracteriza por proyectos sustentables y de vanguardia. “La estética del edificio es una especie de piel que a través de una textura conformada por la partición de los varios módulos, empieza a generar una especie de tejido que disimula los retrocesos de la geometría del edificio. Por la ubicación tan estratégica y la altura que tiene el edificio quisimos aprovechar y hacer una fachada totalmente aventanada y tener una vista 360 grados esto nos permitió generar una fachada que tiene un bajo impacto visual con el entorno, mimetizándose gracias a su material, además su gran ventilación permite que el edificio respire, aprovechando los vientos naturales de la zona..”Asegura Marco Praga Socio Director de GVA arquitectura integral

El edificio tiene una fachada inteligente que, por medio de una chimenea interior, aprovecha los vientos que impactan la estructura para evacuar el exceso de calor y así disminuir la necesidad de ventilación mecánica. Esta es una de las diversas estrategias implementadas por la compañía para cumplir los estándares internacionales de certificación LEED y ser responsables con el medioambiente durante la obra y en su posterior utilización, algo no muy fácil de encontrar en los nuevos proyectos que ofrece la ciudad. 

Entre sus puntos a destacar están la amplitud de su lobby, los diferentes espacios comunes para integración de los usuarios y los ventanales de piso a techo, que no solo ofrecen iluminación natural y una vista panorámica privilegiada a los cerros orientales, sino que cuentan con un vidrio europeo KNT de control solar, que evita la entrada al interior de calor excesivo.