La inspiración detrás de este proyecto se deriva de la búsqueda de protección y necesidad de un refugio del cliente.¿Cómo puede uno sentirse protegido? ¿Qué se puede hacer cuando uno se siente vulnerable? Esta pregunta iba acompañada de una imagen, o tal vez de un recuerdo: un niño asustado que se cubre con una sábana ligera mientras se asoma para asegurarse de que puede ver lo que ocurre a su alrededor.

Cubrirse con una sábana es un acto muy elemental que alude a la parte más básica del ser; una sábana esconde, protege, envuelve y crea un espacio bajo ella tan seguro e íntimo como para alejar cualquier espíritu, fantasma o demonio que pueda estar rodeando la habitación.

Al mismo tiempo, este proyecto genera una continuidad en la hermosa superficie habitable alrededor del terreno, formando una nueva colina en un lugar ya rodeado de muchas.

La arquitectura es como un acento en las palabras de un poema, como una coma o un signo de interrogación, pero nunca el propio poema. El poema ya está escrito por los pinos, los robles, la acacia dulce, las luciérnagas, la carretera, la valla, el pozo de agua del vecino, la tierra, el huerto y el ruiseñor.

Cuatro muros de hormigón contribuyen a acentuar el poema, emergiendo sorprendentemente del paisaje; dos de ellos soportan la tierra de la nueva colina creada al levantar la sábana, y otros dos enmarcan el acceso mientras acompañan a los invitados a la casa.

El camino es lo suficientemente ancho como para caminar cómodamente solo, pero lo suficientemente estrecho como para desalentar la compañía. Los visitantes se ven abocados a una peregrinación de soledad que conduce a un viejo árbol con una presencia tan significativa que fue necesario distorsionar la linealidad de uno de los muros con una suave curva para poder pasar junto a él… tan cerca que incluso es posible rozarlo.

Tras cruzar el umbral del árbol, bajar unos sólidos escalones de piedra perlada y abrir una pesada puerta de acero, se levanta una bóveda de hormigón que soporta las cargas de la sábana verde que descansa sobre ella; proporcionando una sensación de estar dentro de una cueva fría y oscura, pero extrañamente acogedora.

Se eligió el hormigón como material principal debido a un sueño sobre esta nueva roca que se derrite al interactuar inevitablemente con el bosque, cambiando de color… grises que se convierten en verdes, negros y amarillos que se incorporan gradualmente al entorno. El pavimento destaca un aroma a madera que se percibe al estar rodeado de pinos, aportando equilibrio a la fría temperatura del hormigón; y por último, el acero que, con el tiempo y la lluvia, adquiere un aspecto como de corteza de árbol.

En cuanto a la organización espacial, las zonas públicas del lado izquierdo de la casa están completamente expuestas al barranco arbolado, y en el lado derecho se abren más tímidamente a un patio con vistas a las copas de los árboles y al cielo.

Era importante tener muy pocas referencias de elementos que conectaran con un momento concreto, por lo que el frigorífico y los electrodomésticos se ocultaron, la iluminación se dispuso de forma muy discreta y sólo se incluyeron los cuatro materiales principales: piedra, madera, hormigón y acero. Para el cliente era muy importante conservar el ambiente rudo y primitivo de estar en la montaña.

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