Una de las grandes ventajas de este apartamento es despertarse y ver a lo lejos el pico del Nevado del Ruiz, mientras este se oculta tímidamente entre la niebla que caracteriza las madrugadas en Manizales (Caldas). Ubicado en el piso 15 de un edificio, este inmueble tiene una vista privilegiada, uno de los tantos aspectos que resaltan el trabajo de arquitectura e interiorismo hecho conjuntamente por las firmas Casas Álvaro Uribe S.A.  y Jotaele Arquitectura. 

Aunque este era un apartamento de una construcción muy reciente, su distribución original no se adaptaba a las necesidades de su propietario, que no requería los tres cuartos planteados originalmente. Para reconfigurar esta planta, decidieron volcar la zona social hacia la terraza. A lo anterior sumaron unir dos alcobas para concebir un espacio privado en el otro extremo, que se asemeja más a un spa que a una habitación tradicional.   

Entre las estrategias planteadas por los arquitectos estaba liberar el cielo existente para obtener más altura, dejando a la vista el concreto de las placas, que tenía una buena factura. Con eso le dieron un toque más industrial al apartamento  —sumado a los rieles metálicos para la iluminación— y ganaron 60 centímetros. 

La especificación del piso fue determinante para la elección de los demás acabados y objetos. Siendo este de un gran formato —con presencia en gran parte del espacio, incluso en la cocina— presentó un reto para los arquitectos, ya que fue necesario izarlo por la fachada, debido a sus generosas dimensiones.

Detalles del diseño de la obra

En la extensa y abierta zona social, uno de los espacios que más llama la atención es la cocina. Su muro lateral está recubierto por madera alistonada, que sube hasta la placa para enmarcar el lugar. Desde la sala es evidente que esta cocina no tiene una distribución tradicional, donde todo está amarrado; aquí los arquitectos decidieron generar dos puntos focales: un módulo azul para los hornos y nevera, casi ocultos a la vista, y un mueble que se comporta más como un bifé, en el extremo opuesto, donde quedan el área de cocción y el lavaplatos.

En este último, un espejo y una luminaria de pared dan más la sensación de ser una zona distendida, alejada de las acciones comunes de la culinaria. A esto se suma el extractor de la compañía Falmec, que para el ojo desprevenido parece una lámpara. 

Contiguo a la cocina está el comedor, enfrentado a un gran ventanal que comunica con la terraza. El área destinada a este lugar requirió que la mesa se hiciera a la medida por la firma Cala de Nuez. Su objetivo era proponer una relación íntima y directa entre los comensales al plantear una tapa más angosta —80 centímetros de ancho—. La complementan las sillas 2340, diseño de Jaime Gutiérrez Lega, editado por la compañía Folies. 

La vegetación está presente tanto en el interior de la zona social como en el exterior, en la terraza. Esto tiene un propósito claro: romper los límites que pueden generar los ventanales y conectar los espacios con esas visuales privilegiadas. Para el paisajismo contaron con la asesoría de David Manzur Macías, doctor en Agronomía. 

La sala es un espacio compuesto por pocos elementos, pero todos contundentes. En esta hay piezas como el sofá Bubble, de Roche Bobois; las poltronas Archibald, de Poltrona Frau, y junto a la chimenea, la silla Nub, diseño de la española Patricia Urquiola para Andreu World.  

Materiales usados

Un material como la madera es un usado para recubrir algunas de las paredes. Esto les permitió mimetizar ciertos espacios y objetos. No obstante, a su lado está la puerta para ingresar a la nueva zona de ropas. Esta estrategia la implementan para recubrir la chimenea y para ocultar una cama abatible y generar otro posible dormitorio.

En la alcoba principal optaron por un piso de madera estructurada para dar calidez. En este espacio los arquitectos aprovecharon que el dueño vive solo para dejar volar la creatividad en zona de baño. La ducha y la tina están envueltas por una piel de vidrio, que se comunica directamente con la cama y con el paisaje exterior.

En este lugar eligieron un material que imita el mármol para instalarlo tanto en pisos como en muros, contrastado con elementos más sutiles, como los lavamanos traslúcidos de la firma Antonio Lupi. Esto da como resultado una caja con mucho carácter, que supera su funcionalidad. 

Por su parte, el cabecero de cuero de la cama hace juego con el muro tapizado con un papel de fibras naturales, que recurre a colores cobrizos. Sobre cada nochero caen las lámparas de techo Aballs, diseñadas por el español Jaime Hayón para la marca Parachilna. A su vez, en el cielorraso desplegaron todo un sistema de sonido y el soporte del televisor, que parece flotar sobre la consola. Este espacio, el privado, se vive como uno solo.

Es así como este apartamento en Manizales, pensado para disfrutar de una activa vida social, es un claro ejemplo de cómo la arquitectura y el interiorismo pueden romper con las percepciones tradicionales de los espacios para componer ambientes donde la funcionalidad se cruza con la sorpresa. 

Cinco puntos para destacar de esta obra

1. Para el mobiliario y las lámparas se utilizaron tanto firmas nacionales como internacionales. 

2. La cocina es un espacio que se aleja de lo tradicional, al separar el sector de hornos y nevera del de cocción. 

3. El mueble alistonado rojo es, en realidad, un bar diseñado por Cala de Nuez. 

4. Los arquitectos enmarcaron la zona de ducha y tina dentro de una caja de vidrio. 

5. El baño auxiliar se comporta como una cueva. Sobresale la grifería de techo de la marca Gessi.