Espacio blanco de estilo industrial
FOTOGRAFÍA: MATEO PÉREZ PRODUCCIÓN: ANA MARÍA ZULUAGA TEXTO: AMIRA ABULTAIF / mayo 24 - 2014
Este apartamento bañado de blanco atrae magnéticamente por sus áreas sencillas que brillan con luz propia. El lugar es un acertado ejemplo de cómo un color neutro como el blanco tiene la fuerza de dotar de carácter un espacio. El dueño, un publicista cubano radicado hace veinte años en Colombia, quiso darle un vuelco radical a su espacio vital. Con la visión propia de quien se dedica a crear puestas en escena –pues se encarga de la producción publicitaria–, halló un viejopenthouse y decidió remodelarlo por completo a fin de establecer un lugar acogedor realzando su panorámica citadina. El apartamento se encuentra localizado en un edificio de más de cuatro décadas ubicado en Quinta Camacho, un barrio de conservación arquitectónica con vistosas casas de estilo inglés. En ese contexto, el trabajo de renovación se dio no solo en esta vivienda, sino en todo el edificio, lo que significó una labor mancomunada entre los propietarios de los otros pisos (hay un apartamento por nivel).
Puertas adentro, la remodelación tuvo dos complejidades: descubrir el potencial de un lugar cuya área construida era pequeña y con una terraza amplia pero parcialmente derruida, y lograr un diseño que contara con el aval del Instituto Distrital de Patrimonio Cultural –proceso que demoró cerca de dos años–. El proyecto contó con la intervención del ingeniero estructural Jairo González y del arquitecto Javier Mera. El primero se encargó de determinar de qué forma se podrían tumbar un par de columnas estructurales sin afectar la estabilidad, para lo cual determinó construir una viga doble que atraviesa toda el área social. El segundo, entre tanto, estuvo a cargo de reconfigurar el espacio y crear la arquitectura interior.
El propietario tenía tres premisas arquitectónicas fundamentales: gozar de una vista tan extensa como fuera posible, disponer de espacios independientes y ampliar el área total. Para lograrlo se bordeó la zona social con ventanas de piso a techo que colindan con una terraza en forma de «L», se demarcaron muy bien la sala, el comedor y la cocina de las dos habitaciones con sus respectivos baños y se tumbó una placa de concreto que limitaba el espacio a 2,10 metros de altura para aprovechar los 3,80 metros máximos permitidos, antes de construir la cubierta. “El que este apartamento estuviera ubicado en el último piso nos permitió elevar la altura y generar una sensación de apertura”,explica Mera. “Es como una caja puesta sobre el edificio en cuyo alrededor dejamos una terraza perimetral aislada de la fachada que permite tener una zona verde y un espacio al aire libre”, añade.
Por su parte, el diseño interior y la decoración, liderados por el propietario, partieron del principio de generar un ambiente con un acento industrial. El piso laminado de madera blanca –de manufactura brasilera– fue el que dio el impulso para crear esta caja resonante de luz que proyecta blanco en el mobiliario, las puertas, los clósets, los muros, el techo, las persianas, los accesorios y varias piezas de decoración. “Inicialmente pensé que acoger el blanco como matriz de diseño se vería bastante raro, porque en esta ciudad la gente es muy conservadora y hay una evidente predilección por los tonos oscuros”, confiesa el dueño. Pero tras acondicionar algunos objetos de contraste apelando al negro y al rojo encendido, además de una gama de verdes, se dio cuenta de que su idea no solo era válida sino estética. Aunque los espacios blancos aportan frescura y por ello son propios de atmósferas cálidas, el propietario se arriesgó a ambientar su casa trayendo consigo un poco del trópico a Bogotá. Su apuesta resultó exitosa.