El arquitecto Carlos Granada hizo algunos ajustes para que la construcción no solo se adaptara a las condiciones de este lote en Cajicá, Cundinamarca, sino a las necesidades de su cliente. “El reto consistía en que esta casa en la Sabana funcionara como una rótula, que hiciera entender el terreno como uno solo y no como dos fragmentos, que era lo que había inicialmente”, explica.

También quiso que en toda la morada existiera una relación de primer piso. Con esto en mente y teniendo en cuenta que debido a la topografía del lote tenía que elevarla, desarrolló un programa de dos pisos, pero lo articuló con una rampa que va paralela al terreno, de manera que sirve de acceso y a la vez “habilita que en cualquier lugar de la casa donde yo esté parado, siempre voy a tener relación de primer piso”.

Esta propuesta arranca con un gran basamento de piedra –lo único que se construye in situ–, que constituye el primer nivel –donde hay un turco, un sauna, baños, cuarto de máquinas y uno de servicio–. Además, se habilitó un parqueadero que facilita carga y descarga, uno de los requerimientos del cliente.

Un volumen desfasado en esta casa en la Sabana

La planta alta, con la misma modulación de la vivienda en el Sisga, es una estructura metálica rectangular prefabricada, con fachadas de vidrio. “La casa es un volumen desfasado hacia el frente con cubierta mariposa que vuela hacia atrás para lograr que la rampa esté cubierta”.

La zona social es un gran salón, donde la chimenea se convierte en protagonista. Fue diseñada específicamente para este proyecto. Tiene una cámara de cerámica y una pared de dos pulgadas de fibra cerámica.

“La preocupación era que se calentara en el exterior de esta casa en la Sabana, pero si se toca por fuera está completamente fría”. Su forma aerodinámica evita que se salga el humo y tiene una rótula que permite orientarla de acuerdo con la necesidad.