La cabaña es un arquetipo de lo doméstico y un modelo arquitectónico presente, con diferentes manifestaciones, en toda la cultura occidental. A lo largo de la historia han existido muchas versiones, desde las chozas de los pueblos aborígenes en el trópico hasta los chalets europeos.

Así, aquel modelo original, de madera y techo a dos aguas, forma parte del imaginario colectivo, ya que está asociado a un ideal de vida bucólica, de vida campestre, en solitario y lejos de la ciudad. 

Su condición técnica resuena en la arquitectura vernácula, aquella que se hace sin arquitectos desde las tradiciones y conocimientos de cada comunidad. Esta da cuerpo a la noción primitiva de hogar, en la que la casa no solamente se posa en medio de la naturaleza, sino que además surge de esta, construyéndose con lo que está a la mano.

En la cabaña confluyen el deseo de una intimidad abierta al paisaje y la construcción artesanal de un habitáculo despojado de lo innecesario. Una domesticidad mínima y austera, pero enriquecida a partir de las relaciones que teje con su entorno.

El diseño de la cabaña

Después de leer un texto sobre una cabaña diseñada por Yemail Arquitectura, estudio bogotano dirigido por Antonio Yemail, una curadora de arte contactó a este arquitecto para que le hiciera una a ella. La idea era construir un refugio de la vida urbana, luego de los meses de encierro durante la pandemia del covid-19. 

El lugar destinado al proyecto, un claro en medio de un bosque montañoso de Cundinamarca, a 2.566 metros sobre el nivel del mar, sugería una obra compacta y lineal. Con 90 metros cuadrados de área construida, la casa dispone de dos alcobas en sus extremos y la zona social en el centro. Todos los espacios se articularon con un corredor recostado sobre uno de los frentes largos. 

El esquema rectangular de la planta distribuye de manera eficiente cada uno de los ambientes, pero al mismo tiempo se rompe en su geometría con dos ejercicios opuestos: una reducción del volumen en el tramo de corredor, que separa la alcoba principal del resto de espacios, y una adición en el salón y el comedor de un deck levantado sobre el terreno. En estos dos momentos atípicos, se establecen vínculos más directos con el afuera.

Al ser una casa de un solo piso, levantada sobre un lote pendiente, hubo que nivelar uno de los extremos con el suelo, de modo que en el otro la construcción quedara flotada sobre la tierra; esto se traduce en una secuencia espacial entre lo terrestre y lo aéreo. Por otra parte, un tambor de ladrillo se interseca con el volumen de la cabaña y hace las veces de vestíbulo de acceso. La verticalidad de esta pieza amarra el prisma levitado y contrasta con su materialidad. 

Las fachadas de la casa se construyeron con tablas de madera de pino sobre una estructura de madera, a la que adosaron, por dentro, paneles de fibrocemento. La implementación de este sistema constructivo por capas facilitó la disposición de los elementos estructurales y, además, permitió tener una cámara de aislamiento térmico entre la madera y los paneles. 

Por otro lado, los listones de eucalipto inmunizado utilizados en la carpintería de las ventanas contrasta con el color oscuro del tratamiento hecho sobre las fachadas. A la cubierta, soportada sobre cerchas, también de madera con tensores en acero, se le dio el toque final con tejas planas de arcilla, propias de la región.

El espacio interior está definido por los planos en madera de piso y cielo, y las paredes blancas que, por solicitud de la cliente, debían ser un fondo neutro para las piezas de arte de su colección. Al recorrer la casa, el paisaje aparece recortado por las ventanas de tamaño controlado, para luego presentarse en forma contundente en el deck descubierto. En la zona social, una chimenea de hierro calienta el área y, debido a su posición, orienta la mirada hacia afuera. 

“Esta cabaña contiene los valores de la arquitectura andina, pero también rescata algo que nos gusta de la arquitectura japonesa y es esa idea de no hacer más de lo que se necesita”, dice Yemail. Esta ética está presente en la simpleza del proyecto y en su racionalidad constructiva, al servicio de una mano de obra local. 

La construcción de la casa se le encargó a Arbey Pulido, un maestro de obra de la localidad. Arquitecto y maestro definieron los detalles, de tal manera que el proyecto se ejecutó según los saberes de la mano de obra de la región y con materiales locales. Esta labor conjunta unió las reflexiones técnicas y espaciales de Antonio Yemail con la mirada vernácula de los obreros del lugar, lo que produjo un espacio atravesado por un espíritu artesanal.

Esta convergencia de técnicas y la idea de una arquitectura moderada y sin gestos superfluos hablan, a su vez, de una arquitectura sostenible. La gestión de materiales locales y el estímulo económico para las personas de la zona, sumados a posturas de diseño que van desde una correcta orientación en el sitio con respecto al asoleamiento y los vientos hasta la recolección de la lluvia y el tratamiento de las aguas servidas, proponen una aproximación a la sostenibilidad, pero no a partir de la implementación de tecnología sino en función de la mesura. 

El arquetipo de la cabaña, siempre vigente, ofrece en esta obra una mirada sobre la forma en la que habitamos nuestros espacios domésticos. Alejada de la noción tradicional de lujo, esta casa flotante renuncia a todo aquello que no es realmente importante y se queda con lo mínimo necesario para incorporar las tradiciones del lugar que ocupa. Al hacerlo, se vuelve sostenible económica, ambiental y socialmente.

Cinco puntos para destacar

1. El encargo de esta cabaña nace del deseo de sus habitantes de tener un refugio lejos de la ciudad, luego de la cuarentena de 2020.

2. Esta casa la construyeron con materiales y mano de obra locales.

3. En el proyecto se pone a prueba la noción de una vida doméstica mínima, sin artilugios innecesarios.

4. En la espacialidad interior se mezclan los valores de las arquitecturas andina y japonesa.

5. Con esta obra se demuestra que la arquitectura sostenible no solamente es sinónimo de la implementación de tecnologías costosas.