Podría pensarse que vivimos en tiempos de transición, aquellos que llegan cuando aparecen nuevas formas de relacionarnos con el mundo. Todos sabemos que, desde finales del siglo XX, internet ha modificado nuestras vidas cotidianas. Lo que empezó como una novedosa manera de acceder a la información ha devenido en un planeta interconectado en el que es posible superar los límites de la distancia geográfica en tiempo real. 

Hoy se habla de la posible desaparición de las tiendas físicas debido al crecimiento del comercio online y la pandemia reciente ha introducido el mismo debate sobre el trabajo y la educación. Las nuevas oficinas y salones de clase son actualmente poco más que el computador que tenemos en casa y una conexión estable a internet. Si bien esto abre muchas posibilidades, también acarrea una renuncia importante: la del encuentro social en el espacio físico. 

El objetivo de la obra

Cuando a la firma bogotana Pacheco Estudio de Arquitectura, dirigida por Felipe González-Pacheco, se le encargó el diseño del nuevo coliseo cubierto del Gimnasio Moderno, en Bogotá, orientó sus esfuerzos a reinterpretar el modelo tradicional de este tipo de edificios deportivos.

Como diseñadores del plan maestro del colegio, reconocen que, debido al avance de la educación virtual, las instituciones escolares están repensando la manera en la que desarrollan sus campus en todo el mundo, por lo cual este coliseo forma parte de un contexto que pretende ser, al mismo tiempo, colegio y parque para vincularse con su entorno urbano.

Desde esta consideración, el edificio no se concibió como una pieza cerrada y enfocada únicamente sobre una cancha en su centro. Por el contrario, al localizarse en uno de los bordes del predio, lo diseñaron como una sucesión vertical de placas de concreto que definen un perímetro habitable gestionado como una serie de balcones, escaleras y recorridos orientados hacia el campus y la ciudad. 

Lo que suele resolverse con la construcción de un cascarón pétreo, aquí se abre completamente. Los ventanales de piso a techo y las celosías de las fachadas permiten que la mirada atraviese el edificio y logran que este sea un tamiz visual entre los jardines del colegio y el barrio. Los voladizos en los bordes son palcos protegidos de la luz del sol y ofrecen un lugar cómodo para ver los partidos que se juegan en la cancha contigua. 

Sobre el diseño

Ubicaron la placa polideportiva del coliseo un nivel por debajo del terreno, lo que redujo la altura del edificio y aportó iluminación natural y visibilidad del paisaje desde ella. Por su parte, las graderías interiores son de uso público para promover el libre aprovechamiento del lugar.

En el segundo piso está un gimnasio acompañado de un café, una ludoteca y espacios como oficinas y salas para profesores. Al volcarse hacia afuera y no hacia adentro, el proyecto contradice su propia tipología edificatoria y promueve el encuentro de la comunidad académica en sus bordes. Su arquitectura abierta busca también la apertura de los límites del campus hacia el entorno inmediato.

Otra contradicción en la manera en que suele hacerse este tipo de obras es la selección del concreto como material principal. Usualmente, los espacios amplios, como una cancha, son cubiertos con techos soportados por estructuras metálicas ligeras, pues estas son capaces de salvar grandes distancias con poco material.

Pero la necesidad de entender este proyecto como un equipamiento deportivo complementado con otras estancias y de generar áreas intermedias habitables, condujo al uso del concreto. El resultado es un edificio hecho por capas sólidas que flotan sobre fachadas casi inmateriales, una obra cuya forma y estructura portante son la misma cosa.

Por milenios, la arquitectura ha sido el escenario del encuentro. Desde el ágora griega hasta nuestros días, los humanos se han reunido en la esfera de lo público para intercambiar moneda y saberes, así como para entretenerse.

Felipe González-Pacheco tiene esto claro y, ante el cambio de paradigma sobre la virtualidad en la educación, propone un campus que se entreteje con el espacio público y un edificio extrovertido donde la interacción social es más relevante que nunca. La respuesta aquí a un mundo interconectado con tecnología es una arquitectura que convoca a las personas y que desdibuja sus límites físicos para ser ocupada y recorrida con libertad.

Cinco puntos a destacar

1. Pacheco Estudio de Arquitectura fue la firma encargada tanto del diseño del coliseo como del plan maestro del campus del Gimnasio Moderno en Bogotá.

2. La arquitectura del proyecto busca abrir los límites del colegio para integrarlo de manera controlada a su entorno urbano inmediato.

3. El edificio fue diseñado a partir de una reflexión sobre la relevancia del encuentro social en el espacio físico, a la luz de los avances de la educación virtual, y se comporta como un tamiz visual hacia el barrio.

4. En lugar de hacer el tradicional coliseo cerrado, los arquitectos propusieron un edificio abierto, con espacios perimetrales concebidos como palcos y recorridos.

5. El uso del concreto condujo a una arquitectura en la que estructura y forma son equivalentes.