Uno de los grandes paradigmas del siglo XXI es la sostenibilidad, concepto sobre el que es redundante decir que ha modificado la concepción de la arquitectura, de la misma manera que la inteligencia artificial ha transformado el proceso de diseño e incluso la apariencia de los edificios. 

A estas alturas, frente a la gravedad del cambio climático, resulta irresponsable eludir este principio en la construcción de nuevas edificaciones; sin embargo, es tan apremiante el mandato “ser sostenible” que hoy en día algunos han adoptado este concepto como una suerte de eslogan, y no desde una postura realmente consciente de la necesidad de minimizar el impacto negativo de la construcción sobre el medio ambiente y de contribuir a la preservación, cuidado y recuperación de los ecosistemas donde se hacen las obras.   

El diseño de la casa

En ese sentido, los aspectos técnicos y estéticos de esta casa, que constituye un trabajo a varias manos entre las firmas Negret Arquitectos y Dos Ortiz Construcción, responden al compromiso ético de la sociedad actual —especialmente en el campo de la arquitectura—, procurando conservar, respetar y proteger el ecosistema donde está construida.

Su organización funcional y su materialidad, así como la incorporación de varias estrategias bioclimáticas y de sostenibilidad, confirman este propósito, al parecer evidente, pero difícil de conseguir: “Para hacer una arquitectura realmente sostenible se requiere más que voluntad. Se necesitan conocimientos específicos en la materia”, afirma Sebastián Negret, fundador y gerente de Negret Arquitectos.  

Los arquitectos aplicaron estos conocimientos mediante el diseño de tres franjas escalonadas. Una de ellas es la superior —privada—, que aloja cuatro alcobas orientadas hacia el occidente, delimitadas en el exterior por muros Trombe —una tecnología que, aprovechando la inercia térmica y el efecto invernadero, incorpora una cámara de aire que sirve para aumentar la temperatura acumulada en el muro y, con esto, calentar la estancia—.

Adicionalmente, la estructura portante está construida en mampostería estructural de color negro, con el fin de resguardar a los habitantes y brindarles la privacidad necesaria.

La franja inferior —pública—, que corresponde a la zona social, mira hacia el jardín; se compone de estudio, sala, comedor y cocina abierta. Cuenta con ventanales de piso a techo hacia el oriente y tragaluces —sobre la cubierta— orientados hacia el occidente, para aprovechar el sol de la tarde.

Su estructura portante está construida a partir de una serie de pórticos metálicos de aspecto ligero, a la vista, que crean una espacialidad abierta, donde los límites desaparecen y las dinámicas sociales se entrecruzan continuamente.  

La franja intermedia la constituye un espacio protagonista de transición entre lo público y lo privado. Se trata de un jardín interior que sirve como zona de descanso, con hamacas, columpios, bancas y, lo más importante, el cultivo de especies vegetales de diversos pisos térmicos. 

Este jardín hace las veces de invernadero, ya que mantiene estable la temperatura en el interior de la casa mediante la transferencia de calor durante el día a las franjas pública y privada. De ahí que se cultiven especies de clima templado-cálido —pomarrosa y cítricos como naranjas y mandarinas —, y se use como semillero de especies nativas de clima frío. “Una vez que alcanzan una altura y madurez adecuada, son trasplantadas al exterior para atraer pájaros, abejas y animales que ayudan a recuperar el ecosistema de la región”, señala Negret. 

Otra característica relevante es su cubierta, cuya medida es relativamente baja. Esta se encuentra revestida en su cara interior con cielorrasos de madera, los cuales contribuyen a regular la temperatura.

En un clima como el de la sabana, donde hay variaciones en un mismo día de hasta 24 grados centígrados, resulta indispensable que las bajas temperaturas del exterior no afecten el bienestar térmico de las personas, razón por la que los autores del proyecto redujeron la altura de algunos espacios y utilizaron cuatro materiales crudos —madera, ladrillo, concreto a la vista y acero—, que, en conjunto con la espacialidad y la vegetación, crean una propuesta estética clara y sobria. 

Sobre este último punto cabe mencionar una de las grandes virtudes de esta casa, la cual reside en la manera como los arquitectos encargados del proyecto compaginaron los elementos técnico-constructivos y la estética.

Y lo hicieron no en busca de la novedad o de un determinado estilo, sino porque entienden el oficio, en cuyas bases está el potencial de la unión entre arte y ciencia, que es la definición misma de arquitectura. Dejando de lado el malentendido que hay respecto a la oposición entre estos dos ámbitos, hacen de su proyecto un puente que enriquece una relación complementaria.   

Ciertamente, la articulación entre un sistema y otro es posible gracias a la labor colectiva entre varios expertos: “Disfrutamos trabajar en equipo intercambiando perspectivas y conocimientos que, sin duda, enriquecen el proyecto. Por eso, trabajamos de la mano con ingenieros, bioclimáticos, paisajistas e interioristas”.  

Del mobiliario se encargó la firma Alelí Home Decor, que buscó un lenguaje material y formal, análogo al de los revestimientos interiores y la estructura de la casa. Sobresalen los colores neutros y claros, que contrastan con la opacidad del piso y la carpintería arquitectónica. 

Para resumir, la unión entre lo técnico y lo estético para garantizar el principio de la sostenibilidad es lo que procuran los autores de este proyecto; al eliminar la línea de corte entre arte y ciencia, contribuyen instintivamente al cambio de pensamiento en medio de la crisis climática. 

Cinco puntos para destacar

1. La ausencia de voladizos es una estrategia para aumentar la incidencia del sol.

2. Efecto Habitar fue la empresa encargada del componente bioclimático, y el ingeniero Mauricio Coronado, de la mano con Sebastián Negret —magíster en Estructuras—, se ocupó del diseño estructural.

3. Este proyecto contó con la participación de expertos paisajistas, como Terrame, Construcción y Paisajismo, y Liquen Paisajismo.

4. Esta es una arquitectura orientada por los deseos del usuario y dotada de espacios versátiles, cuyos límites y funciones pueden variar, dependiendo de las necesidades de quien los usa.

5. La casa recolecta agua lluvia, lo que garantiza el consumo del invernadero y de hasta quince personas durante un año completo.