En el centro histórico de San Petersburgo un viejo estudio de sólo 38 m2, que llevaba muchos años vacío fue transformado en un loft de ensueño. A pesar de que el yeso se caía y las ventanas estaban rotas, los arquitectos decidieron convertir el apartamento en un espacio vital compacto, y en un lugar donde las puertas están siempre abiertas para los amigos.

Lo primero que hicieron fue limpiar las paredes y los techos de yeso deteriorado, así como sustituir todos los servicios y reforzar algunas aberturas en las que la construcción presentaba fallos. La configuración central del apartamento es única: ventanas en tres lados y acceso a un pequeño balcón. Pero el vestigio más insólito es una histórica linterna de techo, que mide casi 3×3 metros.

Se invirtió mucho trabajo en restaurar la linterna, reforzando la estructura y sustituyendo la unidad sellada de doble acristalamiento.

Una vez despejadas las paredes y los techos, quedaron al descubierto las duras paredes de ladrillo y el solapamiento de hormigón. Se decidió dejarlos abiertos y tal como estaban, con costuras rugosas, inscripciones de construcción y fragmentos de metal. Dicho esto, querían que el espacio principal fuera limpio, conciso y minimalista.

Una de las prioridades era garantizar que el apartamento fuera muy funcional, con espacios abiertos para celebrar fiestas, espacios cómodos y acogedores para el tiempo de ocio, y abundante espacio de almacenamiento cerrado que mantuviera las demás zonas libres de desorden. También se decidió rodear el espacio por todo el perímetro con paneles blancos para ocultar toda la funcionalidad que se escondía detrás de ellos, incluyendo el almacenamiento, los radiadores y las unidades de ingeniería.

Este método permitió a los diseñadores prescindir por completo de cualquier mueble independiente, salvo una mesa y un sofá. Los mismos paneles rodean el mueble del baño, sobre el que se encuentra una zona de descanso. El volumen negro del armario, en el que también se oculta el frigorífico, está en voladizo como elemento independiente en contraste con el entorno blanco.

Los paneles lisos contrastan con el techo abierto, convirtiendo el espacio en un lienzo en blanco, que es un placer visual. Sólo quedan expuestas algunas estanterías con libros y objetos de arte favoritos, y una mesa de trabajo de madera se convirtió en un punto focal en el centro del apartamento.

Toda la electricidad de la iluminación se trasplantó al ático para ocultar todos los cables y dejar el techo lo más limpio posible. Todo el mobiliario, excepto las sillas Muuto y las lámparas Fild, fue diseñado por la empresa.

Ficha técnica

Oficina DA: Anna Lvovskaia, Boris Lvovskiy, Fedor Goreglyad, Maria Romanova
Equipo del proyecto: Anna Lvovskaia, Boris Lvovskiy, Fedor Goreglyad, Maria Romanova, Julia Kubitskaya

Lugar: Rusia, San Petersburgo, Gorokhovaya 4

Año de ejecución: 2020
Superficie: 38 m2
Plazos: 7 meses
Fotografía: Dmitrii Tsyrenshchikov