¿Máquina de comidas, laboratorio experimental, símbolo de estatus, prisión doméstica o corazón creativo y espiritual del hogar? A lo largo del siglo pasado, la cocina, más que cualquier otra estancia de la vivienda moderna, se vio radicalmente alterada por revoluciones tecnológicas, sociales y estéticas. 

La cocina moderna personifica y encarna el estilo de vida de sus habitantes y su relación con la cultura de consumo. También conserva su significado arquetípico como el núcleo simbólico del hogar y el centro alrededor del cual gira la familia. Esta ha venido a articular y, en ocasiones, a desafiar activamente las relaciones sociales con los alimentos, la tecnología y el papel doméstico de la mujer.

Como lo asegura el arquitecto David Restrepo, fundador de David Restrepo Arquitectos, “la cocina se volvió uno de los espacios más importantes de la casa. Esto radica en que a través de ella se articulan muchas de las actividades y las funciones del hogar. No solo de la preparación de los alimentos y el acto de comer, sino también de socializar. Además, es un elemento articulador de otras zonas de la vivienda”.

La nueva cocina

Históricamente, las cocinas urbanas europeas y americanas solían ser monótonas, sucias, mal ventiladas y ocultas a la vista. Como menciona el arquitecto José María Rodríguez, fundador de la firma Rodríguez Valencia Arquitectos: “Primero, era un lugar contaminante en el que se mataban los animales. Segundo, allí cohabitaban dos elementos fundamentales: el agua y el fuego. Un fuego femenino, ya que era una zona netamente de y para la mujer, hasta hace muy poco tiempo, y eran, por lo tanto, áreas muy aisladas de la vida cotidiana”. 

No obstante, a finales del siglo XIX la cocina se convierte en una preocupación central del modernismo. Esto fue lo que llamó la atención de arquitectos, diseñadores, fabricantes y proveedores. En el contexto del movimiento Arts and Crafts de fines del siglo XIX, artistas y arquitectos como Richard Riemerschmid recurren a objetos humildes y espacios utilitarios antes ignorados por la mayoría de los diseñadores profesionales. 

En la década de 1890, los defensores de la vida simplificada comenzaron a concebir la cocina no como un dominio dirigido por sirvientes confinado a un sótano o anexo. Sino como un espacio central para la vida diaria y los encuentros sociales entre familiares y amigos.

Esta concepción sigue vigente, como lo manifestó el arquitecto Rodríguez: “La cocina se ha vuelto una zona más integrada. Ha desplazado al comedor como uso, y pasó de ser un lugar restringido a uno social. Es el codo, la articulación de una vivienda, y según donde se localice, se organiza el resto de los ambientes”.

La transformación de la cocina

El equipo de diseño de la compañía Santos explica que la cocina ha tomado gran importancia debido a que nos permite socializar y generar, a la vez, nuevas experiencias e incitar al disfrute del espacio alrededor del “fuego”. Elemento que poco a poco se ha extinguido por unas nuevas tecnologías, como las estufas de inducción o las catalíticas de gas, que funcionan por radiación térmica y no requieren un quemador. 

Sin embargo, y a pesar de ello, esta idea de la cocina como área del fuego sigue viva en nuestra memoria colectiva. Como lo afirma Anacarolina Martínez, directora de cocinas de Productos Arquitectónicos, empresa representante de la marca alemana Poggenpohl, “por siglos ha sido ese lugar donde el fuego se mantiene durante el día. El que reúne a los habitantes, ya sea para cocinar los alimentos o para calentarse junto al él”.

Después de décadas de haber sido reducida a un funcionalismo banal, la cocina hace un gran regreso como un espacio habitable. Siendo redescubierta como un lugar con una gran calidad de vida y convertida nuevamente en el centro de la existencia doméstica. 

Una amplia gama de diseños y estilos

Como lo menciona Rita Mielke en su libro The Kitchen: history, culture, design (Berlín, 2004), este nuevo entusiasmo por la cocina tiene muchas facetas. Los arquitectos están desarrollando nuevos conceptos de grandes salones-cocinas, colocados en una posición central de la vivienda.

Los diseñadores desbordan su creatividad con un mobiliario eficiente y equipamiento para exhibir. Ingenieros e informáticos crean electrodomésticos profesionales de alta tecnología. El mundo futurista de la domótica –el uso de la tecnología para el confort y la comodidad en el hogar– está permitiendo conectar en red todos los electrodomésticos y funciones técnicas de la casa.

La selección de muebles y equipos nunca ha sido tan grande ni la gama de estilos tan amplia. El equipo técnico también resulta más profesional que en cualquier otra época. No es de extrañar que las personas inviertan más tiempo y dinero para la remodelación o selección de este espacio.

Un espacio en el que todo queda a la vista

La nueva cocina fue moldeada, en su momento al igual que ahora, por la investigación de materiales y tecnología. Los acabados y diseño cobran cada vez más importancia al ser expuestos visualmente, lo que demanda un mayor desarrollo tecnológico en los acabados en general. Esto debido a que el mantenimiento debe ser cada vez más sencillo y todo debe permanecer impecable porque está a la vista. 

En este ambiente se mezclan las partes estéticas y funcionales. Como asegura el arquitecto Santiago Gil, especialista en proyectos de arquitectura interior y fundador de Espacio Materia, estudio ubicado en la ciudad de Medellín, y presidente de ACAI –Asociación Colombiana de Arquitectura Interior–, “es, en el hogar, el espacio con más dedicación, con más uso.

El que conecta todo, lo privado con lo público. Adicionalmente, dentro del desarrollo de la vivienda, resulta el ítem más costoso. Este lugar es emocional, pero a su vez funcional”.

De ahí la importancia de entender su rol en nuestra sociedad y en la vivienda. Su relevancia para arquitectos y diseñadores como Jorge Lizarazo, creador de la marca Hechizoo, para quien es uno de los dos ambientes en los que hace más énfasis en sus proyectos y a partir del cual sale el concepto de estos: “Me encanta que la cocina participe del lugar. Por eso para mí es el corazón, que no solo tiene relación con la arquitectura, sino con la cultura y la religión.

En esta área transcurre la mayor parte de la vida de la familia. El fuego siempre está presente y es el elemento que le da una característica única”.

La cocina, el lugar que todo se vale

Minimalista, purista, tradicional o futurista, emocional o racional, delicado o elegante: todo vale. Y aunque podamos encontrar una clara brecha entre estas grandes marcas importadas de diseño de cocinas y nuestra cultura, no debemos olvidar que muchas veces el tema es de conocimiento de la firma para poder sacarles provecho a las múltiples opciones ofrecidas. Dejarnos seducir por las bondades que tienen, entendiendo nuestras necesidades.

Como bien lo afirma Lizarazo: “Boffi, por ejemplo, tiene una paleta amable de materiales, pero no es infinita. Pues sabe exactamente con cuáles de estos se puede convivir durante mucho tiempo, ya que ellos le apuntan a que sean cocinas atemporales”. 

Un amplio camino se ha recorrido desde la chimenea de nuestros primeros antepasados hasta el espacio habitable moderno con su equipamiento de alta tecnología. Y a través de él se recorre una historia de múltiples capas, altamente compleja y no siempre lineal, a la que han contribuido la sociedad y el mercado, la arquitectura y la tecnología.

A medida que avanzamos en esta historia aparecen diversas explicaciones sobre cómo la cocina llegó a ser –una vez más– lo que es hoy. El “corazón cálido” de la vida doméstica, y un centro de comunicación social y emocional.